Dom 13.07.2003
radar

VALE DECIR

Vale decir

Cocodrilos comen pizza
Así dice la noticia: “Un mexicano está deleitando a los turistas jugando al fútbol con sus cocodrilos-mascotas”. Erroberto Piza Ríos, quien asegura haber domado a 47 cocodrilos a lo largo de los últimos 24 años, patea una pelota alrededor de sus mascotas en Iztapa. Todas ellas están bautizadas con los nombres de jugadores profesionales, y participan del juego cuando su amo patea en su dirección o les pone el balón en la cabeza, en cuyo caso suelen levantar la mandíbula superior para dejarla rodar por su cuerpo. “Soy el rey de los cocodrilos”, dice Piza. “Tengo un don para hablar con ellos, porque desde que era niño tuve el hábito de llevarme bien con escorpiones, serpientes, arañas y tarántulas, y nunca he sido atacado por estos animales.” A veces también –cuenta el tal Piza– se recuesta sobre alguno de sus “amigos” o les rasca las panzas, llegando a “darles besitos” a algunos de ellos, los más chicos. Como parte del espectáculo, a veces saca un cocodrilito de una bolsa y le permite morderle “gentilmente” el rostro y los brazos. Eso sí, en el fulbo Garfio siempre va al arco y un día de éstos la cosa se da vuelta y la noticia empieza: “Un cocodrilo mexicano se está deleitando frente a los turistas con un tal Erroberto Ríos”, y punto.

Mi enfermedad...
... cantaba Fabiana Cantilo años atrás. Ahora, el cantante Phua Chu Kang, de Singapur, ha grabado el “Sar-vivor Rap”, una canción de tenor similar destinada a colaborar en la lucha contra el Sars. El emprendimiento cuenta con el respaldo del Ministerio de Salud local y, al parecer, nadie pretende que el asunto sea tomado muy en serio que digamos. Sin embargo, su letra contiene momentos de verdadera evocación poética: “No hagas kak-pui en el lugar, porque sería lo mismo que si hicieras kak-pui en mi cara”. Kak-pui, vale aclarar, significa escupir. El CD, grabado parcialmente en inglés, sale a la venta en un momento en que el gobierno está lanzando una campaña contra el singlish, nada sutil mezcla de la lengua del bardo de Avon con los dialectos locales, pero eso es lo de menos. El próximo paso lógico en esta campaña debería ser la convocatoria a un programa tipo Popstars pero que se llame PopSars, y a ver quién está tan enfermo (de la cabeza) como para intentar superar en energía creativa y vocación solidaria al tipo que canta kak-pui.

El Señor no se encuentra en este momento
En general es sabido que los números telefónicos de las películas de Hollywood son inexistentes, o son líneas habilitadas por los estudios –con la característica 555– a efectos promocionales. Bueno: que se lo digan a Andy Green, habitante de la ciudad inglesa de Irlam, cuyo número de teléfono es el mismo que tiene Dios en la película Todopoderoso, la última protagonizada por Jim Carrey y que se estrena en unas semanas por aquí. El pobre Green dice que lo han estado llamando todos y cada uno de los “fanáticos religiosos” de Manchester. Green se ha logrado armar en varias ocasiones de paciencia suficiente como para explicarles a quienes lo telefoneaban que él no es “El Mesías”, sino un trabajador del gremio gastronómico de la ciudad. “Los fines de semana recibo hasta 70 llamadas diarias. la mayoría cuelga cuando escucha mi voz. Parece que no esperan que Dios tenga un acento de Manchester”, dice Green, que ya se puso en contacto con los Estudios Universal para ver cómo se arregla todo el asunto. Quienes lo atendieron se limitaron a decirle que eligieron ese número porque no figuraba en Buffalo, Nueva York, que es donde transcurre la película. “El problema es que ya me estoy empezando a creer que soy Dios –agregó el tipo, al que la cosa ya lo está poniendo verde como su apellido–. Tal vez sea hora de empezar terapia.”

La escena del detrás
Se acaba de estrenar en Estados Unidos Los ángeles de Charlie 2: Al límite, y esto es lo que tiene para decir una de sus protagonistas y productora Drew “ya-pasé-por-todas-antes-de-los-25” Barrymore, al respecto: “Se me prendió fuego en el culo. Una brasa ardiente saltó sobre mí mientras filmábamos”, le contó al Sun londinense. “Y es muy difícil poner cara de nada cuando se te está chamuscando el culo. Después de filmar esta película yo me sentía invencible, tenía tanta adrenalina, que me negué a usar una almohadilla para el trasero. Tuve que sentarme sobre un almohadón inflable durante tres semanas. Fue humillante.”

 

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