Dom 16.08.2015
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TELEVISIóN >WET HOT AMERICAN SUMMER - FIRST DAY OF CAMP

ÉRAMOS TAN JÓVENES

En 2001 se estrenó un verdadero clásico de culto, el casi secreto film Wet Hot American Summer - Last Day of Camp, del director David Wain. Se trataba, como lo indica su título, del último día de un camping después de un verano húmedo y caluroso. Ahora Netflix acaba de lanzar Wet Hot American Summer - First Day of Camp, una serie que funciona como precuela de aquella película. Y no hace falta haberla visto para disfrutar de los ocho episodios de humor absurdo y escatología también dirigidos por Wain: es que, además de ser un locura, repiten el extraordinario, increíble elenco del original: Paul Rudd, Amy Poehler, Elizabeth Banks... y la lista sigue. Verlos a todos juntos en una serie hoy es, por lo menos, una cita obligada.

› Por Juan Manuel Domínguez

“En un momento dado, ya no estás creciendo, simplemente estás envejeciendo. Pero nadie puede indicar cuál es ese instante exactamente.” La cita es de Richard Linklater, el director de Boyhood (la reciente nominada al Oscar que el texano filmó a lo largo de 12 años, registrando ese lapso de tiempo a través del crecimiento de su protagonista) y la saga iniciada en Antes del amanecer. La frase podría aplicarse a cualquiera de los films que han convertido a Linklater en el realizador que se define a partir de su obsesión con trasladar a pantalla, de diversas formas, el paso del tiempo y la manera en que funciona la memoria. Pero también podría aplicarse a un experimento con el paso del tiempo que está más cerca de La pistola desnuda o ¿Y dónde está el piloto? que del cine de Claude Chabrol, y que narra, con melancolía y absurdo, la vida en un día de un campamento norteamericano durante los inicios de los ’80: Wet Hot American Summer - First Day of Camp, la flamante serie de Netflix que funciona como una superconsciente precuela del casi secreto clásico de culto Wet Hot American Summer - Last Day of Camp, el film de 2001, el primero como director de David Wain. La nueva serie narra el primer día de aquel camping que vimos terminar quince años atrás, ahora que sabemos qué pasó el último día.

Lo más surrealista de WHAS y sus ocho nuevos capítulos, más allá del tono absurdo que continúa la veta (sin importar el fracaso comercial y su nula presencia en Argentina) del film original estrenado en Sundance en 2001, queda definido perfectamente, en exclusiva para Radar, por su propio autor, Wain, director de films como Role Models, Wanderlust y They Came Together (todos editados directamente en dvd sin pasar por los cines en Argentina): “No hay sala de cine que pise, sea por el film que sea, donde no me pregunten por Wet Hot American Summer”, dice Wain. “Cuando la escribimos con Michael (Showalter) no pensamos en nada muy grande. Solo queríamos una versión bizarra de la melancolía de films como American Graffiti. De hecho su rodaje fue un campamento en sí mismo, con gente de fiesta todo el tiempo y durmiendo en cualquier lado. Ahora que la comedia americana resurgió en la forma en que lo hizo y cuando muchos de los actores que hacían al film original son caras fijas en Hollywood, ¿qué podríamos hacer? ¿Destruir aquella memoria porrera o simplemente darle un ‘lujo’ al treintañero tardío que todavía quiere ver a estos personajes?”

Y ahí está la ridícula clave que agiganta el mito prensado y los humos del film de base y la convierte en la versión irónica de la operación Linklater. En estos quince años, en los que casi se convierte en una inofensiva sitcom ATP (lo que hubiera sido un sinsentido, dado que la gracia de la película original residía en su violencia solapada, el sexo salvaje entre adolescentes, el asesinato de niños en masa; alteración de cada átomo del género) y en los que se filmó un documental que muestra la pleitesía que una generación entera le rinde a aquel clásico, Wain volvió como si nada, como si no hubiera pasado todo este tiempo. Su enorme casting no solo ha crecido y ya no son jovencitos sino que intencionalmente la premisa del film los pone en la piel cachonda y las ropas ajustadas de sus personajes veinteañeros sin importar panzas, famas, operaciones de rostro, fracasos, millones ganados o perdidos.

El film original comienza, como buena invasión al género “película de verano”, con una fogata, mientras suena “Jane” de Jefferson Starship y en esos minutos iniciales se puede ver a Paul Rudd, Amy Poehler, Bradley Cooper y Elizabeth Banks. Es decir, el primer comediante de la generación Apatow en llegar al Imperio Marvel Cómics, la segunda comediante más importante de la generación lúcida de SNL, un Sexiest Man Alive dos veces nominado al Oscar y la actriz que acaba de tener el debut como directora más taquillero de la historia para una comedia dirigida por una mujer. No sólo eso, como si fuera un Centipede ultracool, que suma absurdo a cada paso y se hace más largo, la nueva serie no sólo posee a todos los actores originales sino también adosa a Jon Hamm (Don Draper, aquí jugando a ser el asesino personal de Ronald Reagan), John Slattery (todo Mad Men salió de parranda), Chris Pine, Michael Cera, Kristen Wiig, Jason Schwartzman y “Weird Al” Yankovic.

Como Minions no sólo de Wain y el cariño por una experiencia común (o su culto), esos actores, que en su momento habían sido una expansión del grupo de comedia The State (de Wain y Showalter), generan aquí algo no distinto, no revolucionario, pero si definitivo. Dice Wain: “Es extraño, es como si hubiéramos creado la Happy Days de la generación Simpson. Esos personajes implican una familia para muchos en Estados Unidos, en ese sentido de pertenencia que tienen determinadas ficciones y sus habitantes. Nunca dejo de pensar que traerla de vuelta es confirmar algo que no podría definir muy bien, pero que me parece extremadamente puro”.

WHAS, la serie (su extensión se debió a Netflix, más por fanático que por el éxito moderado que tuvo su anterior intento de comedia de culto, Arrested Development) es la fiesta de todos de la alguna vez Nueva Comedia Americana: la Ultima Cena, Hepatalgina incluida, pero atribulada de porro, absurdo, exageración, chistes sobre genitales y autoconciencia (alguien le dice a la nueva directora del camping: “Podés rejuvenecer el lugar con energía nueva. Tanto que para finales de agosto, todos se van a sentir como si tuvieran 15 años menos”).

Wain: “Quizá lo que prueba todo este experimento, incluyendo el nuevo formato de visión, es algo extraño: que el cine es distinto, seguro, y, sobre todo, que ya no somos los jóvenes subversivos que hacían las películas que querían y estaban de fiesta; somos los adultos que tenemos que coordinar agenda con los representantes de las estrellas, filmar con pantalla verde y después pegar digitalmente, y así es que hacemos la serie que queremos. La serie que, he comprobado, todos quieren ver, y donde todos quieren estar. Verlos a todos sentados allí, listos para filmar, listos para llevar a cabo el chiste más absurdo posible, fue la sensación más surreal que he sentido en un set”.

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