Nada dice “confianza” como los sombreros anti-trampa ideados por la Universidad de Kasetsart, en Tailandia, para sus estudiantes de la Facultad de Agroindustria. El modesto –pero efectivo– diseño está compuesto por una banda que rodea la cabeza con dos papeles A4 engrampados a los costados. “Concentración asegurada”, habrán pensado los profesores en su supino intento por evitar el riesgo de tener un copión entre las filas. Riesgo que ha quedado deslucido por la humillación de tener a cien universitarios vistiendo un ridículo adminículo que, de la noche a la mañana, se volvió noticia viral con más respuestas indignadas que entretenidas a lo largo y ancho.

A tal punto fue el arrebato virtual que la universidad bajó la imagen de su página Facebook y brindó una conferencia de prensa pidiendo disculpas, avisando que el diseño había sido idea de los propios alumnos, asegurando que el casco papelero ya era historia. “Nadie fue obligado a usarlo; de hecho, todos hicieron el suyo”, explicó Natdanai Rungruangkitkrai, arrepentido profesor de la materia textil cuyo curso comenzó la inesperada tormenta de encrespados. “Sólo intentaba promover la creatividad entre los estudiantes”, se justificó tras asegurar que buscaría nuevos métodos. Con miras al prontuario, no sería de extrañar que las nuevas opciones incluyan el sombrero de burro de antaño o el poco añorado “minuto en el rincón”. Opciones de avanzada, dicho sea de paso.