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La neoyorquina Joanna Serebrenik ha comenzado su propio negocio, ofreciendo un servicio nuevísimo y, quizás, innecesario. Bajo el nombre Catch You Cat, y por 80 dólares la visita, la norteamericana va a la casa del contratante, hace buenas migas con su gato, lo busca, le juega, lo atrapa, todo con un objetivo: guardarlo en su transportador para que el dueño pueda llevarlo al veterinario. Porque a no equivocarse: Joanna no lleva al felino al médico; su trabajo se limita a instalarlo en la jaulita y cerrar la puerta.

“¿Preocupado de que Fluffy sea más difícil de mover que un sofá enorme? ¿Probó con juguetes, premios y nada funciona? ¿Tiene los brazos arañados y Muffin sigue bajo la cama? Déjeme ayudar. Soy gentil y paciente y no me desaliento fácilmente”, promociona la empresaria en su cuenta de Facebook.

Acorde con su propio testimonio, son tres los motivos por los que la contratan: el dueño de la mascota está impedido físicamente de agacharse y buscar al animal, el dueño está “emocionalmente” impedido (le da lástima encerrarlo) y, finalmente, el gato tiene problemas de actitud. Cualquiera sea la razón, Serebrenik junta su equipo (un par de guantes y unas bolsitas de nylon rojas) y aparece en la escena del crimen con una onda arrasadora que ella define como un “Voy a ganar; así que simplemente dejame hacer mi trabajo”.

Los felinos algo entenderán; al fin y al cabo, la chica de la Gran Manzana lleva más de un año sumando clientela. Una clientela asustadiza y bastante torpe, si ni siquiera puede lograr que su propio gato entre en la jaula.