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› Por Ignacio Molina
Quilombo!: la revista virtual de cultura afro que se edita en Argentina.
Hacia mediados del siglo XIX, casi la mitad de la población de Buenos Aires era negra. Una población que, traída desde Africa como mano de obra esclava, había mixturado sus costumbres y su lenguaje con la forma de vida de los criollos y los inmigrantes europeos. De la eventual unión de todos ellos surgieron los mulatos, los zambos y los mestizos. “Los rituales del ritmo, del color y del sabor, de la voz y la palabra, del cuerpo y el tambor fueron las lenguas que nos dejaron aquí, como secretos tesoros en la orilla del mar. Un territorio nuevo, una junta de lenguajes que ya mixturados con otras culturas y con otros tiempos: un quilombo de expresiones se estaba gestando en el centro mismo de esta ciudad”, así se presenta, y a la vez explica el origen de su nombre, Quilombo!, una revista digital y bilingüe de arte y cultura afro que se edita mensualmente desde julio de 2005 y que hoy llega a más de quince mil suscriptores en todo el mundo. Fue la nueva ola de inmigrantes africanos, afrocaribeños y afrosudamericanos que recibió la Argentina a partir de la década del noventa lo que llevó a su editora, Dinah Schonhaut, a interesarse por esta cultura y, posteriormente, a idear el proyecto de editar una revista. Por las páginas virtuales de Quilombo! pasan (a través de audios, videos y notas, muchas de ellas de corresponsales en Cuba, Uruguay, Brasil y Perú) los mejores representantes del arte de raíces negras, además de entrevistas a difusores y reivindicadores de la misma, como Eduardo Galeano y Horacio Hernández. También se pueden encontrar, en su web, documentos académicos sobre la historia y la cuestión afroamericana. El objetivo de Quilombo! es, según sus responsables, el de “revalorizar los aportes negros a la cultura popular latinoamericana”.
Para suscribirse y consultar los números anteriores de la revista Quilombo!, ingresar a www.revistaquilombo.com.ar
Fiestas Afrolunes: de Senegal al Abasto.
Los antiguos grios eran narradores orales africanos que, a través de sus relatos, se encargaban de difundir las historias y las epopeyas de sus pueblos a las nuevas generaciones. Para mantener esos relatos en la memoria de todos, los convertían en canciones que musicalizaban con instrumentos de percusión y de cuerdas. Así, los grios inventaron un estilo musical que ha influenciado a muchos de los géneros modernos de Occidente, como el rap. De esa formación cultural proviene Cheikh Gueye, un músico senegalés que llegó hace pocos años a la Argentina y que desde mediados de 2009 anima las Fiestas Afrolunes, veladas que para muchos ya se han hecho costumbre en el Abasto. De manera similar a lo que alguna vez fueron los Anti-domingos (una fiesta que se hacía en una casa del barrio de Saavedra para combatir la probable depresión dominguera), las Fiestas Afrolunes se han convertido (además de en una gran manera de acercarse a la música de raíces africanas) en una de las formas de hacer más llevadero el peor día de la semana. Junto con tragos y comidas caseras, la fiesta ofrece cada noche el set de un dee jay y la actuación de un grupo argentino diferente, casi siempre relacionado con el re-ggae o el ska, como Paraipou, Aminowana o Satélite Kingston. Pero sin dudas el plato fuerte de la noche, el momento más esperado por todos, es el show brindado por Semilla de la Cultura, el megacombo percusivo de más de veinte músicos dirigido por Gueye. Para muchos habitués, estas fiestas ya son una suerte de ritual que los obliga a comenzar la semana (o terminar el fin de semana anterior) de una manera diferente.
Las Fiestas Afrolunes se realizan todos los lunes, a partir de las 22.30 horas, en Uniclub, Guardia Vieja 3360.
Palermo Negro: el espacio de arte del artista uruguayo Daniel Pérez Acosta.
Lo primero que se ve al entrar en Palermo Negro, un pequeño y cálido local ubicado en la parte más vieja del barrio porteño que le da nombre, es una fotografía ampliada de un hombre de ascendencia afro, con sombrero, saco blanco y maletín, caminando por una plaza de Montevideo. El protagonista de la foto, que parece tomada a mediados del siglo pasado, es el abuelo afroamericano de Daniel Pérez Acosta, un artista nacido hace poco más de cincuenta años en San José, un suburbio humilde de la capital uruguaya, y afincado desde hace dos décadas en Buenos Aires. Pérez Acosta fue criado en un hogar donde, dice, se cumplían las tradiciones emparentadas con sus raíces, en un tiempo donde los afroamericanos eran considerados como ciudadanos de segundo nivel por la sociedad uruguaya. Y aunque es ecléctica y variada, su obra artística (tanto sus dibujos y pinturas como sus instalaciones) se encuentra claramente influenciada por ese origen. “Una obra cuyo rasgo preponderante es el intenso y sutil desarrollo de un arte con raíces afrosudamericanas, huella inequívoca de sus propias tradiciones y de su cultura”, se lee en el catálogo de la muestra que actualmente exhibe en su espacio de arte y que consta de cien piezas de pequeño formato dedicadas a la temática del jazz. Parte de la historia de vida de Pérez Acosta (quien fue criado a medias por su madre de sangre y por una vecina que se ganaba la vida ejerciendo la prostitución) es narrada en el libro Hijos de putas, de Adriana Balaguer. Aquella infancia lo empujó, de alguna manera, a convertirse en el artista que es hoy. Los primeros retratos que realizó, casi a escondidas, fueron los de las mujeres que trabajaban junto a su madre de crianza y, desde entonces, todas las mujeres que pinta o que dibuja se ven influenciadas por aquéllas.
El espacio de arte Palermo Negro queda en Julián Alvarez 1724. Abre de lunes a sábados de 10 a 20 hs.
Pedro Parcet: el guardián de la tradición oral.
La cultura africana posee, desde tiempos remotos, una rica y extensa tradición de relatos y leyendas populares que se transmitieron de generación en generación y que fue introducida en el continente americano de la mano de quienes llegaron esclavizados luego de la colonización. En Argentina, pese a los procesos de emigración, muerte e invisibilización que sufrió la población negra a partir del siglo XIX, la llama de esa tradición se ha mantenido encendida. Y en estos primeros años del siglo XXI, uno de los responsables de esa tarea es Pedro Parcet, un argentino que ha estudiado la música, la cultura y la tradición oral africana con maestros de Senegal, Camerún y Mali, entre otros países, y que se dedica a narrar en público cuentos y leyendas de Africa. Ante una audiencia que varía entre las quince y las varias decenas de personas, Parcet (ataviado con un gorro y una larga túnica, junto a una imagen de Nelson Mandela, y a veces acompañado por instrumentos de percusión) brinda un espectáculo donde combina relatos, mitos y proverbios. Su repertorio, según sus propias palabras, abarca a todo el continente: “Desde el norte hasta el sur: cuentos magrebíes, bereberes, árabes e islámicos hasta pasar por todas las etnias de Africa Negra; mandinga, peule, bantú, yoruba, y también los mágicos cuentos del cuerno de Africa y toda la costa este africana, incluidos los cuentos de Madagasacar”. Entre esos cuentos, hay muchos con enseñanzas o moralejas filosóficas, otros humorísticos, y también eróticos o infantiles. Parcet suele llevar sus narraciones a bares, teatros, plazas, escuelas y bibliotecas, además de hacerlo, claro, ante las camas de sus propios hijos cuando se van a dormir.
Para consultar las próximas presentaciones de Pedro Parcet, ingresar a www.cuentosafricanos.com
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