Ni el personaje de Gene Wilder en Todo lo que usted siempre quiso saber sobre el sexo pero nunca se atrevió a preguntar tuvo tantos inconvenientes por enamorarse de un animal. Pero, claro, él no vivía en Bali. El adolescente desempleado Ngurah Alit, de 18 años, sí lo hace y, para su mala suerte, fue probar la zoofilia y que lo pescaran en el acto. Ocurrió el pasado junio, cuando el muchacho fue encontrado desnudo y de pie tras una vaca en un campo de arroz.

Cuando lo increparon por el acto, Alit sólo atinó a decir que creía que el bovino era una “mujer joven y hermosa” (sic) que lo había seducido con piropos. Pero a sus vecinos de la localidad costera de Yeh Embang les costó creer el cuento de hechicería y decidieron enseñarle una lección, obligándolo a contraer nupcias con el animal. Sin escapatoria, el joven siguió la pantomima y se acercó al altar, entre flashazos de medios locales, policías –convocados para mantener a raya a los periodistas presentes– y los gritos de su desesperada madre.

En medio del trajín y frente a la para nada radiante novia, Ngurah no pudo con la presión y, antes de dar el sí, se desmayó ante los presentes. Entonces, el pueblo se compadeció del jovencito y dio por terminada esa ceremonia, iniciando una segunda, en la que tanto la vaca como el muchacho fueron llevados al mar. El fue bañado y limpiado por sus pecados, ahogando su antiguo yo bajo las aguas. Ella –la vaca– no tuvo tanta suerte y fue ahogada sin simbolismos. “Pobre muchacho. En realidad, es un chico muy tranquilo”, declaró luego un aldeano. Para el bovino, ni una condolencia.