Domingo, 18 de abril de 2004 | Hoy
VALE DECIR
Spinetta
Shopping Center
Spinettianos del mundo, uníos. Y cuando estéis unidos, corred
a la computadora, que el Flaco vende guitarra y equipos a buen precio... ¡y
podría entregarlos autografiados! En el sitio www.mercadolibre.com.ar,
basta con tipiar el apellido del músico para que aparezcan –antes
de una lista de discos usados que ofrecen otros vendedores– un cabezal
Yamaha (850 dólares de base), un rack de efectos G-force (800) y una
guitarra Ibanez Steve Vai (2000), todos con una etiqueta que dice “Pertenece
a Spinetta”. En la descripción de cada artículo se nota
la mano de LAS. Sobre el cabezal dice: “Completamente valvular. Nunca
taxi. Estado impecable, con estuche. Es una buena mixtura entre la tenacidad
nasal de un Marshall y la irónica ‘dulzura’ de un Fender
Twin Reverb. ¿Por qué lo vendo? Porque cada tanto hay que cambiar
algunos equipos. Se le dice renovarse. Pedigree: con este cabezal se grabó
el disco doble Spinetta y Los Socios del Desierto”. A la guitarra la trata
de “nave espacial, inconcebible belleza”, da su motivo para venderla
(“me queda grande”) y apunta el solo de “El enemigo”
entre los antecedentes del instrumento. Y del rack de efectos (“un ovni”),
que es “para violeros con balero”. “Por eso yo lo vendo”,
aclara, modesto.
En los primeros días de la subasta electrónica no hubo ofertas,
pero sí varias consultas. De todos modos, algunos fans tomaron las páginas
como una especie de foro “Comunicate con Spinetta”, por más
que quien responda parece ser un asistente y no el músico en persona.
Ariel Eduardo Vietti, de 21 años y residente en Barcelona, le escribió:
“Flaco, te quiero un montón y le diste mucho sentido a mi vida”.
De paso, le mangueó que le mande un autógrafo por carta. Y un
seguidor de Fito Páez (el sobrenombre chicodelatapa lo delata) preguntó
si tenía para vender “demos de Anima bendita, el disco que quedó
pendiente con Fito”. ¿Respuesta? “No, gracias”. Así
que, spinettianos unidos, concéntrense en hacer ofertas por los equipos.
Eso sí, sepan que Don Luis no acepta otros en parte de pago ni hace envíos
a domicilio.
¿Me
das tu teléfono?
El capitalismo caerá por su propio peso. O cuando alguien lo compre todo.
Mientras tanto, un chino acaba de pagar más de 1 millón de dólares
por un número telefónico. No por cualquiera, claro, sino por el
número de celular 135 8585 8585, que –según informó
el Shangai Daily– al pronunciarse en chino suena muy parecido a “Permíteme
ser rico, ser rico, ser rico, ser rico”. Al parecer, el millón
superó por mucho las otras 70 ofertas. Tang Lei, relaciones públicas
del portal de subastas chino EachNet.com, señaló que los precios
que estos “números de la suerte” alcanzan en sus subastas
se han incrementado en los últimos años y oscilan entre los 100
y los 100.000 yuanes (entre 10 y 10.000 euros).
Una
canción de la gran P***
“Amor” es una palabra de cuatro letras (tanto en castellano como
en inglés), tal como les gusta recordar a los songwriters y guionistas
angloparlantes. Al igual que “fuck”, una de las palabras más
ubicuas en los insultos proferidos en la lengua del Bardo. Y será por
mojigatería, o a falta de algo más interesante de qué hablar,
que las agencias de noticias internacionales se hicieron eco esta semana de
un hecho que constituye bastante menos que un evento cultural: una canción
que contiene una veintena de veces la palabra “fuck” –y otras
trece “malas palabras”– se acerca “peligrosamente”
a los primeros puestos de las tablas musicales británicas. Nadie puede
decir que la cosa venía sin aviso previo: la canción en cuestión,
interpretada por el norteamericano de raíces irlandesas Eamon, se llama
“Fuck It (I Don’t Want You Back)”, como para que quedara claro
de qué iba la letra. Cuando la noticia comenzó a difundirse, el
disco que contiene la canción ya había vendido 65.000 copias.
Hay quienes lo han descripto como una versión “de ghetto”
de “Nothing Compares 2 U”, la canción de Prince grabada por
Sinead O’Connor, pero Eamon es un neoyorquino de clase media sin aparentes
contactos con el mundo gangsteril. “Cuando era joven, mi mamá me
lavaba la boca con pimienta cada vez que puteaba –cuenta el tipo–
¡Y cómo dolía!”. Ahora, mientras se hace de un lugar
en los charts a ambos lados del Atlántico y algunos le adjudican la fusión
del hip-hop y el doo-wop en un estilo nuevo al que han dado en llamar “ho-wop”,
las agencias de noticias se limitan a sugerir la canción con asteriscos
o puntos suspensivos, al no poder repetir la palabra de cuatro letras de la
discordia. Que no es “amor”, claro.
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