Domingo, 23 de diciembre de 2007 | Hoy
YO ME PREGUNTO
Se le dice “suprema” porque cuando se la espolvorea con cianuro pasa a ser la comida “prefecta”.
Héctor, de Tigre
Con tanto abuso de la metáfora, esto se remonta a la parte más sabrosa con que se quedaba la Corte adicta durante el Menemato. Operaciones políticas basura se diría en el actual reinado.
Juez Nazareno Cruz Vélez y la rata
En un tiempo en el que el crimen organizado estaba bastante más organizado que hoy en día, la jefa del Sindicato de Usureros Presos y Reincidentes (SUPR) se casó con el jefe de la mafia de los pollos: Juan Carlos Pollo, quien murió envenenado pocos días después de la boda comiendo un suprema de pollo. El delito permaneció archivado por meses hasta que un corazonada hizo que el comisario ordenará allanar la casa de Ema (como se llamaba la jefa del SUPR) y detuvo a la misma por el asesinato de Juan Carlos Pollo. Rápidamente, millones de periodistas amarillistas lo interrogaron, pero nuestro humilde comisario dijo: “A Juan Carlos lo mató la SUPR Ema de Pollo y es todo lo que tengo para decirles”.
Gonzalo, ex estudiante de Derecho y adicto en recuperación de Derqui, comiendo una buena milanesa a la napolitana
Versículo 87654: La milanesa es el alimento más completo para un cuerpo puro. A la simple se la llamará milanga, a la de harina y huevo batido le diremos Marinada y la de pollo será la Suprema de entre sus hermanas milanesas.
Dalí mama de otro mundo y de otra vida
Es un castigo divino para aquellas personas que no pueden pagarse un buen matambre de cerdo, o una comida realmente nutritiva y no la grasada de milanesas.
San Careta de Bella Vista
¿Suprema? No sé, de pedo que tengo 10 minutos para comer y para lo único que me alcanza con la plata que me da mi vieja es un completo de milanga.
Un meritorio de un Juzgado de Instrucción
Moraba Besutristo en las escalinatas del Monasterio Doménico de Nazanet al 1200, y sentado allí, se dirigió a sus apéstoles diciéndoles: “Oh, hermanos míos, si quieren albergarse en el Reino de los Cielos deben dar en ofrenda la carne, a nuestro, oh, señor Dios, mi padre, supremo, omnipotente”. A lo cual los peregrinos, apóstoles, y campesinos que traían consigo corderos y terneros, entregáronselo en sacrificio para la misericordia divina. Pero entre ellos se encontraba Jacob, el apóstol escéptico, que, situado en uno de los últimos escalones, levantó su mano hacia el cielo, clavó su mirada en Besus y dijo: “Oh, Gran señor nuestro, ¿y qué ofrenda debemos entregar para vuestra madre?”. A lo cual, Besus desconcertado respondióle: “Ehhhh...hmmmm...ohhh, a la suprema... de pollo”.
Nome Judas, de mi libro La otra cara del Tristianismo
Cuando en 1984 aconteció la rebelión en la granja, todo parecía funcionar. El lema era: “somos todos iguales”. Entre las medidas, debía llevarse a cabo la distribución de tareas. Así, el gobierno estaba nucleado en tres poderes: el ejecutivo sería dirigido por los cerdos, el legislativo por los caballos y el judicial por los pollos. No tardaron en acontecer actitudes de injusticia y de falta de neutralidad en las decisiones tomadas por los pollos de la Corte Suprema. El pueblo empezó a sentir las diferencias como actos de desigualdad social y reclamó, a las puertas del gallinero, el fin de su mandato bajo el lema: “Demos un corte a la suprema de pollos”. La escalada de violencia del momento llevó al linchamiento de los pollos-jueces en un lugar público. Una vez desmenuzados, fueron rebozados de pan rallado que sobraba de los antiguos dueños del campo. Una práctica de crueldad extrema que hacía las veces de conducta ejemplificadora para quienes de allí en adelante quisieran abusar del poder conferido por los ciudadanos.
Jorge Orwell en el día que se me mezclaron los manuscritos
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