VALE DECIR
¿Quién dijo que dos es mejor
L a criatura no existe en la mitología griega, ni en la escandinava, ni en los relatos chinos de fantasmas. Sí, seguramente, en alguna producción porno. Pero esta vez es real, tan real que ya dio lugar a un divorcio. El caso del hombre de dos penes –por darle una carátula– fue más o menos así: el motociclista Michael Gruber (alemán, 40 años) perdió a su amiguete del alma en un accidente de moto, y los médicos le fabricaron un sustituto usando piel, huesos y otros tejidos de su propio cuerpo. Aunque el amiguete 2 funcionó a la perfección (de hecho le permitió convertirse en padre), Gruber no quedó del todo satisfecho y pidió a los cirujanos que repitieran la operación en busca de un órgano “superior”. Todo comenzó a complicarse cuando los matasanos accedieron: esta vez, antes de retirar el pene titular, quisieron asegurarse de que el nuevo implante de tejido fuera aceptado por el cuerpo y decidieron dejarlo unos días en su lugar, hasta que alcanzara el nivel correcto de irrigación sanguínea. Así volvió Gruber a su casa, con su doble pene provisorio, y eso fue lo último que vio su esposa Bianca antes de armar horrorizada sus valijas y huir. Vaya a saber qué cosas creyó la pobre mujer que le depararía el lecho matrimonial, pero Gruber –cuyos testículos, al menos, salieron ilesos de todo el asunto y quedaron a la espera de ser puestos en red nuevamente– terminó declarando ante la televisión desde la cama del hospital: “Ahora tengo dos penes y no tengo esposa: espero que me saquen uno para poder recuperarla”. La TV alemana ya completó un documental que narra toda la historia: La última operación de pene. Aunque bien podrían haberlo titulado como aquel superclásico del humor nacional llamado A los cirujanos se les va la mano.