Dos hombres llegan a un cibercafé y piden una computadora cada uno. Pasa el tiempo y –guiño va, guiño viene– marcan la retirada. Se paran, dan unos pasos, se acercan a la caja registradora. Cuando todo indica que están por pagar el tiempo virtual utilizado, sacan dos armas y, a punta de pistola, piden la caja chica al empleado del local. Motín en mano, ya en la calle, roban una motocicleta Yamaha RX 115 y desaparecen a toda velocidad.

El episodio, que ocurrió recientemente en el barrio Calima, al norte de Cali, en Colombia, no parece especial; un asalto más sin ninguna particularidad. Sin embargo, muchos lo llaman “uno de los crímenes más estúpidos de la historia”. ¿Por qué? Simple: Uno de los ladrones olvidó cerrar su cuenta de Facebook, dejando a la vista cualquier dato necesario para que la policía pudiera capturarlo. Así fue: los uniformados encontraron su nombre, fotos, la dirección de su casa y –cómoda y rápidamente– se dirigieron hasta su domicilio para arrestarlo. Ahora está a disposición de la Fiscalía 106 de Cali, informan los medios colombianos. El episodio es una prueba más de que los criminales no deberían tener redes sociales. Los tontos, por lo menos. Así lo marcan ejemplos como el del norteamericano Isiah Cutler, quien a fines del año pasado robó un mercado con amigos y luego subió a su Facebook las fotos que el grupo se tomó con lo sustraído, allanando el trabajo de cualquier detective. O el de Michael Baker, de Kentucky, que también colgó en su cuenta imágenes de sí mismo robando nafta de un patrullero. O el de Shannon D. Jackson, de Hendersonville, que violó una orden de protección que una vecina le había levantado al hacerle un poke (o toque) con la web. Y hay unos cuantos casos más, tantos que a Adam Falk, del blog de noticias Mashable, se le ocurrió que sería una buena idea que Facebook promocionara esta veta de “lucha contra el crimen” como uno de sus principales atractivos. Y a ver ahora quiénes quieren ser tus amigos y quiénes no.