Domingo, 12 de junio de 2005 | Hoy
VALE DECIR
A marcar la fecha en el calendario: el 20 de julio de 2006, exactamente a las 8 39’13” de la mañana, todos los que alguna vez tuvieron la vana esperanza de hacer algo para cambiar el mundo tendrán su oportunidad. Y sólo bastará dar un saltito. Se trata de una propuesta a nivel global organizada por el sitio web www.worldjumpday.org (“el día del salto”), desde donde se anima a 600 millones de personas del hemisferio occidental a pegar un salto simultáneamente a la hora indicada para así provocar un ligero desplazamiento de la órbita terrestre que, según auguran los promotores de este alocado experimento, “detendría el calentamiento global, extendería las horas de luz solar y crearía un clima más benévolo y homogéneo en todo el mundo”. Así lo avala un tal Hans Peter Niesward, profesor del Departamento de Física Gravitacional del Instituto ISA/Munich de Alemania, quien aparentemente olvidó todo lo aprendido en las clases de física (según las leyes newtonianas, toda acción genera una reacción de igual magnitud y sentido opuesto, por lo que la fuerza del impacto sería absorbida sin problemas). De momento ya hay 120 millones de personas que se comprometieron a dar el gran salto (“con tratar no perdemos nada”, “está comprobado, ¡por favor, habitantes de la Tierra, no pierdan la esperanza y salten!”, se lee en la página web) y así poner en práctica el viejo adagio que dice: “Si todos los chinos saltaran al unísono, el mundo temblaría”.
El artista belga Benjamin Verdonck quiere hacer arte de alto vuelo. Y días atrás, bajo el ala protectora del Festival de Fierce, pudo anidar, literalmente, en un edificio de la ciudad de Birmingham. Tardó tres meses en construir su nido con cemento, arena, pegamento, y otros materiales más o menos nobles. Fue todo un trabajo de ingeniería que lo obligó a reunirse con el Consejo de la Ciudad, con el departamento de bomberos, con varios constructores y compañía, para calcular detalles tales como la presión del viento, el riesgo de incendio, etcétera. Luego llevó registro de toda su experiencia en una suerte de diario: algo así como Mi vida como pájaro. O Los días del hombre emplumado. A continuación, algunos pasajes destacados de la bitácora del pajarón belga:
Sábado 21
Alto en el cielo, contra el edificio Rotunda, en el shopping center “Bullring”, de la ciudad de Birmingham, se divisa mi nido. Me muevo hacia adelante y atrás; algo de paja cae desde las alturas.
6.05 am. Mensaje para el hombre pájaro: Hola, hola, soy un cantante de rock, te vi ayer en la BBC y pienso cantarte hasta que pongas un huevo.
6:45 am. El rockero canta “What’s Love Got to Do with it”.
7:15 am. La policía llega al lugar y le pide al cantante que ya no cante.
7.30 am. Unas máquinas barren la paja que cayó al piso.
7.45 am. El cantante ahora quiere que yo ponga un huevo de oro.
8.11 am. El cantante es multado: no está permitido cantarles a los pájaros.
La mayoría de los movimientos que alcanzo a divisar consisten en: pulgar arriba, dos pulgares arriba, el dedo anular en alto. Las frases más escuchadas: “te amamos”, “pajero”. ¿Quién hubiera dicho que una gaviota al pasar atrapa la paja que cae de mi nido? Amo Birmingham, de verdad.
Domingo 22
6.15 am. Un chico hace una seña con la mano, insinuando que me va a bajar de un tiro.
6.23 am. El chico sigue allí.
El hombre del nido quiere gritar “¡mamá!”, pero aún no sabe cómo hacerlo.
Martes 24
El hombre de las plumas en la cabeza sale del nido. Lleva cinco días allí. Abre sus brazos, como si quisiera volar. Aunque también parece que quiere mantenerse erguido (para perder las plumas). Algunas personas creen que al hombre le gustaría abrazarlos. Le gritan cosas tales como “¡pajarito!” y “¡saltá!”.
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