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Domingo, 25 de noviembre de 2007

MúSICA > 33 COVERS DE DYLAN (Y UN INéDITO)

Dylanesque

Todd Haynes estrenó en el último Festival de Cannes una película inesperada y con una premisa demencial: usar siete actores diferentes –incluida una mujer y un niño negro– para interpretar a un artista tan elusivo como Bob Dylan en diferentes etapas de su vida. Mientras se empieza a estrenar en el mundo, y a la espera de su estreno local, llega a las disquerías argentinas la extraordinaria banda de sonido: 33 canciones interpretadas por lo mejor de la música actual, y un inédito de Dylan en su propia voz.

 Por Martín Pérez

“¿En qué estoy pensando? Si nunca voy a conseguir su permiso.” Eso se decía Todd Haynes cada vez que se entusiasmaba demasiado con su fantasía de hacer una película sobre Bob Dylan. Sin embargo, en su primera aproximación al Universo Bob, Haynes lo consiguió. “Resumí tu proyecto en una sola página, y evitá usar palabras como genio o frases como voz de una generación”, le recomendaron. Así fue como, casi una década después de que David Bowie le prohibiera usar sus temas en su personal carta de amor al glam llamada Velvet Goldmine, Haynes consiguió lo que nadie había logrado antes: que Bob Dylan aprobase un proyecto basado en su vida y, muy especialmente, en sus canciones. “Todos son Dylan, nadie lo es”, es el slogan de una película en la que su protagonista es interpretado por siete diferentes actores, entre ellos Richard Gere, Heath Ledger (Secreto en la montaña) e incluso una mujer, Cate Blanchett. Pero no cabe duda de que los principales protagonistas de un proyecto tan personal y atípico como I’m Not There es la treintena de músicos –la flor y nata de lo mejor de la escena musical actual– que versionan canciones de Dylan para la banda de sonido. “La mejor manera de disfrutar la película es hacer de cuenta que te tomaste una droga, que estás soñando o que te metiste bien adentro de un gran disco de Dylan”, explicó Haynes, dejando en claro que la suya no es una película biográfica clásica. Aun sin noticias de su estreno local, la sorpresa es que el álbum doble con la música de I’m Not There ya está en todas las disquerías. Y no sólo es el disco homenaje del año, sino que también es un gran disco de Dylan: uno para meterse bien adentro, como en sueño o la mejor droga. Porque (en serio) Todos son Dylan. Y punto.

TODOS

Parafraseando el slogan de la película, hay dos formas opuestas de concebir un cover de Dylan. Por un lado, recordar que las canciones de Dylan existieron en el mundo antes que él: sus primeras canciones se hicieron conocidas en la voz de otros. Fue autor antes que intérprete. O sea: hubo covers de Dylan antes de que hubiese Dylan. Todos son Dylan (o pueden serlo). Pero también es posible pensar que es imposible imitarlo, que las canciones de Dylan sólo son suyas cuando las canta él. O sea: nadie lo es. Semejantes opiniones encontradas sólo pueden unirse en el título de película y banda de sonido que aseguran: No estoy ahí. La historia lo atestigua: cuando el bueno de Bob llega a algún lado, casi inmediatamente no esta más ahí. Así es como se pueden explicar (si es que alguien quisiera hacerlo, claro) los alter ego actorales que lo encarnan en la película. Y también los grupos y solistas que recorren un repertorio en el que no abundan los grandes éxitos, es cierto, pero que recorre todos los momentos fundamentales de su carrera. Lo que sí es esencial en la banda de sonido es que honra al protagonista de la película como pocas veces ha sucedido dentro de Hollywood. Es verdad: desde que Scorsese enseñó cómo armar una buena banda de sonido rocker, ha corrido mucha agua bajo el puente, y hoy hay directores que son sinónimo de una gran banda de sonido (desde Tarantino hasta Wes Anderson) e incluso grandes productores de discos para películas (como T. Bone Burnett en las películas de los Coen). No sólo eso: en tiempos en que la radio ya no es más la principal vendedora de discos, una canción en una película o en una serie es la que dispara las ventas de los clásicos e incluso descubre nuevas bandas para el gran público. Pero aun así no hay ni un gesto de Todd Haynes en esa dirección. La única concesión –si se la puede llamar así– es la fidelidad a las versiones originales. Pero más por respeto a su protagonista (al cine, en definitiva) que por otra cosa. Lo mismo sucedió en otra gran banda de sonido devenida en disco homenaje, en este caso de Los Beatles: I am Sam. La diferencia es que en I’m Not There no hay ni un sólo paso en falso como Ben Harper o Sarah McLachlan. Lo más cercano a un hit es Eddie Vedder de Pearl Jam haciendo “All along the watchtower”. Ya para la banda de sonido de Velvet Goldmine, su productor Randall Poster armó un grupo para grabar los temas de la película. Si en Velvet... reunió a dos grupos, uno más glam –con Bernard Butler (Suede) y Thom Yorke (Radiohead) entre otros– y otro más rocker –con Ron Asheton (Stooges) y Mike Watt (Minutemen y Firehose)–, aquí repite el truco. Por un lado está Calexico, que se encarga del sonido más country & western. Y por el otro los Million Dollar Bashers, un supergrupo ad-hoc, que reproduce aquel sonido mercurial de la etapa de oro de Dylan, del que participan músicos de Sonic Youth y Wilco, Tom Verlaine, el tecladista John Medeski y el bajista de Dylan desde 1990, Tony Garnier, entre otros. Un lujo que recuerda otra banda de sonido memorable, la que reunió a la flor y nata de la generación grunge para homenajear a Los Beatles de campera de cuero para Backbeat, con Dave Grohl (Nirvana), Mike Mills (REM) y Thurston Moore (Sonic Youth), entre otros. Claro que aquella vez la película no estaba a la altura del grupo. Ni de las canciones.

NINGUNO

A pesar de lo que asegura el título de película, Bob Dylan sí que está ahí. Al menos en la banda de sonido. Aparece en la canción que cierra el segundo de los dos discos. Pero estuvo a punto de no estar. Porque la canción en cuestión –“I’m Not There”, justamente– no formaba parte hasta ahora de la discografía oficial de Dylan. Sólo aparecía en el bootleg original de los Basement Tapes, aquellas cintas que registraron de manera casera las canciones que grabó junto a The Band justo después del accidente de moto que decidió su retiro de la escena a fines de los ’60. Cuando algunas de esas grabaciones fueron editadas oficialmente unas décadas más tarde, “I’m Not There” no formó parte del disco. Y nadie sabía dónde estaban aquellas cintas originales. Cuando los responsables del disco estaban casi resignados, la solución llegó desde los cuarteles de Neil Young, un personaje casi tan reclusivo como Dylan, tanto con su persona como con sus grabaciones. Alguien había mandado en su momento la grabación original de aquella canción a sus archivos y ahí quedó. El equipo de Haynes la rastreó, y llegó a manos del director justo para ser remasterizada e incluida tanto en el disco como en la película. Así es como, acompañado por The Band, Dylan canta “No estoy ahí, ya me fui” cuando han terminado las 33 otras canciones que forman parte de I’m Not There. Y dice y no dice la verdad, al mismo tiempo. Como siempre.

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