”Los robots están invadiendo cada parte de la vida humana... Incluso su dormitorio”, abre provocativamente el Huffington Post para –enseguida– recular con la línea: “Pero no en la forma que usted cree”. La introducción responde a una extraña novedad propuesta por la cadena de hoteles Ibis, firma que ha comenzado a instalar “artistas” de inteligencia (y sensibilidad) artificial en habitaciones de sus sucursales londinenses, parisienses y berlinesas.

Tal como suena: como parte del “Sleep Art Project”, 40 huéspedes dormirán en camas equipadas con 80 sensores que transmitirán información sobre cada movimiento, sonido o temperatura del cuerpo a un robot que, pincel en mano, traducirá la data en colores y trazos. Aunque, valga la aclaración, la compañía aún no ha explicado cómo el meneo por insomnio o sexo podría afectar a los cuadros o siquiera si parejas podrán participar de la propuesta.

“Si la perspectiva de que un cyborg Cézanne lo observe toda la noche le suena invasivo, no tema: las pinturas se crearán en un estudio a distancia, en París”, avisa el periódico online e informa que las representaciones nocturnas comenzarán el 8 de octubre en la capital francesa, el 26 en la alemana y el 14 de noviembre en la inglesa, que los interesados deben inscribirse online en la página de Facebook del proyecto y que los resultados irán a parar a una galería de arte.

Así y todo, algunos escritores expertos en tecnología se muestran escépticos ante la idea. Tal es el caso de Liat Clark, de la revista especializada en tecnología Wired, que duda de que las obras de arte resultado del experimento se parezcan demasiado a las del video promocional. “Es muy poco probable que las pinturas tengan la delicadeza que se muestra, entre las gotas de pincel que se caen y los patrones de sueño promedio, mucho más inmóviles que el baile de la mujer dormida del clip”, arriesga. Y adelanta que el asunto bien podría volverse un desastre abstracto. Habrá que culpar al robot.