REVELACIONES
Batacazo
Encarnación perfecta del antihéroe balbuceante, Nacho Toselli brilla como el protagonista humillado y ofendido de Buena Vida (Delivery), la opera prima de Leonardo Di Cesare que sacó dos premios en el último Festival de Mar del Plata y ahora enfrenta un posible destino de remake en manos de... ¡Brad Pitt!
Por Sonia Santoro
Por Cecilia Sosa
Si en el cine nacional el rol de antihéroe balbuceante y de-chico-que-hace-de-sí mismo parecía casi un privilegio uruguayo, la marca Hendler tiene ahora un posible relevo local, con brillos propios y aires del más profundo conurbano bonaerense: Nacho Toselli, argentino, 29 años (parece 24), bastante menos de un metro setenta, nacido y criado en “San Isidro medio” y protagonista de Buena Vida (Delivery), la opera prima de Leonardo Di Cesare que, contra el juicio de la crítica bien pensante, se consagró como mejor película en el Festival Internacional de Mar del Plata, se estrenó el jueves pasado y ya circula con éxito por los festivales del mundo.
La sorpresa Toselli viene por partida doble: si en el film deslumbra por esa fragilidad torpe con la que se enamora de la chica inadecuada, la resignación culposa con que tolera el campamento familiar en su casa y la obstinada melancolía con que observa el devenir del mundo hasta que despierta y encuentra una fábrica de churros funcionando en medio de su living. En la entrevista, Toselli deslumbra por el extraño parecido que exhibe con su réplica en la pantalla. Pero actor y personaje no sólo comparten los mismos modos vacilantes, la sonrisa tímida, los mismos tucs y pums. Hay algo más, y es la fatalidad antiheroica con que Toselli parece recorrer su vida. Tanto, que el “final” feliz suena casi a una consagración dislocada para este chico que se inició como actor en la troupe de Mauro Viale, imitó a Adrián Suar hasta odiarlo, hizo de novio de Susana Giménez y se pasó las dos últimas vacaciones de invierno asustando gente en el laberinto del terror de Showcenter.
Mientras la crítica más sesuda vio en Nacho (su personaje en Buena Vida) la realización de todos los miedos de la pequeña burguesía acorralada por la crisis (y hasta calificó a la película de “reaccionaria”), el dueño del cuerpo del delito, por su parte, parece bastante ajeno a cualquier intencionalidad política conspirativa.
¿En qué te inspiraste para el personaje de Hernán?
–En mí. Mi vida también está llena de torpezas. Siempre digo lo que no tengo que decir. Una psicóloga me dijo que tenía “asociación sin fin”. Mi personaje y yo somos los dos enamoradizos y un poco aparatones.
Toselli sonríe casi tímido: salvo en su auge como imitador de Suar, nunca dio una nota. Uno de sus más promisorios arrebatos profesionales fue a los 18 años, en medio de la Villa 21, cuando esperaba turno para dramatizar el caso del día (un linchamiento) para Mediodías con Mauro. “Nos habían pedido que entráramos en grupos para no llamar la atención. La cámara estaba escondida y se estaba grabando una escena. Yo miraba desde un costado. En un momento me apoyé en una pared y sentí que se corría. Quise agarrarla pero no pude y vi cómo la pared se caía sobre la casita de chapa. De adentro se oyó un ¡ay...!”
No hubo víctimas, pero el alma de Nacho quedó por el piso y el equipo tuvo que abrir billeteras para compensar al dueño de casa. “Fue una época terrible, lo pasaba muy mal. Llegábamos al canal como a las 7 de la mañana, se elegía la noticia más sangrienta del día y nos íbamos al lugar a dramatizar el caso. He hecho cosas terribles. Al principio guardé las escenas grabadas, pero después las fui borrando por los goles de Estudiantes”, dice. Nacho decidió cambiar a Viale por Tinelli y se consagró como imitador de Adrián Suar en Videomatch. Años después, esa rara habilidad se transformó en karma: “Das muy Suar”, le decían para rechazarlo en todos los castings. Y hay que decirlo: Toselli no tiene nada de Suar (aunque basta una línea para que el dueño del Pol-ka comparezca mágicamente en el bar de Palermo donde se hace esta entrevista).
¿No se te ocurrió pedirle trabajo?
–En esa época todos me decían que tenía que ir a verlo, pero a mí nunca me gustaron esas cosas. Una vez iba caminando con un amigo por Palermo y lo vi. Yo siempre soy de buscar parecidos, y ese día habíamos visto muchos Phil Collins. “Mirá Suar”, le dije. “Es Suar posta”, se sorprendió, “saludalo”. “Ni en pedo.” Cuando nos cruzamos, él me saludó como yo me había imaginado que me saludaría (lo tuve que mirar mucho para imitarlo): se agarró los lentes así y me dijo: “¿Seguís laburando ahí o ya te pegaron una patada en el culo?” “Sigo”, le dije. Y se fue. “Boludo –dijo mi amigo–, te tiró un centro: le hubieras dicho que no y seguro que te contrataba.” Siempre me quedé con la duda.
Buena vida
Cuando Toselli fue convocado para protagonizar Buena Vida (Delivery), no respondió con la prontitud de quien espera que lo rescaten. Ni siquiera contestó los mensajes que le dejaba el director en el contestador de su casa.
–Soy medio enfermito, y pensaba que iba a ser un delirio. Me había dejado como cinco y un día me dijo: “Te estoy ofreciendo un pro-ta-gó-ni-co”. Lo llamé con una excusa, pero al final acepté ir a un casting. Hice como cinco, y Leo nunca se decidía: “Vamos a hacer uno más”, decía. Yo ya me estaba repudriendo, y justo me ofrecieron un contrato en Dadyvertidos, donde ya estaba laburando, y firmé.
Cuando se decidió por él, Di Cesare logró que se anulara el contrato. Mucho después Toselli se enteró de que Daniel Hendler era su principal competidor en las pruebas. Cosas del destino, o si no secreto del antihéroe del antihéroe: Toselli también sufrió la persecución del uruguayo más aclamado. “Con lo de Walter me enfermaron: me confundían todo el tiempo, y no sé por qué, porque no somos parecidos. Iba caminando y me gritaban ‘¡Ey, Walter!’ Al principio contestaba: ‘¡No, loco, no soy yo!’. Después los saludaba resignado. Había logrado escapar de Suar y ahora me saludaban por algo que ni siquiera había hecho yo. Hace poco lo conocí a Hendler en el cumpleaños y le conté.”
El papel de Hernán en Buena Vida no lo reaseguró demasiado: “Me gustaba el guión, pero no sabía si iba a ver un mango. Era 2001; nadie sabía qué iba a pasar con el cine nacional. Yo tenía laburo hasta fin de año, y todo el mundo me decía que no me convenía. Pero decidí hacerlo igual. Me imaginaba que si la película alguna vez se estrenaba iba a ser en el Tita Merello, para que la viéramos yo y mis amigos. Y ahora pasó todo esto...”.
Y sí: “todo esto” fue mucho. Con la crisis de diciembre de 2001, la película tambaleó: se suspendieron los subsidios del Incaa y el director –como uno de los personajes del film– se puso a criar caracoles para exportar. Pero a mediados de 2002 la película logró filmarse, aunque con el dólar disparado y la exigencia de no fallar en ninguna toma. Así, a principios de este año, se presentó por primera vez en el Festival de Mar del Plata y, contra todo pronóstico, fue premiada por unanimidad por el jurado internacional. Fueron dos Astores: uno por mejor película, otro por mejor guión.
–Fue totalmente inesperado, imposible. Estoy seguro de que no voy a vivir algo así nunca más en mi vida. Lo que pasó con la gente fue increíble. Todos nos felicitaban. Vino un tipo gigante con cara de alemán y me dijo: “Es increíble el poder de síntesis que lográs...”. Pero no pudo terminar la frase por el llanto y se fue. Me quedé con ganas de saber qué le había pasado, pero ya no lo pude encontrar.
El chico de la moto
Para el protagónico de la película, Toselli no tuvo problemas en subirse a la moto y hacer de delivery boy en el conurbano. Los trabajos callejeros habían sido una constante en su vida: durante un año y medio había sido “el chico de la moto” en el programa de Susana Giménez. Hacía de “Yeyo”, el noviecito de la diva.
–Estuvo bueno: fue el mejor grupo de trabajo en tele. Ella tiene una imagen de diva histérica, pero tiene una onda bárbara y para improvisar es genial. Hacíamos de un grupo de adolescentes de colegio privado y ella estaba conmigo por la moto.
(El año pasado, cuando se enteró de que su “ex” estaba trabajando en el laberinto de terror, la diva se horrorizó: “¡Yeyo! ¿Cómo vas a andar asustando gente por ahí?”. Y por unos meses se lo llevó a trabajar con ella.)
Sí: el film de Di Cesare fue el primer trabajo “serio” de Toselli. Y le tocó encabezar un elenco integrado por figuras como Oscar Núñez, Alicia Palmes, Mariana Anghileri, Oscar Alegre y el Puma Goity.
–Sólo había trabajado en una película muy independiente de Fernando Crisenti (todavía inédita), y para mí era como estar en Hollywood. Al final se trabajó con una presión terrible. En las escenas más duras no se podía fallar. Faltaba plata y los técnicos no cobraban. Había mucha tensión gremial. Aprendí mucho trabajando bajo presión: recién cuando terminamos sentí que estaba listo para empezar.
Este mes, Buena Vida competirá en los festivales de Edimburgo y Copenhague. También se estrenará en España, Francia e Israel. Por estos días, la productora de Brad Pitt negocia los derechos de la película para la remake estadounidense. Atención: ¿el más lindo de los lindos, el más héroe de los héroes como el más melancólico y torpe de los antihéroes? Seguro que a Nacho Toselli le sale mejor.