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La repentina muerte de Jack Froese a causa de una arritmia del corazón a la joven edad de 32 años sorprendió a sus amigos y familiares el pasado junio. Pero más los ha sorprendido que –seis meses después de enterrado– el fallecido comenzase a enviarles e-mails desde su cuenta personal. ¿Mensajes del más allá o chiste mórbido? Difícil saber. En especial, cuando los misteriosos correos que el norteamericano de Dunmore habría mandado a Tim Hart –su amigo de la infancia– y a Jimmy McGraw –su primo– no son aleatorios: contienen información sobre tópicos que Froese había discutido con ellos antes de caer redondo.

Desde un espeluznante “Te estoy mirando” hasta unas líneas que dicen “¿Me escuchás? Estoy en tu casa. Limpiá tu altillo de porquería”, el intercambio epistolar no deja de asustar a su círculo inmediato. “Me puse blanco como un fantasma cuando leí el mail. Era breve y rápido, pero señalaba temas que sólo Jack y yo conocíamos”, explicó Hart a la BBC. Y aunque intentó un ida y vuelta (le respondió el correo), aún no ha recibido respuesta del fallecido.

McGraw, por su parte, también tiene los pelos de punta. Es que, vía e–mail, su primo le advirtió que tenga cuidado con su tobillo. Tobillo que, tiempo más tarde, Tim se lesionaría. “Me gusta creer que es Jack el que lo ha enviado, porque eso significaría que aún intenta conectarse conmigo, instándome a que siga adelante y sea feliz”, expresó el pariente.

Así, mientras unos se debaten si es un regalo del cielo, una maldición o un simple chascarrillo, la mamá del fantasma también tiene algo para decir. Para ella, las cartas virtuales son una bendición. “Veo cómo alguna gente se enoja y otra se pone contenta, pero lo verdaderamente importante es que nadie ha olvidado a mi hijo”, comentó la mujer. Un Hart descolocado coincide con la señora: “Si alguien está bromeando, sinceramente no me interesa; tomaré las palabras de mi amigo como me dé la gana”. Amén.