Domingo, 13 de febrero de 2011 | Hoy
VALE DECIR
Louis Mantin, gentilhombre millonario, murió en 1905 y le donó su mansión a la ciudad de Moulin con la condición de que cien años después la volvieran museo.
Las autoridades finalmente cumplieron su promesa y hoy en día la mansión es una apasionante cápsula del tiempo, llena de juguetes y obras de arte que llenaron las horas de Louis Mantin allá cuando todavía vivía.
El objeto más insospechado, sin duda, son dos ranas embalsamadas que se baten a duelo. Mantin, que no tuvo hijos, temía ser olvidado y quizá por eso encargó esta obra maestra a un taxidermista de París. ¿Quién puede olvidarse de la imagen de dos ranas saldando una deuda de honor?
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