“Científicamente, las lágrimas están divididas en tres tipos distintos, según su origen: basales, reflejas y emocionales. Empero, aunque estemos familiarizados con los procesos, ¿cómo se ven microscópicamente? ¿Hay una diferencia verdadera?” Con un anunciado deseo de mostrar “la belleza del llanto” y una lucha sin cuarteles –ni pañuelos– contra el prejuicio que lo amalgama casi exclusivamente a la tristeza, el fotógrafo holandés Maurice Mikkers presenta Imaginarium of Tears, serie de microscópicas imágenes donde la vedette de ocasión (la lágrima) busca desprenderse de la fragilidad y mostrar un costado complejo, misterioso y, por qué no decirlo, bonito. “Lucen como copos de nieve o cráteres lunares compuestos por intrincados patrones”, describen medios especializados frente a la –viralizada– propuesta del artista. Artista que, para su experimento, solicitó la asistencia de sensibles amigos y familiares, algunos picantes y bastante cebolla, según propio relato. Forman parte de su colección Micrograph Stories, ya que no se trata de la primera amplificación del europeo: había hecho lo propio con drogas recreacionales, píldoras prescriptas, gotas de café... Todas muy preciosas y reveladoras, sincronizadas bajo el slogan “Volviendo visibles las cosas para el ojo desnudo”, pero ninguna con el grado de emoción de la épica llorona, cuyos resultados Mikkers categoriza según el detonante (comer chile, una respuesta emocional, etcétera). Una vez más, la ciencia al servicio del arte. O viceversa.