MUSICA
Soplando en el viento
Son once músicos en escena,
con cinco instrumentos de viento al frente y ninguna voz. Hacen únicamente
clásicos instrumentales según los principios del ska jamaiquino.
Nacieron a la sombra de la escena reggae local y el suceso de Mimí Maura,
pero ya tienen un disco que tuvo que ser reeditado y son un fenómeno de
las noches musicales porteñas. El viernes que viene será una oportunidad
para descubrir a Dancing Mood.
Por Martín Pérez
Uno de los clásicos
de todos los tiempos que forman parte del nuevo repertorio de Dancing Mood es
ni más ni menos que un tema de West Side Story, el musical de Broadway
de Leonard Bernstein y Stephen Sondheim, devenido luego en clásico cinematográfico.
El tema en cuestión se llama “María”, y el público
que llenó los shows de la banda el mes pasado en El Club del Vino ya sabe
pedirlo por el nombre, e incluso corear su melodía. Un detalle con el cual,
según confiesa el trompetista Hugo Lobo, “flashean” los viejos
músicos tradicionales. “Porque son clásicos del jazz que músicos
como mi viejo y sus colegas han tocado durante toda su carrera, pero para ellos,
sin que nadie les diera ninguna bola. Son temas que ellos están acostumbrados
a tocar, pero cuando escuchan que nuestro público los pide y los celebra,
no lo pueden entender”, sigue Lobo, creador y fuerza motriz detrás
del fenómeno de Dancing Mood, un grupo instrumental de ska jamaiquino que
está haciéndose escuchar en las noches porteñas a fuerza
de virtuosismo y –lo que es aún más esencial– una musicalidad
cuya marca de fábrica es la misma que la de fenómenos como el de
Mimí Maura (donde, nada casualmente, Hugo Lobo toca su trompeta): contagiar
alegría desde el escenario, pero sin demagogias y basada en una entrega
sincera y buenas canciones. “A mí todavía me sorprende la buena
respuesta de los pibes”, confiesa Hugo, y asegura que el principio que guió
la creación de semejante combo instrumental fue el de reivindicar bandas
como Skatalites, los padres del ska jamaiquino, punto de partida de toda la música
que logró conquistar el mundo pop desde Jamaica, Bob Marley incluido. “Mirá
que algunos temas en vivo llegan a durar como once minutos”, exagera Lobo.
“Pero los pibes no es que canturrean la melodía y después se
aburren esperando el próximo tema, sino que aplauden cada uno de los solos.
Y eso es algo que vuelve loco a los viejos”, repite el trompetista, que –a
pesar de sus jóvenes 22 años– parece tener bien en claro el
mundo y las historias de los músicos de sesión locales, más
allá del por momentos autista submundo rockero. Algo que aprendió
de su padre Rubén, un tucumano que desde hace quince años es el
baterista de Mercedes Sosa, pero que también mantiene un trío de
folklore fusión –en el que toca con su hijo– y que para Hugo
es “el parámetro total de la música”. Y el que le enseñó
a vivirla con esa pasión que entrega Dancing Mood.
A LOS MONEDAZOS
Nacido en el barrio porteño de Villa Pueyrredón, Hugo Lobo fue criado
prácticamente por el amor a la música de su padre Rubén.
“Cuando tenía veinte años mi viejo ya cruzaba folklore y rock
en el grupo que tenía por ese entonces”, cuenta Hugo, y pone el disco
del Tushka Trío, con el que su padre tocaba clásicos del folklore
con batería y guitarras eléctricas. “Había que ser muy
valiente sólo para intentarlo. Hoy es común ver una batería
en el folklore, pero por entonces apenas te ponías a armar el instrumento
sobre el escenario de algún festival y ya te entraban a tirar pilas y monedazos”,
explica Lobo hijo, que no pudo escaparle al servicio baterista obligatorio durante
la infancia, pero que después se pasó a la trompeta. “Yo quería
tocar el saxo, pero cuando fui a una casa de música a preguntar el precio
me dijeron que salía mil dólares. Y una trompeta que estaba al lado
estaba a trescientos, así que me la llevé”, confiesa el líder
de Dancing Mood, que cuando arrancó con esto de la música supo rápidamente
–tal como su viejo– lo que significa ir a contramano. “Cuando empecé
la secundaria, si decías que te gustaban los Fabulosos Cadillacs eras flor
de boludo. Y a mí me gustaban y lo decía”, recuerda Hugo, que
para comenzar a tocar en una banda debió irse hasta Mar del Plata, donde
pasó a integrar un combo llamado Correcaminos. Después conoció
en el barrio a Fidel Nadal, líder de Todos Tus Muertos, y a partir de ahí
comenzó a mostrarse y a tocar con gran parte de la escena del punk y del
reggae porteñas. “La verdad es que toqué en todos lados. Con
Bad Manners y Rico Rodríguez cuando vinieron a la Argentina, pero también
conuna orquesta de música judía y hasta con una banda que hacía
covers de Frank Sinatra. Lo que venga, como cualquier chabón que labura
de esto”, dice, y se enorgullece al decirlo, con una voz grave y pausada
que –junto a una barba candado bastante crecida– esconde su juventud.
El nacimiento de Dancing Mood se remonta a la segunda mitad de los ‘90, cuando
nació la idea de dedicarse a sus gustos, que apuntan hacia las orquestas
de reggae, soul y jazz y los ritmos de jazz y ska jamaiquino. Aquellas bandas
que se podían acoplar a cualquier cantante –o bien prescindir de ellos–
y en la que sobresaliesen instrumentos que no suelen estar en primera fila. “Esa
fue la idea: hacer algo para divertirnos y poner los caños bien adelante.”
MUSICA EN EL AIRE
A la hora de hablar de música, Hugo Lobo es contundente. Para él
la música, la verdadera música, murió en los ‘80, cuando
aparecieron las maquinitas, los teclados, los samplers. “Antes de esa época,
cuando había música siempre había mucha gente tocando”,
aclara el trompetista, que intenta recrear ese espíritu con un grupo que
suma once integrantes, algo muy difícil de mantener. “Desde el primer
show que no paramos de cambiar integrantes”, confiesa. En esos primeros shows
se hizo presente el público habitué de la movida reggae: el de las
bandas en las que solían tocar tanto él como sus compinches. Pero
rápidamente se aburrió con la propuesta instrumental. Luego de la
grabación 20 minutos, el primer álbum, comenzó a aparecer
en los shows otro tipo de público, joven, curioso y con muchos menos prejuicios
musicales. Mientras que en 20 minutos (que ya va por su segunda tirada y acaba
de editarse en México) llaman más la atención los temas con
cantantes invitados, como el “Close to You” de Bacharach en la voz de
Mimí Maura, o “Enjoy Yourself” con Fidel Nadal, en los shows
no se extrañan para nada las voces, y el goce está en el libre devenir
de nuevos temas que pasarán a formar parte del próximo álbum,
a grabarse el mes que viene, como la ya mencionada “María”, “Perdido”,
de Count Basie, o “Fantasy”, un tema de Earth, Wind & Fire con el
que sorprendieron a sus seguidores. “A mí lo que más me gusta
es que la música suene como realmente es esa música, con el viento
que generan tantos caños soplando ahí adelante”, dice Hugo,
refiriéndose tanto a su trompeta como a los dos saxos (el alto es el de
Rubén Mederson, responsable de los arreglos junto a Hugo y el tenor de
Sergio Colombo, saxofonista de la banda de Mimí Maura) y los dos trombones
que son las estrellas del grupo. “Porque eso se siente en el pecho, y eso
es lo que sienten los pibes que vienen a vernos”, se entusiasma. “Es
como cuando pasa una ambulancia por la calle, y el sonido de la sirena va de un
tono a un semitono. Si fueses corriendo al lado de la ambulancia, la sirena sonaría
siempre igual. Lo mismo pasa cuando el sonido de los vientos es producido por
un sintetizador. Aunque suene igual, nunca va a ser lo mismo. Porque lo importante
en la música no es el sonido, sino el aire que mueven los que la tocan”.
Dancing Mood toca el próximo
viernes
en Niceto, Niceto Vega 5510.