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Golpe a la visión

Los murales de Gualicho en Colegiales

Caminar por ciertas calles de Colegiales puede asemejarse a recorrer una galería de arte contemporáneo al aire libre. Uno de los responsables de que eso suceda es el joven artista Pablo Harymbat (más conocido como Gualicho, palabra que él asocia con “la creación, la exploración y la psicodelia”), autor de muchas de las pinturas que ocupan las fachadas de casas y los muros de plazas, puentes y vías del barrio. Entre todas esas obras dignas de conocer se destaca la que realizó sobre el frente de la casa de una de las ochavas de la esquina de Jorge Newbery y Zapiola, a pedido de los dueños de la productora de cine y publicidad que la ocupa. Allí se puede contemplar una obra de estética retro-futurista protagonizada, en colores amarillo y anaranjado, por extrañas criaturas humanas y animales, especies vegetales, aeroestatos y submarinos. Gualicho, artista precursor del Street Art en Argentina, incursiona en las técnicas de la plástica, el graffiti y el esténcil, la serigrafía, los calcos y los fanzines, y ha dejado su huella en muchísimos muros de diferentes ciudades de Latinoamérica. La intención de su trabajo, según sus propias palabras, es la de “producir un shock, ya sea estético o de significado, un golpe a la visión, y si ese golpe te hace ver la realidad de otra manera, mucho mejor”.

El mural de Gualicho se encuentra en la ochava noroeste de la esquina de Zapiola y Jorge Newbery.

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Conventillo en peligro

El mural Entrada a La Boca, de Omar Gasparini, defendido por los vecinos

Desde el último año del siglo pasado la entrada al barrio de La Boca (en la primera cuadra de la avenida Almirante Brown, frente a una de las esquinas del Parque Lezama) se ve engalanada por un gran mural realizado por el escultor y escenógrafo argentino Omar Gasparini. Sobre un viejo paredón, el mural recrea un antiguo y colorido conventillo del barrio e incluye a personajes emblemáticos de la ribera como Quinquela Martín, Juan de Dios Filiberto, Carlos Gardel y Diego Maradona. También puede verse ahí a un trapecista de circo balanceándose desde el puente de hierro del Riachuelo y otras escenas de la vida cotidiana: un malevo fumando un cigarrillo apoyado contra un poste, una cantina tradicional, un gato negro sobre un tejado, marineros en busca de diversión, inmigrantes italianos comiendo pizza. Muchos de los materiales que sirvieron para la construcción del mural (rejas, chapas, puertas, maderas) habían pertenecido a un viejo conventillo de la calle Puerto de Palos. Hoy el mural, tal como se lo conoce, corre peligro: la cuadra en la que se encuentra pertenece a la zona que sufrirá modificaciones debido a la ampliación de la avenida Paseo Colón. Para defender la obra de Gasparini, los vecinos se reúnen periódicamente en tertulias organizadas por la Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural de la Ciudad de Buenos Aires.

El mural Entrada a La Boca de Omar Gasparini se encuentra en la primera cuadra de la avenida Almirante Brown.

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Galería callejera

Siete años de arte en el “muro de Edenor”

De lunes a viernes, la cuadra de la calle Matienzo entre Zapiola y Conesa debe ser una de las menos transitadas de la ciudad. Los fines de semana, en cambio, esa cuadra es testigo de los juegos de los niños, las mateadas de las familias y la música y el baile de la murga del barrio en la plaza de enfrente. Lo que siempre se ve, independientemente del día, es el colorido de la fachada de la planta eléctrica de Edenor, una suerte de galería informal y pública de arte desde hace siete años. En el 2004, el artista holandés The London Police (una de las figuras mundiales del arte callejero) y el argentino Lucas Lasnier (también conocido como Parbo) vieron una posibilidad en ese extenso muro grisáceo y pusieron manos a la obra para llenarlo de ideas, figuras y colores. A partir de entonces, cada año diferentes artistas de la ciudad le añaden y le cambian la fisonomía al muro, sobre el que tampoco faltan declaraciones de amor y graffiti sueltos del sector de la hinchada de Excursionistas que se junta en los alrededores de los monoblocks del barrio. Lo que nunca se ve, por suerte, son afiches publicitarios o de propaganda política. El mural fue protagonista de un corto de animación realizado por el artista e ilustrador porteño conocido como Blu, que puede mirarse en el link www.blublu.org/sito/video/muto.htm

El conocido como mural de Edenor se encuentra en la calle Matienzo, entre Zapiola y Conesa.

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Pasaje, barrio y magia

Las casas pintadas por Marino Santa María en Barracas

El Lanín es un pasaje curvado de tres cuadras de extensión, entre las calles Suárez y Brandsen, ubicado en el corazón del barrio de Barracas. Hasta 1998 era uno más de los tantos pasajes de calles bajas y grises que pueden verse en el plano de la ciudad. Ese año, uno de sus habitantes, el artista plástico Marino Santa María, decidió pintar una de sus obras en el frente de su taller en uno de los extremos del pasaje. Atraídos por el color y la novedad, otros vecinos decidieron pedirle que hiciera lo mismo en sus propias fachadas. En poco tiempo, entonces, Santa María fue pintando (en tonos de azules, rojos, amarillos y verdes) los frentes de más de cuarenta casas del pasaje respetando los gustos de sus propietarios y el estilo arquitectónico de cada vivienda. Con el paso de los años, y debido al deterioro causado por el tiempo, las lluvias y el sol, el artista reforzó sus obras adhiriéndoles venecitas, azulejos y vidrios. De esta manera, el Lanín se transformó en un sitio de atracción para turistas y para porteños curiosos pero también, por carácter transitivo, para el mercado inmobiliario: hay empresas constructoras que ya están planeando levantar edificios que, lamentablemente, lastimarán la fisonomía y la magia que supo ir ganando el pasaje.

El pasaje Lanín queda en el barrio de Barracas, entre las calles Suárez y Brandsen.

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Fotos: Pablo Mehanna