HALLAZGOS > LOS ARCHIVOS DE KUBRICK
El libro pesa unos cuantos kilos y cuesta muchos más dólares o euros. Pero adentro, encierra todo lo que ha quedado de Stanley Kubrick que no esté en sus películas: grandes entrevistas, grandes fotos, grandes guiones, grandes proyectos inconclusos. Radar pudo hojearlo un buen rato y volvió para contarlo.
› Por Rodrigo Fresán
A diferencia de lo que ocurre con esas versiones dietéticas e infantilizadas de Bosch y Brueguel (me refiero aquí a los dibujos donde, sin entender muy bien por qué, nos rompemos las pupilas buscando a un tal Wally), en las fotos reunidas para el voluminoso volumen The Stanley Kubrick Archives el director en cuestión aparece enseguida y en primer plano. Junto a Jack Nicholson o Peter Sellers o Kirk Douglas. En una Londres futurista y pre-punk, en la Roma Imperial, en la Inglaterra de Tackeray o en los moteles de Nabokov. Da lo mismo. No hace falta perseguirlo mucho para atraparlo enseguida. Ahí está. El director es la estrella y –padre nuestro que estás en las pantallas, en sus películas y en una reciente biopic de Peter Sellers y en otra sobre ese tipo que se hizo pasar por Kubrick durante años– la encandilante luz de la estrella muerta de Stanley Kubrick nos seguirá iluminando por los siglos de los siglos. ¡Acción!
De ahí que fuesen mayoría los que aseguraran que lo mejor que se vio en el último Festival de Berlín –y hasta el 11 de abril– fue la Stanley Kubrick Retrospektive: macro-muestra total donde se exponían reliquias sacras y hasta se reproducían colosales sets de 2001 y Dr. Strangelove. Fragmentos de ese acontecimiento son los que se pasean por las salas y sucursales de la Fnac de España –primero Madrid y ahora Barcelona– y no son grandes exposiciones pero son sustanciosas: posters originales, guiones con anotaciones en los márgenes, un telegrama de Nabokov a Kubrick y fotos –muchas fotos– de los diversos y siempre victoriosos frentes de batalla. Todas ellas saliendo del megalibro antes mencionado y...
...The Stanley Kubrick Archives es uno de esos acontecimientos con los que la editorial Taschen –alguna vez exclusivamente dedicada al porno-erótico con gracia– gusta de autogratificarse y gratificar a los que se le animan. The Stanley Kubrick Archives –con edición de Alison Castle y absoluta colaboración de viuda e hijas– pesa varios kilos y muchos euros y, sí, es ítem imprescindible para los fans y adoradores del más grande realizador a la hora de mezclar luz y sombra y celuloide. Alguien que habló poco pero dijo mucho. Formato apaisado, incluye cuadernillo con textos traducidos al español y entrevistas de especialistas y colaboradores y biógrafos como Michael Herr, Gene B. Philipps, Vicente Molina-Foix, Terry Southern y Vincent LoBrutto (y un texto desconocido en el que Kubrick conversa con Joseph “Catch-22” Heller), un cd con una larga entrevista de 1966, y todas esas fotos...
...y una idea genial: The Stanley Kubrick Archives arranca con una sección, “The Films”, donde –a partir de fotogramas clave– se narran y se resumen todas y cada una de sus películas. Fotonovelas mudas. Y si una imagen, se supone, dice más que mil palabras, entonces una still-photo de Kubrick dice más que mil películas. La segunda parte, “The Creative Process”, donde vuelve a visitar las películas esta vez explicándolas una a una a través de iluminadores ensayos. Y más fotos, claro. Y Kubrick, casi siempre, detrás de una cámara o junto a un actor explicándole de qué va la cosa: Kubrick apuntando a quemarropa a Sterling Hayden o sentado con Adolphe Menjou, o caminando a solas por una trinchera o disparándole a un Quilty fuera de cuadro o jugando al ajedrez con George C. Scott o posando en las tripas cibernéticas de HAL 9000 o mirando desde el suelo al drugo Alex o encendiendo una vela en Barry Lyndon o fotografiando a Jack Nicholson o caminando por las ruinas de una Vietnam a pocos kilómetros de su casa o por las calles de una Nueva York todavía más cerca de su hogar, dulce, hogar...
...y los apéndices están dedicados al material que llegó a reunir para las películas que no pudieron ser –Napoleon, A.I., The Aryan Papers– y antes de esto, a lo largo y ancho de todo el libro, frases subrayadas de libros de Kafka o de Lovecraft y algunas cosas que el verdadero monstruo supo decir. Así habló Stanley Kubrick: “Uno de los atractivos de una historia bélica o policíaca es que ofrece una oportunidad casi excepcional de situar a un individuo de nuestra sociedad contemporánea ante un marco sólido de valores establecidos”, “El motivo por el cual las películas de Hollywood son a menudo tan malas no es que la gente que las hace sean cínicos o avaros. La mayoría de ellos lo hacen lo mejor que pueden y su intención es hacer buenas películas. El problema está en sus cabezas, no en sus corazones”, “Desconfío en delegar autoridad, y mi recelo suele ser bien fundado. Sobre todo desconfío de la gente que no escribe las cosas. Con los que sí las escriben, me muestro muy interesado por cómo lo hacen. Pero si utilizan uno de esos diminutos cuadernos elegantes con un bolígrafo de oro carísimo de la Quinta Avenida desconfío más que nunca”, “La música es uno de los elementos más importantes de una película. El silencio también”, “Sentir la experiencia es lo importante, y no la capacidad de verbalizarla o analizarla”, “Las partes más importantes de una película son las misteriosas, las que están más allá del alcance de la razón y del lenguaje”, “No me gusta hacer entrevistas. Corres el riesgo de ser malinterpretado o, lo que es peor, de ser citado de forma exacta y tener que ver impreso todo lo que has dicho”, “Creo que todo aquel que sea tan desafortunado como para leer lo que el cineasta tiene en mente antes de ver el film se va a perder gran parte del placer que éste provoca”, “T. S. Eliot dio la mejor respuesta. Alguien le preguntó el significado de uno de sus poemas y él respondió que significaba exactamente lo que había dicho y que, si hubiera podido decirlo de otra forma, lo hubiera hecho”, “Ningún crítico me ha aclarado jamás ningún aspecto de mi trabajo”, “Las películas tratan de las emociones y reflejan la fragmentación de la experiencia. Por eso puede resultar engañoso intentar resumir verbalmente el significado de una película”, “La prueba de fuego de una obra de arte es, en definitiva, nuestro apego a ella y no nuestra capacidad de explicar por qué es buena”, “El rodaje no siempre es divertido. Pero si te importa la película, esto es lo de menos. Podría compararse a tener que cambiarle los pañales a tu bebé”, “Hacer películas contradice el viejo refrán que reza: La gente quiere un sistema diseñado por genios para que pueda ser dirigido por idiotas. En el cine siempre ha sido al revés”, “Casi todo lo que leo sobre mí es grotescamente falso”.
Y aun así... ¿dónde está Stanley? La respuesta es: aquí.
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