Domingo, 7 de septiembre de 2003 | Hoy
VALE DECIR
La
solidaridad bien entendida
Miércoles de esta semana que acaba de terminar: la nota de tapa del suplemento
de Espectáculos de La Nación da cuenta del estreno de María
de Buenos Aires, obra de Horacio Ferrer y Astor Piazzolla en versión
de oratorio dirigida por la viuda de este último, Laura Escalante. El
destacado del artículo es un recuadro que anuncia que la función
inaugural “será realizada a total beneficio de los Jardines Infantiles
Nuestra Señora del Carmen de la localidad de Benavídez”
y que “la entrada será canjeada por un alimento no perecedero,
en especial leche larga vida y pañales”. Nadie se va a quejar:
solidaridad es solidaridad, y seguramente Nuestra Señora del Carmen y
la localidad de Benavídez recibirán todo con gratitud, pero lo
que sí vendría a ser materia discutible es todo lo relativo a
las propiedades nutritivas de los pañales, tanto los de tela como los
descartables, limpios o sucios.
Erótica
+ IVA
La última de los esbirros de Joerg Haider: Johann Gudenus, jefe de la
organización juvenil del partido de ultraderecha austríaco FPO,
acaba de lanzar su plan para combatir la caída en la tasa poblacional
de su país. El plan consiste nada menos que en disponer un aumento impositivo
sobre la venta de anticonceptivos. Es decir, gravámenes a profilácticos,
pastillas y demás. En un gesto de viveza, el mismo FPO salió a
desacreditar al pobre Gudenus aduciendo que presentó la idea “de
manera torpe”. Lo increíble es que no dijeran nada de la torpeza
de la idea.
Otra
vez tallarines
Es tailandés, casi cuarentón y bombero. Su nombre es Paisit Chanta,
lo cual acá le restaría algo de credibilidad, pero probablemente
en Tailandia, donde vive como tantos tailandeses, no le afecte demasiado. De
todos modos, hay quienes dicen que está chiflado y quienes simplemente
opinan que es un verdadero asqueroso. El argumento de Chanta el bombero es sencillo:
“Me como un gusano vivo por día para mantenerme saludable”,
dice. “Todo comenzó en mi pueblo natal en la provincia de Nakhon
Nayok, una día mientras pescaba. Esperé durante horas que un pez
enganchara mi carnada, mientras me moría de hambre. Y de pronto se me
dio por pensar que los peces no mueren por comer lombrices, y por lo tanto yo
tampoco. Así que me comí algunas, hasta sentirme lleno”.
Ahora, asegura, ama las lombrices y hasta se acostumbró a masticarlas
en lugar de tragárselas enteras. Además de acreditar a su nuevo
hábito alimenticio por su buena salud y mientras sus compañeros
de trabajo ponen cara de asco, Chanta el bombero insiste: es como comerse un
arroz que se ha pegado un poco.
Soda
de ordeñe
Sus nombres son George y Mary Ann, están casados, viven en Milford, Nueva
York, y podrían ser la más nueva de las encarnaciones del Sueño
Americano: el matrimonio perfectamente yanqui, dos ciudadanos comunes y corrientes
que aspiran a hacerse ricos a fuerza de trabajo y buenas ideas. Su invento:
la leche con gas. Si la cerveza es alimento, ¿por qué la Coca
Cola no? Para dirimir un asunto que tiene a nutricionistas y dietólogos
del gordo país del Norte a mal traer, George y Mary Ann –bioquímico
y enfermera– han creado la RPM, sigla que no indica revoluciones por minuto
sino Refreshing Power Milk. Por el momento, se vende en distritos escolares
y en tres sabores: vainilla, chocolate brasileño y chocolate con frutilla.
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