VALE DECIR
Cuando el 15 de enero de 2011, el británico James Hobbs salió de su apartamento para comprar comida india, jamás pensó que un kebab salvaría su vida. Pero así fue. Después de iniciar un altercado con Jamie Edney, su vecino de Highbridge, Somerset, y acusarlo de tener un romance con su novia, Hobbs recibió un cuchillazo en la garganta, a poco milímetros de la yugular, y detuvo la hemorragia con lo que tenía a mano: el famoso kebab. Según los doctores, el gesto –que duró varios minutos– salvó su vida pues les permitió a los paramédicos ganar tiempo y llevarlo a un hospital. Allí, los médicos lo operaron de urgencia, abriendo su tráquea para que pudiera respirar y, luego, sellaron el corte con 27 grapas.
Ahora, el juez Michael Longman, a cargo del caso, ha dictaminado la pena, condenando a Edney a cinco años y medio de prisión, una pena menor dados los atenuantes. “Acepto que no fue en busca de problemas, que no inició la disputa y que fue el señor Hobbs quien comenzó el disturbio –le explicó el magistrado al acusado–. Acepto que se arrepienta y que no esperase generar tamaña lesión. Pero cuando se utiliza un cuchillo de la manera en que usted lo hizo, es lo único que se puede esperar.”
James, por su parte, se mostró contento con la pena y volvió a destacar que se sentía muy afortunado por haber sobrevivido. “Creo que inconscientemente luché por mi hija Molly; no quería que me viera morir de esa manera”, expresó el hombre que, desde hace poco más de un año, tiene un plato favorito.
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