Domingo, 28 de marzo de 2004 | Hoy
VALE DECIR
Arrepentíos
Un hombre que robó un banco de Florida en 2001 acaba de entregarse a
la policía tras ver La Pasión de Cristo. El tipo, un tal James
Anderson, había asaltado el Palm Beach Gardens, llevándose unos
veinticinco mil dólares en diciembre de aquel año, pero ahora
se dirigió espontáneamente a la Justicia, donde se decidió
arrestarlo bajo cargo de robo armado. ¿Pero por qué te entregás
ahora?, le preguntó el perplejo comisionado de Palm Beach. A lo cual
Anderson ofreció como única explicación la súbita
pasión religiosa despertada en él por la visión de la película
de Mel Gibson. El sheriff del pueblo no le creyó demasiado e indicó
que le parecía que la movida de Anderson fue algo más calculada
y menos espiritual de lo que éste estuvo dispuesto a confesar. “Está
quebrado y convencido de que tiene cáncer de próstata –dijo
fríamente–. Es más, está cansado de dormir en su
auto y caerse a pedazos cada vez que la policía lo detiene. Quiere atención
médica y no tiene cómo pagarla.” Tal vez lo de Anderson
no haya sido una confesión de lo más religiosa, pero tampoco se
puede decir que el comisario sea religiosamente compasivo con los caídos
en desgracia.
Dinero del cielo
¡Escándalo! No uno de proporciones bíblicas pero escándalo
al fin: un local de venta de ropa de Pensilvania (EE.UU.) ha causado cierto
alboroto al poner entre sus ofertas una figura magnética llamada “¡Vístete
Jesús!”. Presentado como novedoso juguete de la empresa, el Cristo
a escala puede ser vestido (y desvestido) con diferentes opciones de indumentaria,
incluyendo un tutú de danza, unas pantuflas y un disfraz de diablo. La
tienda que vende el kit del Jesús magnético se llama Urban Outfitters
y ya ha recibido unas cuantas quejas de distintos compradores. Los de Urban
Outfitters aseguran que no buscan “provocar ni ofender” sino reflejar
la diversidad de opinión que, esperan, reine entre sus clientes. El creador
del juguete, un tal Normal (sic) Bob Smith, insiste en que no ha hecho nada
malo ni herético. “No creo que la sátira religiosa tenga
nada de malo”, le dijo a la NBC. “La gente debe aprender a reírse
de sí misma, ya que eso es parte de nuestra naturaleza.”
La taquilla la numera el diablo
Ni antisemita, ni polémico, ni nada, simplemente temible: más
allá del fuego cruzado por la postura ideológica de la última
aventura de Mel Gibson comodirector, una pequeña anécdota acaecida
en un cine de la zona rural de Georgia (EE.UU.) en el que se exhibe La Pasión
de Cristo alcanza para perturbar al más agnóstico. Es que, como
corresponde –y como ocurre en todos lados– la taquilla está
numerada, y las entradas para la película de la discordia comienzan con
el sugestivo numerito 666. El dueño de un cine en Roma –consultado
al respecto váyase a saber por qué, más allá de
su cercanía vaticana– opinó que la aparición de la
marca bíblica de la bestia en los boletos del cine georgiano debe ser
pura coincidencia y que “no tiene nada que ver con la compañía
de la película ni con ninguno de sus vendedores. Es una cuestión
de la computadora”. Como sea, un espectador planteó su queja en
la entrada del cine y le dieron varios pases gratuitos a manera de compensación,
de modo que el asunto llegó hasta allí. Lo que deberían
preguntarse es quién demonios metió mano en la computadora del
cine.
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