Domingo, 23 de julio de 2006 | Hoy
TELEVISIóN > UN DOCUMENTAL DE LA BBC SOBRE LA VIDA Y LA OBRA DE STEPHEN HAWKING
A fines de los ’80, el mundo compró de a millones ejemplares de Breve historia del tiempo y creyó estar en presencia del heredero de Einstein. Veinticinco años después, aquel genio que en plena lucha contra una enfermedad degenerativa parecía a punto de leer la mente de Dios, se ha convertido en una de las figuras intelectuales más emblemáticas de la cultura popular –pero al mismo tiempo, sus verdaderos logros están bajo la lupa–. Ahora, por primera vez, un documental de la BBC indaga en el fenómeno Stephen Hawking.
Por Hernán Ferreirós
Stephen Hawking es el científico más famoso del universo conocido. En un mundo perfecto, su grado de celebridad iría de la mano de su contribución a la ciencia. En el nuestro, tiene que ver estrictamente con su aspecto: en viejas fotos es Mick Jagger con los músculos convertidos en gelatina (cuando filmen su biografía, el Stone podría volver a la actuación con un papel altamente oscarizable). Más precisamente, su fama tiene que ver con lo apasionante que resulta para el público observar su lucha con una enfermedad degenerativa, la esclerosis lateral amiotrófica o enfermedad de Lou Gehrig. Esta dolencia hace que su cuerpo se degenere gradualmente –las células nerviosas que controlan los músculos mueren y el cuerpo va quedando gradualmente paralizado– pero no afecta su capacidad de razonar. Su brillo como hombre de ciencia, sumado a su enfermedad, lo ha vuelto un sujeto fascinante para los medios, pero, ¿está su estatura científica a la altura de su fama? De ello, y de la evolución de sus teorías, se ocupa Stephen Hawking: la paradoja del tiempo, un documental de la BBC que el Canal Infinito presenta esta semana.
Hawking se volvió una celebridad mundial cuando publicó Breve historia del tiempo (1988), su primer libro de divulgación científica, un texto que vendió más de ocho millones de ejemplares e inició una fugaz moda de libros de astrofísica dedicados a gente que nunca estuvo expuesta a una ecuación de mayor complejidad que $1 = U$S 1. ¿Qué llevó a ocho millones de lectores a comprar un libro que elucubraba sobre el origen del universo y explicaba las extrañas propiedades de los agujeros negros? Sacando a la minoría integrada por los genuinamente interesados en la cosmología y por los devotos de la ciencia ficción, se trató de la respuesta a una masiva campaña de marketing. Es probable que tal campaña no haya sido planificada, sino provocada espontáneamente por la fascinación morbosa que despertaba la situación en la que se encontraba Hawking. Incontables artículos periodísticos y programas de televisión se ocuparon del genio atrapado por un cuerpo en desintegración. La competencia entre una vida que se va apagando prematuramente y una mente que sólo necesita tiempo para desentrañar todos los secretos del universo –así se lo presentaba– era al mismo tiempo una historia lacrimógena, una trágica metáfora de la condición humana y televisión trash de máxima efectividad.
Con su enfermedad a cuestas, algunos importantes logros en el campo de la física teórica y un best-seller en el bolsillo, Hawking se volvió un icono de nuestra era y su figura, ubicua en la cultura popular. Casi todas las series animadas para adultos lo incluyeron como personaje: un Hawking dibujado apareció reiteradamente en Los Simpson, en Family Guy (el personaje parapléjico llamado Disabled Guy está claramente basado en SH), en Futurama, y hasta en El laboratorio de Dexter. No sería exagerado decir que alcanzó un status similar al de una estrella de rock. De hecho, Pink Floyd lo invitó a grabar con su voz sintetizada en el track “Keep Talking”. Existe, además, un tal MC Hawking, quien aduce ser la versión gangsta rapper del físico y que editó un disco llamado Brief History of Rhyme.
Toda esta publicidad es felizmente aceptada ya que se traduce en venta de libros y en dinero para pagar los onerosos cuidados médicos que SH necesita. Al mismo tiempo, pareciera que la fama de Hawking en la comunidad científica no reproduce exactamente la que tiene entre el gran público. Para los medios, Hawking es el genio que está a punto de leer la mente de Dios. Para otros físicos, es un científico importante, autor, en la década del ‘70, de teorías influyentes que ayudaron a entender los agujeros negros, pero que en modo alguno es comparable con los otros nombres que lograron pasar del impenetrable campo de la física teórica a la cultura popular como Isaac Newton (cuya cátedra de matemática ocupa Hawking en Cambridge) o Albert Einstein. De hecho, en una encuesta reciente realizada entre investigadores norteamericanos acerca de los físicos vivos más importantes, Hawking ocupó el puesto número 20.
El documental producido por la BBC, que emite el canal Infinito a lo largo de este mes, desmitifica la figura de Hawking y, a treinta años de la publicación de sus principales papers, se permite poner sus teorías en perspectiva. Durante los años ‘60 y ‘70, Hawking se dedicó al estudio de los agujeros negros, cuerpos celestes que resultarían del colapso de una estrella: cuando una estrella de determinado tamaño agota todo su combustible, implosiona hasta dejar un área de infinita densidad e infinita gravedad de la que ni siquiera la luz puede escapar, un agujero negro. La teoría más polémica de SH afirmaba que, en realidad, los agujeros negros sí emitían cierto tipo de radiación y que esta emisión provocaría que, con el tiempo, se evaporasen dejando vacío en su lugar. ¿Qué ocurría entonces con todo aquello que lo componía y todo aquello que pudo haber caído en él durante millones de años? Hawking argumentó que, simplemente, era obliterado de la existencia. Sin embargo, una de las leyes fundamentales de la física afirma que en el universo no puede haber pérdida de información (“nada se pierde, todo se transforma” es su formulación más popular). Si así fuera, todo el conocimiento científico carecería de fundamento. Si hay información que desaparece sin dejar huella alguna, ¿cómo es posible remontarse a las causas de un evento? Si bien toda la comunidad científica creyó que Hawking debía estar equivocado, por años no se pudo probar la falsedad de su teoría. La paradoja del tiempo acompaña la biografía de SH con la evolución de la recepción de esta teoría y las refutaciones que recibió en años recientes, al tiempo que se pregunta cuál es exactamente el valor de su legado. También se permite aventurar una hipótesis curiosa: está claro que Hawking llegó a ser quien es entre el público general más por su enfermedad que por su aporte a la física, pero el documental y, en particular, uno de los entrevistados, el también físico y autor popular Kip Thorpe, afirman que pudo formular sus principales teorías gracias a su enfermedad y no a pesar de ella. Cuando se ve el tortuoso trabajo que lleva a SH una actividad cotidiana como alimentarse o componer un paper –debe ser prácticamente adivinado por sus colaboradores que preguntan palabra por palabra y esperan una señal en el rostro del científico para saber si es la correcta o si deben proponer otra–, cuando se es testigo de estos procesos, semejante idea parece difícil de creer. Sin embargo, Thorpe argumenta que la incapacidad de SH para tomar notas hizo que tuviera que visualizar los objetos teóricos en lugar de manejarlos en sus representaciones convencionales, las ecuaciones, lo que habría terminado por darle una comprensión única de objetos tan anómalos y difíciles de pensar como los agujeros negros.
A pesar de que su enfermedad dificulta cada día más su trabajo, recientemente Hawking se permitió un nuevo golpe de efecto: anunció una reformulación de su famosa teoría en la que reconoce que en los últimos treinta años estuvo equivocado, pero que sus detractores también lo estaban: en efecto, no había tal pérdida de información, ¡la respuesta al problema era que la información permanecía en un universo paralelo! Está claro que la física teórica se parece cada vez más a una novela de ciencia-ficción y de ahí parte de su encanto. Aunque los críticos de Hawking afirmaron que su presentación contenía más declaraciones que ecuaciones, también aceptaron la validez de las preguntas formuladas y la valentía de reconocer el error en lo que podría ser el último trabajo de su vida. El documental concluye con SH trabajando, a los 64 años, cuarenta y dos años después de haber sido desahuciado y sin ninguna intención de detenerse y, menos aún, de darles la razón a sus detractores.
Stephen Hawking: La paradoja del tiempo, se emite hoy y el domingo que viene a las 22 hs. por Canal Infinito. Repite los miércoles a las 21.
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