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La sorpresa de Retiro

Pequeño Grand Café

A Retiro todavía lo envuelve una mística barriobajera, esa que se construyó con las historias de los que bajaban de los barcos y subían a los trenes o con las de los que pasaban las horas en bares y burdeles perdidos de la zona. El aire nocturno y la belleza no convencional que cautivaron a Gombrowicz perduran, pero desde hace algunos meses el barrio va tomando un nuevo color, por lo menos en términos gastronómicos. La apertura del deli Farinelli y del bar con toques portuarios Florería Atlántico, sobre Arroyo, son algunos indicadores de este resurgimiento. Como lo es también Grand Café, ubicado en una calle desierta que reclamaba un lugar de este tipo: casual, lindo, con un servicio cortés y rápido y con precios correctos (el café cuesta $12, toda una señal ideológica).

Detrás del proyecto de Grand Café están Luis Morandi y Patricia Scheuer, dueños del Gran Bar Danzón y del restaurante Sucre. De hecho, hay continuidades en cuanto al estilo y la ambientación, que podría definirse como un industrial chic: las paredes son de ladrillo de cemento, los maceteros y la mesa del pequeño living que está en la entrada están armados con pallets. El gris imperante contrasta bien con el naranja de otros detalles, como las sillas de metal, o con el verde de las plantas de interior. Respetando su intención de café de barrio, no falta la tele prendida en algún partido o en el noticiero –a un volumen bajo– y las mesas de habitués.

“Tenemos tres tipos de público: turistas de los hoteles en la zona, vecinos y oficinistas”, cuenta la gerente Romina Cambiaso. La amalgama funciona y encuentra su pico de convocatoria a la hora del almuerzo. Julieta Oriol es la chef y voz cantante en una cocina de la cual salen Egg grand brioche ($42) con huevo revuelto, lomito a la plancha, manteca y miel; sandwiches de salmón asado ($48) o variedad de quesos grillados ($42); ensaladas abundantes o el plato del día: pizza, porchetta, curry de pollo o saltimbocca de ternera (entre $38 y $44). En materia dulce, untuosos cheesecakes de dulce de leche, panes de banana o carrot cake y unos originales vasitos para saborear un shot (cinco cucharadas) de tiramisú, chocotorta, lemon pie o frutas maceradas y crema ($18).

Grand Café no quedará solo en la cuadra. En el local que está justo a su lado, los mismos socios abrirán en las próximas semanas un bistró con carta más extensa, barra de cocteles comandada por Ludovico de Biaggi y un perfil más nocturno, para complementar la propuesta. Un nuevo Retiro comienza, lentamente, a asomar. Y, por ahora, lo hace de la mejor manera.

Grand Café queda en Basavilbaso 1340. Teléfono: 4893-9333. Horario de atención: lunes a viernes de 8 a 20; sábados de 8 a 16.

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Almuerzo con helado

El Guardiola! de acá

Ojo fanáticos y fanáticas: esto no es un lugar dedicado a Pep, no hay posters ni memorabilia del buen mozo DT catalán. “Simplemente nos gustó el nombre, nos sonó bien para el proyecto que estábamos armando, pero nada más. No hay ninguna otra conexión”, aclara Georgina, quien junto a su marido Raúl Barrau y su socio Gustavo Robles está al frente de este nuevo reducto en Las Cañitas, mezcla algo insólita de deli y heladería, que afortunadamente no hace agua por ninguno de los dos frentes.

En un primer momento Guardiola! iba a ser sólo heladería –Gustavo conocía el negocio–, pero luego decidieron añadir un café y un poco después jugársela un poco más y servir también almuerzos. Así, el 27 de noviembre pasado abrieron sus puertas en un local largo, amplio y luminoso, con algunas mesas sobre la vereda, un living con revistas para hojear, una mesa comunal al fondo y hasta una pequeña biblioteca con libros de Dostoievski, Vargas Llosa y Henry Miller.

La carta diseñada por Jessica Scarpati (misma cocinera tras los platos de Coco Marie y Jacinto) es compacta y pone el foco en sandwiches y ensaladas. Ineludibles el wrap de tiritas de pollo pastoril ($55), el bagel de salmón gravlax y brotes de zanahoria o la ensalada de calabaza grillada, quinoa, queso de cabra y almendras tostadas ($58). Hace pocas semanas sumaron la opción de plato del día y preparan más opciones calientes para cuando comience a arreciar el frío. Entre los licuados se destacan el de palta con leche, azúcar y hielo frozen ($32, impecable), y el de nueces y almendras con yogur natural ($32). Para la mañana y la tarde buena pastelería de corte sajón –muy rico el carrot cake con glasé de limón–, desayunos con granola casera, huevos revueltos, bagels y tostadas de pan de campo.

Pero el corazón de Guardiola!, claro, son los helados, preparados in situ, con fruta fresca y sin ningún tipo de conservantes ni saborizantes artificiales (“hecho como antes” dicen, dejando en claro lo que los diferencia de cualquier cadena de heladerías porteña). Están los queridos sabores de siempre más algunas sorpresas originales y siempre bienvenidas, como el de bananas quemadas, el de té verde con jengibre o el de americana con nueces caramelizadas. Los lunes y martes hacen 2 x 1 para los que lleven un kilo.

Silencioso, cómodo, con buena señal de Internet, también es un buen lugar para quedarse trabajando. Una razón más para darse una vuelta por Guardiola! cualquiera de estos días.

Guardiola! queda en Jorge Newbery 1967. Teléfono: 4778-0033. Horario de atención: lunes a sábados de 10 a 20.

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La evolución de las viandas

Fifí: orgánico, sin fanatismos

En un local de techos altísimos y el aire fabril de moda –chapa, madera, pisos de cemento alisado– acaba de abrir Fifí Almacén, que adscribe a la tendencia cada vez más popular de lo rápido y saludable. Diez opciones de ensaladas, diez de wraps (la mitad con carne y la mitad sin), algunos sandwiches y un plato del día son el eje de la carta, que se completa con pastelería sencilla por la mañana y la tarde.

Si bien el restaurante es novísimo, su chef y dueño –Luciano Colombi– hace rato viene tallando su estilo, primero desde su servicio de catering y luego a través de la venta de viandas gourmet. “Tenía ganas de abrir mi propio lugar, quería tratar con el cliente y controlar el producto hasta el final, algo que con las viandas no podía”, cuenta. Sin fundamentalismos, de a poco Luciano comenzó a incorporar en su cocina materia prima más natural y, cuando es posible, orgánica: harinas integrales, azúcar tipo mascabo, sal marina, pollos y huevos de granja. Y, a tono con la época, decidió no vender gaseosas; a cambio hay agua, bebidas con alcohol y cocteles en jarra (como la sangría preparada con vino orgánico y jugo de naranja) y una variedad algo acotada de jugos de frutas frescas.

Si el plan es almorzar sandwiches, uno de los mejores es el de ojo de bife, tomates, cebollas caramelizadas, rúcula y mostaza antigua ($40) en la opción carnívora; y el de tofu, hongos y salsa teriyaki para quienes prefieran optar por el mundo vegetal ($36). En wraps, el de inspiración armenia Farid ($40), trae falafel, hummus con yogurt, tabule y tomates secos envueltos en una masa preparada en el restaurante. Las ensaladas llevan nombres de ciudades del mundo –Jalisco, Tokio, Oslo o Manila– e incluyen ingredientes típicos de cada uno de esos lugares. De postre, crumble de manzana, pastel de bananas y jengibre, o los siempre magníficos helados de Jauja, la heladería venida del sur patagónico.

En contraste con el nombre robado al lunfardo de los años ’30 (“un fifí es una persona de familia adinerada que no trabaja en nada”, según el diccionario), el ambiente expresa una estética contemporánea y funcional, que revela los visos del diseñador Horacio Gallo, responsable también del interiorismo de lugares como La Panadería de Pablo, Tegui o el clásico Sudestada.

Un dato extra: si bien usualmente sólo abren de día, los viernes y sábados a la noche organizan cenas con menú por pasos y tapeos. Y los que llegan en bici obtienen un 10 por ciento de descuento en la cuenta.

Fifí Almacén queda en Gorriti 4821. Teléfono: 2072-4295. Horario de atención: martes a domingo de 11 a 21; viernes y sábados, hasta el cierre.

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Fotos: Pablo Mehanna