Domingo, 13 de mayo de 2007 | Hoy
FAN › UNA ACTRIZ ELIGE SU PELíCULA FAVORITA: TATIANA SAPHIR Y MI VIDA ES MI VIDA (1995), DE TODD SOLONDZ
Luego del moderado fracaso de sus films anteriores, con Welcome to the Dollhouse (1995), una pequeña película de bajo presupuesto y producción independiente, el cineasta Todd Solondz (1959, Nueva Jersey) se consagró como uno de los cronistas más ácidos de la disfuncional familia norteamericana. El film sigue las desventuras de Dawn Wiener, 11 años y la rara del colegio (reveladoramente interpretada por la actriz Heather Matarazzo), que vive en un suburbio de clase media de Nueva Jersey y tiene que lidiar además con unos padres algo más que desatentos, la rivalidad de su hermano mayor y una hermana menor, bailarina y consentida de la familia. Welcome to the Dollhouse resultó un éxito sorprendente de la crítica y Matarazzo ganó el premio revelación del jurado en el Festival de Sundance de 1996. La celebrada mordacidad de Solondz se continuó en los controvertidos retratos pedofílicos de Happiness (1998) y en la sexualidad interétnica de Storytelling (2001). De hecho, Palindromes (2004), su último film, fue pensado por Solondz como la secuela de Welcome to the Dollhouse, pero cuando Matarazzo declaró que nunca más interpretaría a Dawn Wainer, el director tuvo que resignarse a abrir su nueva película en el supuesto funeral de la protagonista de Welcome to the Dollhouse, que tras aumentar considerablemente de peso se suicida. El film inspiró episodios de series como Gilmore Girls y Pussycat Dolls Present. Paradojas del caso, si en el film el personaje de Matarazzo es burlado por ser lesbiana sin serlo, Matarazzo hizo su coming out en 2004 y además de trabajar en películas como Sorority Boys, Scream 3, Saved! y brillar en su rol de Lilly en la doble The Princess Diaries, se la vio como conferencista en pos de la construcción de redes de educación gay/heterosexual en Boston.
Por Tatiana Saphir
Vi Mi vida es mi vida porque alguien me la recomendó. Me dijo: “Tenés que verla. Estás vos de chiquita”. Eso me asustó un poco, empezás a pensar quién te lo dijo, por qué y qué me voy a encontrar. Pero me gustó el título original: Welcome to the Dollhouse. Bienvenida a la casa de muñecas: yo de chica tenía muchas Barbies y Barbies truchas y mi papá me hizo una casita de muñecas para que no las tuviera tiradas. Cuando fui a ver la película al Cosmos no lo podía creer. La protagonista es Heather Matarazzo (así se llama la actriz), una nena de unos 13 años, con anteojos, medio gordita, alucinada con un pibe que está refuerte y que toca rock en el garaje de su casa con su hermano (eran pésimos). La nena no sólo era anteojuda, medio rellenita como yo cuando era chica, además era todo lo que se decía de mí: tres aritos, hebillitas, colorcitos, saquitos con textura. Igual a mí. Yo siempre fui voluptuosa y me ponía de todo, lo más barroco posible, siempre llena de cosas pegadas, colgadas, la palabra familiar para esos adornos era chichirulis. Verla a ella fue un flash, era como ver fotos mías en el cine. Yo era ésa. Y en una película hablada en inglés de un suburbio yanqui.
Hay una escena de la película que para mí fue mortal. Aparece la hermanita más chica de la protagonista bajando por una escalera vestida con medias rosas y un tutú de bailarina. ¡Mi hermana Tamara hacía danza clásica desde los 3 años! Yo hacía gimnasia deportiva y era más bruta, igual. Esa escena fue muy rara: no sólo estaba yo, estábamos las dos. Tanta empatía me dio miedito. Me acuerdo de que pensé cuán cliché era mi familia o cuán rara es que tengo una familia de guión.
Además, Mi vida es mi vida se conecta con otra cosa. Cuando era chica me encantaba ver películas. Mis viejos eran amigos del dueño de un videoclub y durante el verano le alquilaban 40 películas por todo enero. Durante dos o tres veranos seguidos yo me encerraba a la hora de la siesta y veía lo siguiente: Nadia Comaneci en el Luna Park (lo teníamos grabado de la tele), Flashdance y Muchacho lobo. Esas son las películas que más vi en mi vida; durante una época creo que las veía todos los días. Eran mitos. Algo yanqui del héroe, de la chica, el freak que finalmente conquista a la chica, me encantaba. Y algo de todo eso también encontré en Mi vida es mi vida, pero totalmente trastrocado. Todd Solondz criticaba todo ese tipo de películas que a mí más me emocionaban, pero a la vez esas películas seguían estando ahí, sólo que deformes. Me matan esos retratos reácidos del suburbio yanqui de Solondz. Esos personajes medio losers, medio románticos, medio freaks, en el entorno hostil generalizado de la vida americana de suburbios. La violencia en Solondz es siempre superverosímil, supercotidiana; no es un hito –como en Elephant donde el nerd del grado se puede transformar en serial killer y sale a matar a 40–, sino un tipo de violencia más sutil que está en todas sus películas.
Hace un tiempo viajé a España y encontré Mi vida es mi vida de oferta en la góndola de películas indies. La compré y la traje a Buenos Aires y cuando la puse para ver me di cuenta de que estaba toda doblada. Un horror. La primera escena es la nena que lee un poema ante toda la clase y... ¿cuál es el insulto que le gritan todos? ¡¡¡Salchicha, salchicha, salchicha!!! Un delirio.
Hay algo en Mi vida es mi vida que es muy mío. Esa nena-actriz, como fui yo, de unos 13 o 14, justo en el pasaje a la adolescencia, ese momento raro en el que todavía sos nena pero ya tenés tetas. Siempre se dice que a los 30 hay algunas fichas que te caen, algo a lo que una se mantiene agarrada, arañando algo de lo que no te querés desprender. En Re genias, la obra que hago con Carla Crespo, también hay algo de eso. Como decir “Ok, nos vamos despidiendo de esto, le vamos dando un cierre...”. Siempre me gustó bailar y tuve un físico no tan común. Hay algo en mí que siempre busca modelos o referentes femeninos no convencionales, que son difíciles de encontrar. Algo de eso está en Mi vida es mi vida.
Tatiana Saphir, actúa junto a Carla Crespon, en Re genias, una obra ideada a partir de sus diarios íntimos, escritos entre los 10 y los 21 años. Sábados y domingos a las 22.30 en El Excéntrico de la 18º, Lerma 420, 4772-6092. Hasta fin de mayo. A partir de julio, Saphir formará parte de la obra Patchagonia, dirigida opr Lisi Estarás para la compañía de danza belga “Les Ballets C de la B”.
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