Domingo, 19 de febrero de 2012 | Hoy
SALí
Por Carlos Godoy
Möoi, historia y modernidad
Möoi es una típica casona porteña convertida en un moderno restaurante de Belgrano. Casona en todos sus detalles: aberturas, pisos originales, altura. La casa antiguamente fue muchas cosas, desde un petit hotel de los años ’20 pasando por una heladería, siguiendo luego por una cafetería hasta terminar con lo que es hoy: un restaurante con un estilo muy marcado, que cuenta con una planta baja donde funciona el local propiamente dicho y un primer piso que es una fiel muestra del pasado: con vitreaux, techos originales, parquet de pinotea, balcones e imponente escalera, este sector funciona como salón de eventos, sociales o corporativos.
Jessica Lekerman, una de las socias, chef y food designer, tenía una idea muy clara de cómo quería que fuese su emprendimiento. El objetivo era tener un espacio acogedor, sorprendente y creativo. Para ello contrató a la arquitecta María Laura Velardo, y juntas pusieron en marcha el proyecto.
Del lado de la arquitectura fueron necesarias varias reformas, porque la casa, en manos de anteriores dueños, había sido modernizada, con una mirada estética opuesta a lo buscado por Jessica. Era necesario recuperar la esencia de lo que este lugar supo ser. Una vez resuelto esto, llegó la hora de la decoración, para lo que se incorporaron muchos detalles propios y originales: paredes pintadas por diferentes artistas plásticos, lámparas artesanales, un jardín de invierno decorado con diseños hechos con venecitas. Así, Möoi se convirtió en uno de esos espacios en donde la mirada siempre descubre algo y nunca se cansa de encontrar detalles: cuadros, floreros, botellones, cascadas, jardines, plantas.
Pero en Möoi, a fin de cuentas un restaurante, también se come. Para esto, cuenta con dos cartas diferentes; una, llamada “La carta del día”, funciona de 8 a 20; la otra, llamada “La carta de noche”, funciona desde la 20 al cierre. Este doble juego de cartas es acompañado por una ambientación acorde a la hora de día. A medida que anochece, baja la intensidad de las luces, se cambia la mantelería, se encienden las velas.
Para el almuerzo son recomendables las veggies (hamburguesas vegetarianas a base de cereales y legumbres) y el Crispy de salmón. Además, cuentan con un menú rápido y consistente que varía todos los días, acompañado por aguas saborizadas 100 por ciento naturales y caseras, todo por $52. En desayunos y meriendas, lo más pedido es el llamado menú energético a $35, mientras que por la noche los aplausos se los lleva el cordero Malbec o el salmón con vegetales, a $70. De postre, Jessica recomienda la torta húmeda de chocolate con frutos rojos, y aclara que su preferido, si de dulces se trata, es el flan de manzana y amaranto con jengibre cristalizado y helado.
Por todo esto, y por muchas cosas más, vale la pena descubrir Möoi. Un restaurante que reúne espíritu gastronómico, creatividad y mucho estilo estético.
Möoi queda en Cuba 1985. Teléfono: 4783-9000. Horario de atención: lunes a viernes, de 8 a 24. Sábados y domingos, de 9 a 24.
Cusic, cocina sana, mente tranquila
A diferencia de otros restaurantes de Palermo, y sin por esto ser un restaurante secreto, Cusic tiene ausencia total de vidriera. Para entrar hay que tocar una campana de la que cuelga una cuchara de madera. Detrás de la puerta, está Ariadna Gutiérrez, la dueña misionera de esta ex casa, ahora restaurante, que conserva el patio y el salón original, y que con muy pocas restauraciones ha logrado crear un ambiente luminoso y tranquilo.
La casa-restaurante cuenta con un salón principal, con una escalera que da a un entrepiso y un hogar que se prende cuando hace frío. Ahora, en verano, se lo usa como apoyo para algunos juegos antiguos, libros viejos o unos cactus de diseño hechos en tela. Este salón es acompañado por una galería con mesas y sillas muy bien dispuestas al resguardo del sol debajo de las enredaderas, y en el fondo hay un patio donde se siembran hierbas aromáticas que luego pasan a ser ingredientes infaltables de los platos de la carta.
El gran logro de Cusic es haber logrado un ambiente amplio y cómodo, sin perder la familiaridad típica de una casa de barrio. Suele haber música a un discreto volumen, perfecta para la charlar y la reflexión. Así, este clima contagia a los clientes, que se sienten relajados, como en el living de una casa. En especial los días de semana, calmos y con gente que sobre todo va a merendar y desayunar. Los fines de semana, la cosa cambia: conviene llegar temprano o llamar por teléfono para saber cuánta demora habrá. Un esfuerzo extra, pero que vale la pena hacer.
La decoración es simple, muy acorde a esos tipos de casas con techos altos y pisos de cerámico. Repartidas por todo el salón hay pizarras escritas con sugerencias de una manera poética y en frases tales como “a falta de pan, buenas son las tortas”. También, en una de las paredes de ladrillo cuelgan platos de distintas épocas y diseños.
Ariadna, más conocida dentro de su clientela como Cusi, es también la cocinera. “Todo es bien fresco”, explica. “Por eso es que a veces tarda más en llegar el plato a la mesa. La comida no se marca (no se pre-cocina), para conservar así todos los sabores y nutrientes originales de los alimentos. Busco una comida muy sana. Muchos platos lindan con lo naturista, otros son más bien clásicos y contundentes, como un omelette de jamón y queso. La estrella de la casa son los bagles que se pueden comer aquí o llevarlos a tu casa (la docena por $40)”, culmina. A esto será necesario sumar wraps de crudo (jamón crudo, rúcula, tomates asados, cream cheese), budines, muffins para tomar el té y, para los más chicos, la recuperada chocotorta.
Cusic, un refugio en Palermo que cumple con mucho de lo que uno espera de un restaurante: armonía, simpleza y cordialidad.
Cusic queda en El Salvador 6016. Teléfono: 4139-9173. Horario de atención: miércoles a domingos, de 10 a 20.
Croque Madame Café, la imponente casa del cochero
El Croque Madame de Av. del Libertador, ubicado en el patio frontal del Museo Nacional de Arte Decorativo, abrió en febrero de 2006, en la misma casa donde antes vivía el cochero del palacio de la familia Errazuriz. Con estilo netamente francés, fue diseñado por el arquitecto Marcelo Nougues, especialista en restaurar y acondicionar lugares con “mística” histórica. A fin de cuentas, se trata del restaurante del museo, y debía mantener la coherencia estética.
Croque Madame cuenta con un sector para comer al aire libre, tranquilo y silencioso salvo por el canto de algunas aves que viven en los árboles de la zona. Tiene estatuas, plantas acuáticas y un imponente piso de piedra. Algunas mesas y sillas rodean la fuente de agua del patio, cada una con su correspondiente sombrilla. Otras están debajo de los árboles, resguardadas del sol y de la avenida. Por su lado, el salón es un tanto más señorial, muy cómodo y parisino, con colores sobrios y cierta imponencia sin exagerar.
La especialidad de esta pequeña cadena gastronómica es ofrecer un servicio cuidadoso y elegante, pero de una manera informal y relajada. A Croque Madame se puede ir tanto por un café con torta o una cerveza con bruschettas, pero también es recomendable para disfrutar de una cena completa y equilibrada.
La clientela es muy heterogénea, de todo tipo y edad. Los habitués tienen sus predilecciones y recomiendan merendar al aire libre, eligiendo el camino del té y los scones. Otra especialidad, como lo indica el nombre, es el croque, un típico sándwich francés. Los hay de pollo, vegetarianos, de langostinos y más variedades. Por ejemplo el Croque Madame (según Pablo Campos, gerente del restaurante, es el más exitoso), lleva pan dorado en manteca, queso gruyere, jamón cocido y huevo a la plancha ($42).
El almuerzo, sin contar el vino, tiene un costo de unos de $70 por persona. Para la cena, el precio sube según el plato principal elegido, como el salmón en croute con flan de echalotes, a $62.
Las tortas, artesanales y muy ricas, rondan los $26 la porción, y la carta cuenta con una gran variedad de pastelería para acompañar el té o café de la merienda. Un clásico es la tarte tatín de peras. Pero más allá de cada plato en particular, la carta completa tiene un estilo francés. Así, en invierno, hay que ir a degustar las imperdibles sopas.
No hay que dejarse engañar: la entrada coqueta de Croque Madame Café puede intimidar. Incluso, mucha celebrity aprovecha esto para lograr una comida íntima; de hecho, hace un par de meses, llegó un auto lleno de custodios, de donde bajó Cindy Crawford. Pero una vez dentro, el restaurante muestra su rostro más amigable. Un rostro de sándwiches, tortas y un patio único en la ciudad.
Croque Madame Café queda en Av. del Libertador 1902. Teléfono: 4806-8639. Horario de atención: lunes a domingos de 10 a 24.
Fotos: Pablo Mehanna
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