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Domingo, 28 de agosto de 2016

MúSICA > EL ESTRELLERO

EL ASCENSO

Con melodías pop épicas y embriagadoras, El Estrellero viene desmarcándose como la revelación del año, al punto de que sin siquiera tener editada su música en soporte físico –su disco Drama es todavía solamente digital– fueron invitados a tocar al Festival BUE. Nacidos y criados en la heterogénea y poderosa escena de La Plata, el quinteto explora en sus canciones el costado radiante y oscuro del amor y sus dolores.

 Por Juan Andrade

Foto: Catalina Bartolome

En la prehistoria de El Estrellero, nada parece haber ocurrido por azar. Empezando por la noche en la que Lautaro Barceló cayó en Pura Vida en plan random, sin información previa del recital que estaba a punto de comenzar en el bar. “Tocaba Thes Siniestros, no los conocía”, dice el compositor, cantante y guitarrista. “Y me quedé súper conmovido con lo que vi. Me gustó tanto que, cuando volví a mi casa, me bajé todos los discos, algo que no hacía nunca”, agrega. Apenas una semana más tarde, Juan Irio, bajista y vocalista de Thes Siniestros, descubrió mientras manejaba por las calles de La Plata que el estéreo de su auto no funcionaba. “Nunca escucho radio, pero como no andaba la lectora de CDs puse FM Universidad y justo sonaba una canción. En los primeros veinte segundos pensé que era un tema mío, aunque no lograba saber cuál. Fue algo raro, me agarró con la cabeza nublada. Y cuando terminó, dijeron que era de Lautaro Barceló”, recuerda.

Habitantes de la misma ciudad con alma de pueblo grande, protagonistas de la misma escena que en aquel 2010 ya daba que hablar en todo el país, eran perfectos desconocidos. Entonces Irio tomó la iniciativa y contactó a Barceló vía Facebook, para contarle de la singular experiencia de identificación con un tema ajeno que acababa de vivir. Y, a su turno, el otro le habló de su flamante admiración por Thes Siniestros. Fue un primer acercamiento y, en el chat, quedó flotando la vaga promesa de hacer música juntos. Con el tiempo, la Orquesta de Perros en la que reportaba Barceló y Thes Siniestros iban a compartir sala de ensayo en las calles 4 y 56. Las señales se acumulaban. Richard Baldoni, bajista de Norma, le tiraba a Barceló en medio de una charla: “Vos deberías tocar con Juan Irio”. Fito Páez decía en una entrevista en Perros de la calle, en la Metro, que había dos bandas nuevas que le gustaban mucho: Thes Siniestros y Orquesta de Perros.

Todavía faltaban un par de años para que los planetas se alinearan definitivamente. Y ellos repasan la seguidilla de anécdotas como si el orden del universo hubiera conspirado a su favor. “Somos medio místicos en nuestra forma de concebir las cosas”, explica Irio. Lo cierto es que el bajista invitó al guitarrista a participar en El ideal de lo común, el trabajo solista que siguió a la disolución de Thes Siniestros. “Yo me había separado de todas las bandas que tenía en ese momento, que eran un montón”, dice Barceló, sonriendo: la lista abarca a la Orquesta de Perros, Canto El Cuerpo Eléctrico, Miro y su Fabulosa Orquesta de Juguete, Uf Caruf, y más. Y ese encuentro en el estudio activó un ida y vuelta musical que, más temprano que tarde, derivó en un nuevo plan.

“Quiero hacer un proyecto de canciones; si fuese un género, sería power pop”, lo sintetizó Irio antes de ponerse manos a la obra. En el horizonte de referencias estéticas compartidas, la que brillaba con mayor intensidad era la discografía de Big Star. A fines de 2014, con la incorporación de Gregorio Jáuregui (de Muerte al Tío Cosa) en batería, la incipiente banda empezó a ensayar en una sala de Tolosa. Más tarde se sumó un nuevo integrante sub 20, el guitarrista Alejo Klimavicius (Fus Delei), por sugerencia de Jáuregui. Y por la misma vía llegó el tecladista Juan Baro Latrubesse (Pájaro Escultor). “Goyo fue nuestro Caruso Lombardi: hizo una selección del ascenso platense, trajo jugadores buenísimos”, explica Barceló. El equilibrio entre experiencia y juventud potencia la química igualitaria del quinteto. “Cuando estamos en el escenario, yo siento que los admiro”, dice Irio. “Somos un equipos, formamos una especie de entidad con vida propia: El Estrellero es un animal mitológico”.

La criatura a la que le dan vida no sólo está a la altura de la mejor tradición del rock que se cocina entre diagonales, sino que además logró que su disco debut, Drama, se ubicara entre lo más destacado de la cosecha 2016 del género a escala nacional. Con El Estrellero, el savoir faire del indie pega un salto de calidad cancionero, impulsado por melodías embriagadoras que detonan con estribillos épicos y adhesivos. “Es la primera vez que mezclé un disco, la idea no era que el audio fuera espectacular, onda Abbey Road. No se tenía que parecer al estándar de sonido que hay en todos lados, que tampoco nos atraía”, cuenta Barceló. “Era azar: podía salir muy bien o muy mal”, sintetiza Jáuregui. Ocurrió lo primero: el álbum se recorta con claridad en el panorama actual. A tal punto que, apenas tres días después de haber sido publicado vía Bandcamp, recibieron un llamado desde la oficina de Daniel Grinbank para invitarlos a tocar en la segunda fecha del festival BUE.

La autoría de las composiciones del álbum se reparte entre Irio y Barceló, excepto “Pobre corazón”, que fue escrita por ambos. “La lírica de Lautaro y la mía van por el mismo lado: solemos ser sensibles, hablamos de la nostalgia y del dolor. Entonces Drama explota el tema del amor como desencuentro, como algo fluctuante. Habla de lo inmanejable que son los caprichos del corazón”, define Irio. “Como el beso y el faquir/ el amor te gusta/ Hemos venido a morir/ ¿no te diste cuenta?”, le plantea el protagonista de “Rima” a su chica. Y es tan solo un ejemplo. “Hace poco leí Opio, de Jean Cocteau. El tipo escribió en una clínica de desintoxicación este libro, en el que exalta las virtudes del opio como una herramienta para sedarse y para desprenderse de las cosas negativas. Y a mí se me ocurrió vincularlo con Drama, porque el amor puede ser como el opio: es algo positivo si sabés usarlo, pero la torpeza del hombre es tan grande que se hace muy difícil de manejar”.

Hasta el momento, las canciones del quinteto impactan en el mundo virtual y en los escenarios. “La idea siempre fue tener el disco físico, pero salió en abril y los costos cambiaron bruscamente. Estamos pensando en editarlo en los próximos meses, con el sello Fuego Amigo Discos”, anticipa Irio. Materializarlo sería un acto de justicia poética para con esta decena inaugural de melodías radiantes que parecen tomar un impulso desde una zona oscura. “Es un proceso de sublimación: convertimos algo nefasto en luminoso o brillante. ‘Preámbulo de la vigilia’, por ejemplo, que cierra el disco, tiene una tendencia a hablar de los problemas de una relación. Pero su última frase es: ‘Una hoz cortando las estrellas’. Está deteniéndose en algo que empieza a brillar. Y todas las canciones tienen eso: en cierto lugar encuentran algo de luz”, describe Barceló. “Las canciones quizás nacen de un lugar horrible, pero después le damos una impronta que, para mí, es lo que define a la personalidad de la banda: la épica.”

El Estrellero toca el próximo 9 de septiembre a la medianoche en La Plata. Y el sábado 15 de octubre se presenta en la segunda fecha del festival BUE, junto a Wilco, The Flaming Lips y otros.

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