Domingo, 6 de mayo de 2007 | Hoy
SALí
Por Cecilia Sosa
En el mínimo local de Bulnes y Guardia Vieja, el mismo que supo ocupar el imposible restó ucraniano, ahora reina la más glamorosa troupe de jóvenes colombianos. Ellos son Tálata, Carolina y Sebastián, tienen entre 28 y 31 años, llegaron de Bogotá y Cali y preparan los más intensos platillos “fronterizos” para una encantadora cofradía de comensales casi artistas, casi punks.
Luego de ensayar en musicales cenas performáticas, el 20 de abril (con máximo vuelo y mínimo espacio) abrieron La aromática, apenas un cuarto de rojo apasionado, barra con flores y aguardiente, imposible parrilla violeta (que ahora sólo espía la cocina) y una colección de lámparas cacerolas/ralladores que aportan la adorable iluminación del lugar.
¿Qué comer? Los mediodías, no hay tu tía: todos por el correntazo, “sopa” y “seco” (un platote típico de arroz, legumbres, ensalada, aguacate, carne, pollo o seitán). Por la noche, una carta fuerte con inclinación tarotiana invita a probar yuca frita, papa chorreada y hasta un osado abarrojado de plátano (plátano relleno de queso y dulce de guayaba). Se sigue con pescado frito con yuca, patacón moneda (moneditas de plátano especiado con coco) o “plato montañero”, bandeja con frijoles negros, arroz, carne molida, ensalada, aguacate y ¡huevo frito! ¿El culto de la casa? Arepa con carne, tortilla de maíz montada con bistec. Reclame siempre su opción vegetariana.
¿Para beber? Aguapanela para los de ánimo suave (un dulcísimo brebaje a base de caña) y roncito, vino caliente, mojito o aguardiente para los que apuesten fuerte. ¿De postre? Imposible partir sin una porción del irresistible postre maracuyá o un veleño con queso, la versión colombiana del vigilante.
Pronto empieza el “Mundial de la comida”: un domingo por mes al mediodía, un cocinero invitado presentará una gran variedad de platos de su país con repertorio musical.
Un encantador mini-salón donde los jóvenes latin-modern les hacen frente a las pretensiones de la “cocina de autor”.
La aromática queda en Bulnes 873, 4866-2300
(cuando anda), [email protected].
Abre de martes a sábados mediodías y noche.
Por Julieta Goldman
De la unión de distintas profesiones y nacionalidades surgió Le Bar, proyecto multifacético que propone una relación estrecha entre el arte, el diseño espacial y la gastronomía. La idea principal fue la de crear un lugar en el que los cuatro socios tuvieran ganas de ir con amigos. Y así sumaron lo culinario a un plan que en principio sería sólo cultural, más ligado a lo musical y las bellas artes.
Abierta hace apenas un mes, esta casona de varios pisos que termina en una terraza con vista a un cielo recortado entre edificios del Nuevo Bajo contempla varias ofertas. Por un lado una completa carta de mediodía con variedad de ensaladas y omelettes, que pronto cambiará por opciones más invernales. Las reinas de la noche son las tapas francesas (o amuse geule) que abarcan mollejas, ratatouille, virutas de codornices con salsa de ciruelas o couscous de cordero en cazuelitas, croquetas de camembert y cilantro, aptas para ser acompañadas por alguno de los tantos tragos (de autor o clásicos) armados especialmente por Leo Esperoni (todo un experto en barras de la ciudad). De más está decir que cualquiera de los cocktails, aperitivos o licores ameritan ser bebidos en alguna de las banquetas de la extensa barra.
Empezando por la fachada de un lila imponente que difícilmente pueda pasar inadvertida en una zona donde priman los colores sobrios y continuando por su interior de paredes de goma anaranjada, alfombras bordó, cortinas de seda flo-reada, living con paredes de más colores, fucsias, turquesas y caobas y sillas de pana rosa, es difícil establecer si Le bar sigue una estética kitsch, camp, pop o todo junto.
Para aprovechar el escenario, ubicado en el living de la planta baja, en un futuro cercano Le bar incluirá distintas programaciones musicales según el día. Se evalúan números de música clásica, algo más pop y algunas sorpresas. Por último una escalera blanca, muy blanca, oficia de túnel conductor hacia el primer piso donde una muestra, en este caso la de fotos de Raúl Flores, describe el proceso de remodelación, original y espacioso, que llevó al nacimiento de Le Bar.
Le bar queda en Tucumán 422. Abre de lunes a sábado de 12 a 2. Tel.: 5219-0858
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