SALí
› Por Sebastián Laffaye
Los tiempos en los que Recoleta era la avant-garde de la gastronomía porteña son un recuerdo del siglo pasado. Por eso, la apertura de La Causa Nikkei es una buena noticia, irrumpiendo con sabor y color peruano en una zona tan afrancesada.
Al local, ubicado en el emblemático edificio Los Galgos, se accede por una puerta disimulada en las piedras que recubren la pared. La cocina parcialmente a la vista, la barra bien provista y un salón bien iluminado y moderno arman la situación. La acústica es excelente, algo siempre bienvenido. Y las mesas, convenientemente separadas, son atendidas por camareros algo desbordados en horas pico. Mientras se elige la comida, se puede calmar la sed con un excelente Chilcano ($89), trago clásico peruano, también disponible en jarra de litro para compartir ($279). Para comenzar, unas ricas papas a la huancaína ($82, reversionado con papas doradas) o una jalea de mariscos ($155). Pero lo mejor es ir directo por la degustación de ceviches ($259), porción más que generosa y (a pedido del comensal) con un buen nivel de picante. Sabores nítidos, sin exagerar ingredientes y con un correcto balance ácido-salado-picante. La fórmula indispensable para lograr un buen ceviche. Los platos de fondo ($179/189), contundentes y aptos para dos comensales de buen diente si antes se compartió una entrada, abrevan en la tradición peruana, sumando algún toque oriental (seco de cordero, lomo saltado, ají de gallina, salmón teriyaki). Pero el plato que se lleva todos los aplausos es una creación propia, el vacío panka: la carne se cocina a fuego bajo durante horas en una salsa de aji picante y chicha de jora, ganando sabor y untuosidad. Llega con un puré que atempera el picor. El sushi dice presente, en combinados de 20 a 35 piezas, con variedad de rolls que, si bien están alejados de la tradición nipona, salen correctamente ejecutados. Carta de vinos a precios amables.
Faltaba una propuesta así en Recoleta. Buenos precios, rica comida, color latino. Una buena noticia, que ya logró su fiel clientela.
La Causa Nikkei queda en Juncal 1290. Teléfono: 5218-0900. Horario de atención: todos los días de 12 a 15:30 y de 20 al cierre.
El Gua Bao es un bocado tradicional de la comida callejera taiwanesa, un panecillo de masa suave y esponjosa, cocido al vapor, que una vez doblado sobre sí mismo se rellena y se sirve sobre una servilleta. Si bien en su interior las posibilidades de relleno son infinitas, no deben faltar ni el cilantro ni el maní tostado molido.
Este manjar popular se sirve en Kitchen Bao, un flamante local con tan solo un par de meses de vida, ubicado a caballo del Microcentro y los alrededores de Plaza San Martín. Un espacio confortable, simple, con cocina a la vista y dedicado a las culinarias de Asia, con especialidad en la tradición taiwanesa.
Meilin, nacida en Brasil, de madre taiwanesa y padre alemán, explica que si bien se sirven otros plato, el fuerte es el Gua Bao, que puede salir relleno con un guisado de bondiola o de pollo orgánico, cebolla morada, cilantro, maní y picante a gusto. La suculenta porción incluye dos unidades, que con té helado y postre sale $110, un precio imbatible por la zona teniendo en cuenta la calidad y cantidad de la porción.
Otro imperdible es el Curry Bao: la misma masa suave se deja levar, se rellena con carne al curry, se reboza en panko y sale en fritura recién hecha, sequita y con crocante perfecto. La porción de dos, con té helado y postre, cotiza $100, una verdadera ganga. A esto se le suma todos los días un menú con un plato oriental ($140), desde unas alitas de pollo (de crianza saludable) a variantes según los productos de estación. A pedido de los parroquianos de origen asiático, comenzaron a vender –aún en verano– unas exquisitas sopas a base de caldo casero de pollo, mientras que en el costado más fresco brilla la ensalada Mekog ($100), a base de fideos de arroz con langostinos, pepino, sésamo y verdes
A tan poco de la apertura y prácticamente sin publicidad, el local y el despacho para llevar están repletos a diario, un reconocimiento del público a una cocina bien lograda. Como reza la carta de Kitchen Bao: “no utilizamos alimentos procesados ni sabores artificiales. Lo que no comemos, no lo vendemos”.
Kitchen Bao queda en San Martín 960. Teléfono: 4312-5950. Horario de atención: lunes a viernes de 11:30 a 15:30. Jueves y viernes de 19:30 a 23.
Entre las cocinas mal llamadas exóticas que se replican en Buenos Aires, la del Medio Oriente es de las más conocidas, si bien no siempre con la calidad y respeto que merece. Por fortuna para los vecinos de la Villa Crespo dedicada a los outlets, hace unos meses vio la luz Shami, un pequeño restaurante dedicado a esta maravillosa cocina. En el local, simple y correcto, se destacan dos enormes asadores verticales para el shawarma, que giran y giran sin parar ante la atenta mirada de los cocineros sirios, algunos de ellos recién llegados, escapando del horror que vive hoy su región natal.
La heladera exhibe las ensaladas y otros productos para consumir sin previo paso por el horno: humus de garbanzo ($40), mutabal (puré de berenjena con pasta de sésamo y yogur, $40), el clásico taboule ($50) y la deliciosa ensalada fatoush ($50, tomate, pepino, menta, aceituna, ajo y trocitos de pan tostado).
Del mostrador, y previo consejo de las amables camareras, salen kepes fritos o al horno ($25), muy ricos sfijas o fatay ($20), entre varios manjares. Todo se calienta en horno a gas, lo cual demora unos minutos, pero compensa con el inigualable crocante frente a la triste gomosidad que le otorga en tantos lados el microondas a las masas con harina.
No obstante, la especialidad de Shami es el shawarma ($60), de carne o pollo, que sale en pan de pita caliente y levemente tostado, servido con la tradicional ensalada y salsas a pedido. El resultado es un bocadillo apetitoso, apto tanto para comer en el local como caminando durante un paseo de compras.
Párrafo aparte merecen los dulcísimos postres, no aptos para diabéticos. El baklava ($25) es un enorme cuadrado pleno de frutos secos, coronado por pistacho molido, una delicia para golosos de fuste. Para beber (no se venden bebidas con alcohol, con lo bien que vendría una cerveza helada...), jugo de limón con menta, té de flores de hibiscus y otro a base de flores y cardamomo (todos, $35).
Para recobrar fuerzas en medio del día o para un bocado dulce a la hora del té, Shami es una excelente opción.
Shami queda en Gurruchaga 691. Teléfono: 4854-1790. Horario de atención: todos los días de 12 a 24.
Fotos: Pablo Mehanna
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