Domingo, 23 de noviembre de 2014 | Hoy
SALí
Se habló mucho de la renovación del ambiente gastronómico porteño. No sólo se diversificaron las opciones para comer sino también para beber: desde tragos a café, pasando por wine bars y casas de té. Pero, a diferencia de casi todas las ciudades latinoamericanas, encontrar buenos y variados jugos de frutas naturales en Buenos Aires no es tarea sencilla. Buscar algo más que un exprimido de naranja, limonadas de moda o el consabido licuado de banana suele resultar decepcionante, con el uso de frutas de lata y pulpas de dudosa calidad.
Por eso, la apertura de The Factory Coffe, Juice & Other Stories (ya con un año en Palermo) es una excelente noticia. El local, con nulas pretensiones estéticas, es simple, con algunas mesas en la vereda y otras pocas en el interior: lo ideal es comprar para llevar y beber en la calle. En la barra se destaca un enorme extractor industrial de jugos. Y, por detrás, una simpática pareja de daneses hace de anfitriones, recomendando con buen tino si la lista abruma.
Los jugos son el fuerte del lugar: se sirven en vaso mediano ($35) o grande ($40), vienen sin azúcar agregada y en combinaciones muy bien logradas, algunas de ellas osadas para el paladar porteño. El Refresh (manzana, menta y jengibre) es bien refrescante, muy rico también el All Green (palta, limón y manzana), que puede ser casi un almuerzo liviano en uno de esos días imposibles que pronto deparará el verano. Para los más intrépidos, hay uno que combina espinaca con ananá y, por supuesto, el infaltable maracuyá. También suele haber un jugo del día, según lo que se haya conseguido en la frutería. Un par de sándwiches (vegetariano, atún y salmón) y café espresso completan la acotada carta.
Lugar ideal para un descanso luego de una caminata palermitana o en medio de un paseo en bicicleta, The Factory llena un espacio que, a pesar de la diversificada oferta alimentaria de la ciudad, estaba vacante: jugos ricos y al paso, con fruta fresca y sin aditivos, a precio amigable. Simple, rico y muy sano.
The Factory Coffe, Juice & Other Stories queda en El Salvador 4995. Horario de atención: martes a domingo de 11 a 19.
Salir de la ciudad cuando el calor aprieta es una costumbre que los porteños suelen practicar. Y si el paseo incluye almorzar, rodeado de verde, mucho mejor. Una opción es tomar la autopista e ir a Cañuelas. A 50 minutos, y en el mismo predio en que funciona una ecléctica mezcla de corralón de demoliciones con anticuario, abrió Rogelia, el nuevo emprendimiento de Patricia Courtois. El local, con mucha madera a la vista, está decorado con calidez y gracia, combinando lo nuevo y lo antiguo con elegancia. Un ejemplo: las columnas que sostienen la estructura fueron parte de una vieja fábrica, readaptadas para la ocasión
Rogelia es un restaurante de campo que se aprovisiona, en la medida de lo posible, de productos de la zona, algunos de ellos notables, como el cordero cara negra de la raza Hampshire Down y la cerveza artesanal La Uribeña, del vecino pueblo de Uribelarrea. Se puede comenzar por los buñuelos de acelga ($47), que salen en fritura perfecta acompañados de mayonesa de ajo; o por la provoleta con chutney de cebollas ($52). También hay empanadas de cordero, un imperdible paté casero con panes de elaboración propia y ensaladas.
Si bien se puede continuar por unos ravioles de calabaza y almendras ($89) o unos delicados ñoquis de ricota ($82), lo mejor es ir a por la carne, de una calidad muy por encima de la media de cualquier parrilla porteña. El ojo de bife ($162, con papas rosti) sale en el punto pedido (ideal bien jugoso). Otro corte especial son las costillas de novillo cortadas como ribs ($158), con una cocción más prolongada, ideales para comer con la mano.
Los postres ($35/$55) son de tipo comfort food: budín de pan, panqueques con dulce, arroz con leche y una perfecta panna cotta. La carta de vinos es corta, pero con algunas perlas difíciles de hallar, como los vinos de Bodega del Tupun, del Valle de Uco.
Rogelia convence con cocina de campo, tierra de aquellos sabores que nos hacen sentir sanos y, por sobre todo, felices.
Rogelia queda en la ruta 205 km 65, Cañuelas. Teléfono: 15-4973-9300. Horario: miércoles a domingo, mediodía; viernes y sábado, noche. Reservas: [email protected]
Luego de casi tres años de hacerse buena fama a través del delivery (llegan a casi toda la ciudad porteña), Kokoro Sushi abrió hace menos de dos meses su primer restaurante a la calle. En el acogedor salón, con capacidad hasta 40 comensales, predomina el estilo despojado, con tonalidades y líneas sobrias. Algunos objetos decorativos orientales acompañan y dan un toque de color sobre el blanco omnipresente. Completan el salón dos banquetas sobre la barra de piedra, ideales para sentarse a observar el hipnótico trabajo del sushiman con sus cuchillos.
La carta de Kokoro propone un recorrido por el sushi al estilo porteño, con preponderancia del salmón, sumando algunas concesiones a la moda peruano/nikkei, con los tiraditos con salsa de maracuyá y maíz cancha triturado. Pero lo hace con una calidad fantástica, que vale la pena conocer. Sashimis, rolls y niguiris salen perfectamente manufacturados, con generosa cantidad de pescado y el arroz en su punto justo de vinagre y azúcar, ítem muchas veces descuidado por estos lares. Pero donde Kokoro se destaca es en sus preparaciones originales, como los tulips ($105 la porción), similares a una flor, o las geishas ($70 a $80 la porción), piezas individuales sin arroz, que son realmente deliciosas. Excelentes también los temakis (conos de alga crocantes), que salen con abundante relleno, aunque no sean tan pedidos por el prejuicio porteño al alga nori.
Los combinados van de 22 a 74 piezas, con precios de $184 a $637 en el caso de las bandejas más grandes, suficientes para 4 o 5 personas. Carta de vinos acotada y algunos tragos directos completan la oferta. De postre, ricos el suspiro limeño y una torta de maracuyá que, no por repetida, deja de ser disfrutable.
Sushi de buena calidad, materia prima fresca y atención esmerada, en una zona donde abundan los pizzas cafés sin personalidad. Parada obligada para los calores venideros, las mesas en la calle de Kokoro bajo las enormes tipas llaman a demorar la noche entre pescados y vino blanco.
Kokoro queda en Av. Coronel Díaz 1651. Teléfono: 4547-2324. Horario de atención: lunes a sábados de 20 al cierre.
Fotos: Pablo Mehanna
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