Domingo, 1 de julio de 2007 | Hoy
SALí
Las noches gastronómicas de Avenida Corrientes no sólo obligan a la pizza chorreante, la papa frita de palacio, el fetuccini a la bolognesa o la inmortalidad for export. Ahora las almitas sensibles y trasnochadas también tienen un destino algo más primoroso donde refugiarse tras una retrospectiva en la Lugones o una visita al teatro de revista. Lo nuevo de lo nuevo es Sattva, un primoroso restó de comida vegetariana surcado por mandalas de Transilvania, lámparas orientales y vajilla de porcelana turca.
La nueva maravilla céntrica queda en Montevideo, a pocos metros de Corrientes, y fue ideada por Germán, un médico amante de la vida natural, y su joven dream team de entusiastas. Juntos pulieron, rasquetearon, pintaron y lijaron un antiguo local de productos eléctricos industriales que, a cambio, regaló unas hermosas alacenas de cedro, unas mesas de roble y hasta una increíble barra espejada.
Ahora, una pizarra negra reseña las sugerencias del día: rolls de aduki y ricota, timbal de mijo con champis grillados, pizza vegetariana (con fainá), guisos y un plato gourmet que se renueva todos los días. Nunca falta un menú equilibrado que combina verduras, cereales y proteínas, sandwiches de tofu o ceitán, pastas artesanales, burritos de roquefort y aceitunas y hasta ¡salchichas vegetarianas!
Sattva sólo pide renunciar a las gaseosas para sucumbir a la ginger de jengibre, los licuados y los vinos y cervezas orgánicos. La pastelera Majo hace proezas (aptas para celíacos y veganos) donde brilla el pastel de chocolate y calabaza, los muffins y la tarta de manzanas. Ideales para combinar con aromáticos tés de hierbas que se eligen en el mostrador y se sirven en adorables tasas chinas con colador incluido.
Las noches de martes y miércoles serán low-fi: discos de pasta fuera de toda moda sonando en dos Winco de colección, mientras una bella ánfora hindú circula por las mesas acercando hipnóticas pócimas de chai.
Sattva queda en Montevideo 446, 4374-5125. Abre de martes a sábados de 20.30 a 0.30 y de lunes a viernes de 8.30 a 16.
En la esquina de Niceto Vega y Humboldt, justo en frente de Niceto, abrió Zum Zum, un nocturnísimo restobar que pretende dejar huella dentro de la superpoblada oferta palermitana con sus sofisticados aires tecnológicos. Casi como si fuera Tokio, el lugar cuenta con música de vanguardia con pantallas en cada salón, juegos interactivos colgando de las paredes, wi-fi en todos los rincones, baños con transparencias y hasta mozos con ecualizadores que atienden con una celeridad aterradora.
Mientras el salón principal se viste de rojo y alienta a los grupos bulliciosos, hacia el fondo todo se aquieta para desembocar en el asillonado salón azul. Pero aquí y allá, la especialidad son las tapas españolas: tortilla a la española, bruschettas, bastones de muzzarella, spring rolls, lomo, quesadillas y satay para pinchar con pasión (combinadas salen en promoción). También se lucen los tacos, las tablas y las ensaladas (imperdible la Paris Hilton, burlona pero efectiva con las chicas light). En Zum-Zum, los sandwiches son verdaderos principales: salen en primorosas bandejas blancas, acompañados por enormes papas y en variedades inenarrables. (¿Un dato? El lomito royale proviene efectivamente de la realeza). Y para los clásicos que prefieran “comida de verdad”, nada mejor que una supremita de pollo rellena, un lomo con hongos, sorrentinos caprese o penne rigati con queso azul. Todo, elaborado por el chef Pablo de la Fuente (ex Maldito Salvador, Viejo Indecente), que nunca mira el reloj para cerrar la cocina. ¿De postre? Menàge a trois helada. Mmmmmm.
En materia de tragos, Zum-Zum dice no tener competencia. Una barra custodiada por “El Gato” y comandada por el bartender Juancho Lavarallo ofrece más de 50 opciones (exóticas y clásicas), vinos de qualité, medidas de sake y 14 variedades de cervezas alemanas y japonesas que salen en pintas. ¿La promo? Superhamburguesa con cerveza. Ideal para cuando termina el baile y amanece por la ventana.
Zum Zum queda en Niceto Vega 5500. Abre de lunes a sábados a partir de 18 a 6 AM. Reservas al 4774-8622.
En el escondido Pasaje El Maestro funciona hace cinco años La casa de Alcira, un restaurante barrial atendido por la multifacética Alcira y el resto de los integrantes de su familia quienes aportan a la causa, cada uno con su especialidad. Julián es hijo y además chef. Horacio, marido y artista plástico, responsable del decorado del sector fumador, un patio al mejor estilo Jackson Pollock de coloridas pinceladas irregulares. Para el salón principal apostó a las combinaciones fuertes, con colores naranja y fucsia.
Mesas vestidas para 90 cubiertos están diseminadas por distintos sectores de la amplia casona de techos altos, que en varias ocasiones es alquilada para cumpleaños, bautismos o cualquier otro festejo. Los platos se dividen en dos: los de autor y los que fueron surgiendo a pedido del cliente. Carré de cerdo envuelto en panceta, con tortilla de batata y hongos con salsa de mostaza; raviolón de salmón con tortilla de acelga y queso de crema de camarones y albahaca, picadas de la casa, minutas y las preparaciones criollas típicas como lentejas, mondongo y guisos, servidos especialmente en fechas patrias.
El próximo 9 de julio es una buena ocasión para acercarse a Caballito y probar las porciones generosas servidas en grandes platos de este lugar cuyo principio básico es no apurar a sus comensales. Los precios rondan entre los $ 20 y $ 25. Todos los mediodías, además, un menú ejecutivo llena de sonrisas el barrio: sólo $ 10 por un plato más copa de vino.
Las maravillas de La casa de Alcira continúan en el primer piso. Un café concert para 60 personas funciona los viernes y sábados donde tres narradores, incluida Alcira, recitan cuentos de Fontanarrosa, supervisados por el director Enrique Federman. El acceso al show es de $ 20 e incluye una cazuela de guiso. A apurarse porque son las últimas funciones. Programación con sorpresas para el Día del Amigo.
La casa de Alcira queda en Pasaje El Maestro 175. Abierto de martes a domingo, mediodía y noche. Tel.: 4901-5392/ 4903-2937.
Si el bar es el lugar por excelencia para tomar un buen cafecito a cualquier hora del día, La Mercería, bar de vinos y café, redobla la apuesta y amplía el concepto convirtiendo las dos bebidas en protagonistas del lugar. Además, varias pizarras ubicadas por todo el salón exhiben algunas opciones comestibles. El fuerte de la casa son los sandwiches especiales y los favoritos son el de salmón rosado y toda la línea de ahumados de jabalí o ciervo. También se sirven clásicas picadas que pueden ser acompañadas por vino por copa, un vermouth o alguna que otra bebida espirituosa a elección.
De la antigua mercería que anidaba en la esquina de Beruti y Laprida quedan algunas huellas. En un gran mostrador de madera conviven delicatessen de productos naturales, medialunas, copones y algunos ovillos, botones, cintas de algodón y agujas, sobras originales de la vieja tienda. Una publicidad de lanas La religiosa para tejedoras exigentes cuelga de una las paredes y también hay algunos otros detalles que es mejor descubrir in situ.
La actual Mercería abre sus puertas todos los días desde muy temprano. A partir de las 7.30 los clientes, en su mayoría del barrio, pueden apurar el primer café. Para el mediodía se sirve un amigable menú ejecutivo por $ 15. Como homenaje al sector de la casa que las abuelas suelen elegir para sus tejidos, una pequeña pero privilegiada mesa con sillones del lado de la ventana invita a apoltronarse en el amable bar de Barrio Norte que recuerda los pequeños bares parisinos de películas. Y para hacer aún más fiel y cercana la imagen, en pocos meses La Mercería se convertirá en un verdadero bistró francés con propuestas gastronómicas basadas en platos de una las cocinas más chic. Por ahora, habrá que conformarse con una copa de vino servida en fastuosos copones, una sazonada picadita o alguno de sus sandwiches portentosos.
La Mercería queda en Beruti 2803. Abierto de lunes a sábado. Tel.: 4822 1513.
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