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Una paloma de la paz que es un pollo al spiedo, una reina de belleza que pide por la paz mundial y en realidad es un combatiente. Nada es lo que parece en los libros de Federico Lamas. Y al mismo tiempo todo termina siendo lo que tiene que ser. “Los condenados buscan redención”, es la enigmática frase que sirve de nota al pie tanto del iniciático Vete al infierno como del flamante Visión infernal, dos libros casi sin palabras, con un dibujo doble por página, en los que Lamas condena a sus ilustrados a su otra verdad, les revela lo que los amenaza por dentro, avisa lo que les espera en el camino. “El primer libro fue una especie de catálogo de todo lo que se podía hacer con el efecto”, explica el artista sobre su ya descatalogado primer opus, bautizado con –según revela– la más corriente traducción de “fuck you” en los subtitulados de las películas. “En el nuevo, en cambio, busqué que cada imagen tenga mas de una lectura posible”. Y el resultado es un libro, es cierto, menos obvio. Pero también menos bestial que el primero, aunque igual de mágico y sorprendente.

El efecto en cuestión funciona a partir de un plástico rojo que, al ponerse ante los ojos del lector, anula lo que Lamas dibuja por delante, en rojo, y expone lo que deja escondido detrás. Por ejemplo, sin el plástico, en la tapa del nuevo libro se ve la clásica imagen de la tentación bíblica, Eva ofreciéndole la manzana a Adán con la serpiente de testigo. Mirándola a través del visor que acompaña el ejemplar, lo que se ve es la banana a medio pelar que Andy Warhol puso en tapa del debut de Velvet Underground, una especie de homenaje del dibujante a sus inquietudes musicales. No en vano el autor de Visión infernal es un original y reconocido VJ profesional, y temprano compañero de ruta de todo lo que han ido haciendo sus amigos del grupo Mataplantas. Con ellos empezó a cortar sus dientes en esto de la ilustración y el rock, y ahora que –ya separados– se han multiplicado en Cosmo, Pablo Malaurie y El Hipnotizador Romántico, también ha trabajado con todos.

Sentado ante un café en un bar del barrio de Colegiales, cerca de su estudio, Lamas recuerda que el momento eureka de su Visión Infernal –así bautizó al efecto para el primer libro, y es como lo denomina desde entonces– le llegó cuando estaba haciendo una residencia en San Pablo, en 2008. “Filmé a un predicador que golpeaba una Biblia mientras hablaba en una plaza, e hice que con cada golpe explote una persona”, cuenta Lamas, pero como le dio culpa cristiana mandar gente al infierno (“aun cuando estaba filmado de lejos, y no se les veían las caras”, advierte), decidió empezar a imaginar pecadores, haciendo listas con posibles personajes, que procedió a dibujar. A pesar de haberse ganado un lugar en la residencia paulista para hacer video arte, explica Lamas, el hecho de tener un atelier a su disposición lo inspiró para hacer algo más físico. “Me acuerdo que cuando encontré el efecto, y me salió el primer dibujo, me volví loco”, cuenta. “Me fui a festejar solo por San Pablo”.

Aunque no menciona a El otro yo del Dr Merengue –la clásica tira diaria de Divito, un Dr. Jekyll y Mr. Hyde en plan cajetilla de Barrio Norte– entre sus referentes, Lamas enumera como antecedentes del hallazgo desde sus conocimientos de filtros para cine, sus experimentos en 3D e incluso ciertos regalos que venían en la revista Billiken. Demasiado experimental para los cineastas y demasiado argumental para el video arte, Lamas estudió cine y paseó sus cortos por festivales internacionales, pero con su Visión Infernal hizo pie en ArteBA en el 2009, gracias a la invitación de This Is Not The Gallery, que lo incentivó a hacer obra y puso todo su stand a su disposición. “Sin ellos jamás se me hubiese ocurrido exponer”, confiesa. “Lo que más me sorprendió del efecto es que todos lo entendían y se copaban: desde los embajadores que dieron vuelta por la feria antes de la apertura, Vicentico o Marta Minujín, hasta los guardias o los empleados de limpieza”.

Lo que empezó siendo una impresión de apenas algunas postales terminó en el primer libro, Vete al infierno (2009), que agotó cuatro ediciones artesanales, y se distribuyó –también artesanalmente– en todo el mundo. De hecho, Lamas cuenta que recibió un llamado para publicarlo en Brasil porque la editora lo había comprado... ¡en una librería de Nueva York! “Esa clase de distribución siempre rinde”, se entusiasma el artista, que todo el tiempo tiene nuevos proyectos dando vueltas, pero Visión Infernal es el que siempre se mantiene con vida. “Cuando salió en Brasil tuvo nuevo aliento”, confiesa, y cuenta que llegó a hacer con Visión Infernal la tapa del disco del grupo Bande Do Role, Tropical bacanal. “Se abría y había un dibujo de una fiesta, que con el visor se transformaba en orgía”, explica Lamas, que cuenta que en la ilustración estaban incluidos también los músicos invitados, desde Max Calavera hasta Caetano Veloso. “Con Caetano no me atreví a hacer mucho y lo cuidé”, confiesa Lamas. “Aparecía sentado en un sillón con tres chicas, y con la visión una se le subía encima, pero le tapaba la cara”.

Después de una temporada rechazando trabajos, con la idea de completar este demorado segundo libro con el efecto, Lamas está contento con el resultado. Pero aún no parece resignarse a que el nuevo volumen –de tapa dura– tendrá necesariamente vida propia, ya que no podrá llevarlo de aquí para allá, como hizo con el anterior. “¡Es que pesa mucho!”, confiesa. “Antes con un bolso te armaba una muestra con la Visión Infernal. Ahora ya no depende de mi”, se resigna Lamas, que se gana la vida trabajando en publicidad, y revela que cada tanto le piden su particular efecto, pero cuando no coincide con el espíritu original de la idea, hace todo lo posible para que los pedidos se caigan. “Yo siempre quiero que sean religiosamente correctas”, explica este egresado de colegio católico, asi que –dice– al menos se sabe bien las reglas. Y asegura, aún hoy, seguir creyendo. A pesar de tanto infierno.