Para fines del ’92 ya veía que me iba directo a marzo con cinco o seis materias. En el fondo sabía que repetía primer año sin haber sintonizado ni un momento con el colegio. Un amigo de mi hermano, Gustavo Pesoa, bastante más grande, se ofreció a que fuera a su casa a tomar clases para los exámenes. Si bien él me quería ayudar, era casi imposible no ponerse a hablar de otras cosas. Su habitación era oscura y notaba que ahí había información de años, muchísimos discos y libros bien estudiados. Fue entonces que en una de esas clases, en una tele vi unos videos de The Residents. Después fui a hacer copias del vhs en Parque Rivadavia, y la copia era tan copia de copia que te perdías la mitad de lo que tenías para ver y a la vez eso tenía su encanto. El día que fui por ese cassette de video lo conocí a Roberto Conlazo, el ex Reynols: nos hicimos amigos por The Residents.

Después de que repetí me cambié de colegio y entré al Sarmiento de la calle Libertad, donde finalmente terminé el secundario, con todas las carpetas de todos los años con imágenes de la banda y habiendo repartido varios cassettes entre mis amigos. El colegio estaba estratégicamente ubicado, tenía a dos cuadras la galería 5ta Avenida. En ese momento esa galería era lo más parecido a Internet, porque si bien ya había Internet, era una lágrima. Ahí podías comprar música y ropa para moldear tu personaje. Fue así que me fui comprando casi todos los discos de The Residents en esa disquería que cuando entrás te miran con cara de que no, no vas a comprar nada y ellos te hacen creer que son íntimos de los miembros de todas las bandas raras.

El primero que compré fue Commercial Album, un disco de 1980 que trae cuarenta temas de un minuto o menos, más diez temas de bonus que venían en esa edición. “Moisture” es uno de mis temas preferidos: como todas las letras del disco, son ideas a la mitad que se completan con su imagen y sonidos. Tiene un hilo de delirio y oscuridad que te transporta a sueños de esos que te marcan por la locura.

Es ideal dentro de su discografía como para escucharlos por primera vez y es altamente recomendable para gente que se quiera conectar con ideas y conceptos bien alejados de los clásicas conductas del rock star: estamos hablando de una banda que tiene cuarenta años y pudieron mantener sus personalidades en el anonimato. Recién hace un par de años se empezó a saber quiénes son y no porque ellos lo dijeran, sino porque no pudieron sostener el anonimato más en el tiempo.

Junto con “Moisture”, “The Simple Song” es mi preferida del disco: es aterradora, apenas un par de frases que lo dicen todo y por sobre todo el tratamiento de las voces, completamente procesadas, los coplas y las guitarras, también se completa con un video súper oscuro donde están haciendo una especie de ritual negro.

En el disco está también la mano mágica de Snakefinger, guitarrista de los ex Chilli Willi & The Red Hot Peppers, ídolo de John Frusciante (de paso recomiendo los discos de Snakefinder quien murió ya hace décadas).

The Residents trabajan mucho el inconsciente, dejan una gran parte del mensaje a la mitad, cosa de que uno pueda terminar de armar su propia idea. Si bien los podés ver en algún libro de historia punk, ellos vieron pasar todos los estilos de música sin quedar atrapados en ninguno. Tener que imaginar a un cantante de voz tan rara te hace trabajar mucho la imaginación. Esta música para mí es mágica y siempre está el deseo de que los demás se copen con algo que para uno es importante.

Terminé el colegio en el Sarmiento como pude, con mucha copia y ayuda de mis compañeros. El grupo me acompañó durante todos esos años, alimentó mi imaginación, me permitió generar un mundo que si bien me gusta compartir con amigos, se caracterizó por ser más bien algo íntimo, una de esas cosas que uno se siente algo especial por saber que se trata de algo de pocos.