VALE DECIR
En el Quart de Poblet, en Valencia, el ayuntamiento lleva años tratando de conseguir que los dueños de mascotas sean más responsables. Campañas publicitarias, reparto de pinzas y bolsas, caniles más amplios en las plazas públicas: no sirven para nada y las calles continúan sembradas de los regalitos que dejan los perros.
A pegar donde duele, entonces: en el bolsillo. La multa arranca en 300 euros y puede llegar, en caso de reincidencia, hasta los 600. Pero no se trata de llevar a nadie a la bancarrota: la multa puede resolverse con horas de servicio a la comunidad.
La policía local ha puesto agentes en ropa de calle, mañana, tarde y noche, para atrapar a los infractores. Un vecino, atrapado in fraganti, optó por el trabajo comunitario: deberá pasar 4 horas por día, durante 10 días, recogiendo mierda por las calles.
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