Dom 04.11.2007
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FAN › UNA CINEASTA ELIGE SU ESCENA DE PELíCULA FAVORITA

Un encanto asesino

› Por Veronica Chen

La primera vez que vi A pleno sol fue en video y de casualidad; creo que fue hace unos cuantos años, en una época en que estaba leyendo cosas de Patricia Highsmith. Leí bastante a Highsmith pero no me gustaba mucho –incluso encuentro que muchas veces las versiones cinematográficas son superiores a los originales–. Lo único que me gustaba era el personaje de Ripley, y esta es la película basada en Ripley que más me gusta.

De hecho, me encanta Ripley, y me encanta Alain Delon como Ripley. Delon era chiquito cuando lo hizo, y tenía algo de estar empezando, una energía, una cosa de iniciación, que es muy importante para el personaje que compone. El hizo otros malos en el cine, pero por ahí casi siempre fueron más fríos. Ripley no es un personaje fácil de definir, pero yo diría que es por encima de todo un impulsivo, y que hay algo contradictorio en eso, porque a la vez trabaja mucho detrás de lo que hace. En la película hay cuatro o cinco momentos muy lindos en torno de su comportamiento. Está esa escena maravillosa en la que se pasa una noche entera imitando una firma con un proyector. Otra gran escena es la de cuando Ripley mata no a su amigo sino a la visita inoportuna, a Freddy, que lo descubre. Esto ocurre al mediodía, y Ripley tiene que esperar a la noche para desembarazarse del cuerpo. Y sale, tiene que ir a buscar el auto de Freddy; tiene que hacer trámites. Trae el auto, y cuando vuelve lo intercepta una suerte de portera del edificio, y le pregunta “¿Estaba rico el pollo?” Y él le contesta “Sí, sí, estaba muy rico”. Es muy raro el orden de la secuencia: él sube corriendo, entra al departamento en el que está el cuerpo de Freddy, va derecho a la cocina, saca el pollo del horno y se lo come con las manos; se ve que el pollo está caliente. Esa escena describe muy bien cómo es Ripley: un tipo que hace las cosas de manera medio inmediata; que piensa mucho, imagina mucho, planifica y trabaja un montón; pero a la vez es impulsivo. Planifica todo pero las cosas le suceden, no duda, se sube al colectivo que está pasando.

Delon lo interpreta como un personaje arrebatado; nunca camina pausado, se resbala durante toda la película. Su seducción va más allá de Delon, es un tipo encantador, que mira alrededor; ve cosas que le gustaría hacer, y hace todo por lograrlo. A pesar de lo amoral del personaje, uno tiende a tomar partido por él; uno lo ve en función de a quién se opone. Ripley mata a personas que resultan desagradables, parásitos, gente decadente, cruel, que se burla de él porque no conoce la etiqueta, como por ejemplo en la escena en que le reprochan que no sepa usar los cubiertos para comer pescado. El le dice a su “amigo”: “Nosotros nos conocemos desde que éramos chicos, fuimos al colegio juntos, vos no te acordás de mí, pero ahora volví porque tu papá me mandó, y me paga siete mil dólares si te llevo de vuelta”. Y el amigo le contesta que “Sí, sí, sí”, pero después le dice a su novia que no lo conoce a Ripley: “No lo vi nunca, no fue al colegio conmigo, lo sé porque es vulgar, no pertenece a mi entorno”; cosa que Ripley escucha y, aunque no acusa recibo, obviamente le duele en lo más profundo. Así que después se va a dedicar no simplemente a robarle sino a ser directamente el otro: “Voy a quedarme con tu novia; a hacer que me toque la guitarra como te la toca a vos, voy a ponerme la misma corbata: no es que con tu dinero me voy a comprar ropa como la tuya, sino que voy a usar tu ropa”. Hay algo muy humano en eso, es alguien que fue muy despreciado. Cuando se burlan de él porque no sabe usar los cubiertos para el pescado, contesta: “Bueno, ya aprenderé, todo se aprende”. Y la respuesta es genial, porque es exactamente lo contrario de lo que le está planteando su amigo-víctima: que nada se aprende, que todo se hereda.

Creo que uno quiere a Ripley de alguna manera porque es infantil: no tiene un gran problema con ser quién es, y sin embargo quiere ser otro; y de chico uno siempre quiere ser otra cosa. Y porque es maleable; no es una máquina, todo el tiempo está viendo si lo que hizo le salió bien, y se siente aliviado cuando comprueba que algo le salió bien.

Cuando, entre las diez películas que le hice ver al equipo de mi película Agua, antes de empezar a filmar, les puse A pleno sol, muchos me preguntaron por qué, qué tenía que ver con lo que íbamos a hacer. Pero para mí es importante que entiendan a un personaje como Ripley, con su humanidad, sus contradicciones, sus inseguridades. Me siento más cercana a la gente que entiende a un personaje así.

A pleno sol (A Plein Soleil, René Clément, Francia, 1960).

Publicada originalmente en 1955, la primera de las novelas de la serie de Tom Ripley creada por la escritora Patricia Highsmith (Texas 1921 - Locarno, Suiza, 1995) fue llevada al cine apenas un lustro después, con un guión adaptado por el propio Clément (1913-1996, realizador de Los malditos y El pasajero de la lluvia, entre otros títulos) y Paul Gégauff y una imborrable banda sonora a cargo de Nino Rota. El papel de Ripley estuvo en manos de un todavía muy joven y no demasiado conocido Alain Delon –tenía 25 años–, mientras que Maurice Ronet hizo de su amigo Philippe Greenleaf, Marie Laforet de Marge (la novia de Philippe), que jugaron juntos las tensas escenas a bordo del bote que navega rumbo a Sicilia. Bill Kearns interpretó a Freddy Miles.

Como en la novela, acá el amoral Ripley se sale con la suya en casi todo, excepto al final, donde, a diferencia de lo que ocurría en la novela, se sugiere que va a ser atrapado por la policía. Como en Extraños en un tren (también conocida como Pacto siniestro), otro libro de Highsmith llevado al cine, por Hitchcock, en 1951, el homoerotismo latente entre los protagonistas masculinos se vuelve evidente para el lector/espectador pero nunca se hace explícito.

En 1999 el director inglés Anthony Minghella adaptó nuevamente la novela para el cine con el título El talentoso señor Ripley y las actuaciones de Matt Damon (Ripley), Jude Law (Greenleaf) y Gwyneth Paltrow (Marge). Las novelas de Ripley fueron filmadas en otras tres ocasiones más: en El amigo americano (Wim Wenders, 1977; con Dennis Hopper); en Ripley’s Game (Liliana Cavani, 2002, con John Malkovich), y en Ripley Under Ground (Roger Spottiswoode, 2002, con Barry Pepper), recientemente editada en DVD como Mr. Ripley el regreso.

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