SALí
› Por Sandra Martínez
Café Rivas, chapado a la antigua
Moverse en bicicleta está en auge. Sea como transporte cotidiano, sea como deporte urbano, sus beneficios son múltiples y están a la vista: mejora la salud, descongestiona el sistema de transporte público, evita la contaminación sonora y química del ambiente y, tras unos meses ahorrados al transporte diario, se amortiza su valor de compra.
Con la aparición de tantos nuevos ciclistas, algunos bares y restaurantes comenzaron a ofrecer un espacio para que sus clientes puedan dejar sus bicis en un lugar seguro y sin molestar al paso. En el caso de Café Rivas, todo comenzó como una iniciativa práctica. Como el staff suele llegar en bicicleta a su lugar de trabajo, instalar un bicicletero en la ochava de veredas angostas fue casi una cuestión de necesidad, que luego se convirtió en una comodidad para otros visitantes.
Ubicado en una de las esquinas más antiguas de Buenos Aires, muy tranquila pese a estar a la vuelta de la zona más concurrida por los turistas, las bicicletas quedan estacionadas a unos pasos de la puerta coronada por una marquesina en vidrio y hierro forjado. En el interior sobresale la barra de mármol de Carrara, mientras que la boiserie da calidez al lugar. A la altura de las lámparas de cristal, un entrepiso con algunas mesas pequeñas y un piano permite asomarse sobre el salón. Por estética y apuesta, podría pensarse que se trata de uno de los bares notables de Buenos Aires, pero el acta de nacimiento de Rivas tiene fecha más reciente, en 2001. Esa sensación de clásico se debe a que su ambiente aprovecha elementos rescatados de demoliciones, sumando un trabajo bien actual y artesano.
La propuesta gastronómica arranca con desayunos, combos de estilo clásico y simple (entre $18 y $32), que se sirven de 9.30 a 12. En los mediodías de lunes a viernes el fuerte es el menú ejecutivo, con tres variantes de platos principales (la consabida trilogía de pasta, carne y pescado) con bebida ($52) y un postre del día opcional ($65). A la hora de la merienda, café (desde $10), blends de tés de la marca Tealosophy ($16) y frozen coffees (desde $26) acompañan una pastelería sencilla, pero rica y fresca, como los brownies ($12) o los scones ($8).
Café Rivas también vive de noche, más allá de que a esa hora son pocos los que llegan en dos ruedas. Cuando el sol se oculta, las mesas se visten, las luces bajan, el lugar gana en romanticismo y la carta amplía su propuesta con una cocina más trabajada: entradas como la sartén de langostinos ($61) y principales como el ossobuco braseado con vino blanco y canela ($62) y el risotto de cordero ($56). En el entrepiso se suceden espectáculos de teatro, recitales de poesía y shows musicales de artistas independientes que alternan según la fecha, llevando su bohemia a la noche de San Telmo.
Café Rivas queda en Estados Unidos 302. Teléfono: 4361- 5539. Horario de atención: martes a jueves de 9.30 a 0:30. Viernes y sábados de 9.30 a 1. Domingos de 11 a 20.
Bike & Coffee, a la vera del río
El Tren de la Costa no está en su momento de gloria y la mayor parte del recorrido se está sumiendo en cierto deterioro. Pero hay excepciones: por ejemplo, Bike & Coffee, que rescató la encantadora estructura de estilo inglés de la estación Las Barrancas para convertirla en un deli bar que funciona como punto de encuentro para los numerosos ciclistas que recorren el paseo costero que se extiende entre Vicente López y San Isidro, bordeando el río a través de parques y barrancas con casonas antiguas.
Bike & Coffee recibe a los clientes con numerosos bicicleteros y una barra al aire libre, donde despachan jugos y licuados al paso cuando el clima lo permite. En el salón se destaca la mesa comunitaria, que incentiva la charla entre extraños. Otros aprovechan las publicaciones sobre ciclismo que se guardan en el mismo revistero donde están los diarios del día y las revistas de actualidad, para leerlas en las mesitas dispuestas en el andén. Además del plato del día ($42), lo más pedido son los sandwichs y ensaladas. Entre los primeros, tientan el BBQ Pollo, con pollo grillado, queso chedar, panceta crocante, hongos caramelizados y unas papas fritas muy doradas y crocantes ($52), la tradicional hamburguesa completa con papas ($48) o el wrap de lomitos de atún, tomates secos y verdes ($56). Las ensaladas que más salen son las clásicas capresse ($52) y caesar con pollo ($58) y la evergreen, con rúcula, endivias, espinaca, lechuga, champignones y queso brie ($56). También hay tartas caseras con verduras de estación ($42) y pizzas al horno de barro ($62). Por la mañana ofrecen desayunos muy variados, que van desde el café con medialunas ($30) hasta el baguel con salmón ahumado y huevos revueltos ($53). Para la tarde, una limonada con menta, pepino y jengibre ($16 el vaso) es una buena elección, que se puede acompañar con algún dulce como el apple crumble ($30) o el marquise de chocolate ($30).
Al terminar la comida, con solo cruzar un pequeño puente, se puede visitar la feria de antigüedades de San Isidro, que se extiende a lo largo del andén contrario. Allí se encuentran tesoros de todo tipo, desde jabones de tocador de los años cincuenta en su empaque original hasta delicados juegos de café de porcelana, con vendedores amables y bien predispuestos. Otra opción es hacerse una escapada hasta la otra sucursal de Bike & Coffee, ubicada en la estación Punta Chica del mismo tren, donde tiene un espacio propio el conocido pastelero Mauricio Asta, con un take away especial para golosos. Como extra, en Bike & Coffee también pensaron en quienes no tienen bicicleta propia y las alquilan por $25 la hora, con casco incluido. Más bike friendly, imposible.
Bike & Coffee queda en la estación Las Barrancas del Tren de la Costa (Juan Díaz de Solís 736, San Isidro). Teléfono: 4798-1724. Horario de atención: martes a viernes de 8 a 18. Sábados, domingos y feriados de 8 a 20. Sólo efectivo.
Crisol, con el corazón en el barrio
En poco más de un año Crisol se consolidó como uno de los cafés favoritos de Colegiales, avanzando con pasos seguros. En una primera etapa, conquistaron a los vecinos. El secreto fue la atención personalizada y los platos realizados con buenos productos, que van cambiando periódicamente para no aburrir a los habitués, desde jubilados que desayunan todas las mañanas leyendo el diario y saludan a las camareras por su nombre hasta mamás que almuerzan juntas después de dejar a los chicos en los numerosos colegios cercanos.
Gracias a los buenos comentarios, la fama se extendió más allá de las fronteras de barrio. Mucho ayudó la actitud bike friendly del lugar. Colegiales es una buena zona para recorrer en bicicleta, con una red de bicisendas y muchos lugares para conocer, como tiendas de diseño y decoración, galerías de arte y talleres. En Crisol las bicis no sólo son bienvenidas y tienen su estacionamiento junto a la entrada, sino que incluso forman parte de la decoración, con una preciosa bicicleta blanca y antigua que descansa entre sacos de café de arpillera.
El café es uno de los pilares de la propuesta gastronómica, preparado con la mejor selección de granos que también se venden para preparar en casa. El más pedido es el tazón de la casa ($19) y, entre los especiales, el “del barista”, con jarabe de avellanas, ron y espuma de leche ($30). Para los ciclistas y peatones al paso hay café espresso para llevar (desde $13). Otro punto fuerte son los desayunos, con opciones como “el saludable”, que incluye un batido frutal y un sandwich vegetariano ($46) o los más contundentes como el “capítulo 1”, con tostadas francesas con miel, crocante de frutos secos y copos, banana, compota de frutos rojos y queso blanco ($43). Los domingos tienen tres opciones de brunch con infusiones, jugo o limonada, tostadas con queso y mermelada, croissant, mini granola o ensalada de frutas, budín y alternativas como huevos revueltos con panceta, hojaldre con hongos y gruyère o tostadas francesas dulces o saladas por $90.
Para el almuerzo no hay que dejar de consultar las opciones del día. Un plato principal (que puede ser desde un pan de carne relleno hasta una lasagna de vegetales) con bebida sin alcohol cuesta $43, y la tarta de la casa acompañada con ensalada y bebida, $39. Se puede agregar postre y café por $16. De la carta, los best sellers son la ensalada de trigo burgol y vegetales asados ($46) y el sandwich de bondiola ahumada con pesto de brócoli, tomates secos, queso de cabra y rúcula en baguetín ($48).
Vale la pena pedalear por las calles de Colegiales para probar lo que ofrece Crisol. Una esquina con el corazón puesto en el barrio.
Crisol queda en Ramón Freire 1502. Teléfono 4555-5576. Horario de atención: lunes a sábados de 8 a 20. Domingos de 9 a 20.
Fotos: Pablo Mehanna
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