Domingo, 8 de mayo de 2011 | Hoy
VALE DECIR
Como reguero de pólvora, la novedad hizo implosión en webs y redes sociales que, con titulares como “Réquiem por la máquina de escribir” (diario El Mundo) o hashtags del tipo #RIP Typewriters (en Twitter), anunciaba el largo adiós de la herramienta de tipeo que precedió a la PC moderna. Parafraseando la información del británico Daily Mail, el local Infobae hizo lo propio, al afirmar, sin más: “La última compañía en el mundo que seguía fabricando máquinas de escribir en la ciudad india de Bombay, Godrej and Boyce, cerrará sus puertas”.
Pero, oh, tranquilidad, nostálgicos de la cintita entintada, la palanca de carro libre y la fijadora de mayúsculas: contrario a lo que los medios indican, todavía es temprano para fijar obituario. “La máquina de escribir está lejana a morir”, aseguró Ed Michael, de la (vivita y coleando) firma norteamericana Swintec, especializada en... máquinas de escribir. “Godrej y Boyce no es la última empresa dedicada a hacerlas. Tenemos fabricantes en China, Japón e Indonesia”, especificó el hombre. ¿Cuál es su principal comprador? “¿Escritores? ¿Periodistas? ¿Poetas?”, arriesgará el común de la gente. Se equivoca: la mayor parte de su producción va a cárceles. “Tenemos contrato con penitenciarias de 43 estados”, detalló el hombre.
Entonces... ¿hay peligro de extinción? Seguramente. Pero falta. Y aun cuando llegue el tan temido día, a recordar que el vinilo también murió una vez, y después volvió a las andanzas.
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