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Domingo, 19 de abril de 2009

MúSICA > LA NUEVA VISITA DE JON SPENCER A BUENOS AIRES

Azul eléctrico

En los años ’80 fue parte de la vanguardia neoyorquina con Pussy Gallore, una banda de punk-noise-industrial que se hizo mito. Y después siguió experimentando, pero con un prisma de géneros, en la Jon Spencer Blues Explosion, una banda bestial que hace diez años deslumbró con su luz de bomba rockera en su primera visita a Buenos Aires. Ahora Jon Spencer vuelve con otro grupo, Heavy Trash, y su búsqueda llega a los orígenes: en su nueva encarnación se dedica al rockabilly y la celebración de los años ’50, con menos decibeles. Aunque, dicen quienes lo vieron, en escena sigue dando actuaciones que dejan sin aliento.

 Por Santiago Rial Ungaro

Hijo de un profesor de química de universidad y una cardióloga, Jonathan Spencer heredó en sus genes los talentos de sus padres. Sus músicas, hoy en día en el grupo Heavy Thrash, en los ’90 en Jon Spencer Blues Explosion y desde mediados de los ’80 en Pussy Galore, siempre se las ingeniaron para impactar a nivel cardíaco. Y quizá sea por esa intensa carga emocional y física que su sonido, siempre tan demandante, fue siempre tan radical: se lo toma o se lo deja.

Pero, por otro lado, más allá de haberse autopromocionado durante años como el “Salvador del rock”, o el “Número 1 del blues”, Jon nunca fue un purista, ni su banda una “banda de género”. De hecho, lo que convirtió a su ex banda, la Jon Spencer Blues Explosion, en una de las mejores bandas de rock de los ’90 y lo que hace que aún hoy lo suyo resulte atractivo ha sido siempre su capacidad para mezclar, como un químico en su laboratorio eléctrico, como un alquimista de la electricidad, dosis musicales de punk rock, metal, hardcore, música industrial y simple ruido blanco con todas las músicas negras de la segunda mitad del siglo, llámense funk, free jazz, soul, gospel, hip-hop y claro está, blues.

Vale la advertencia para los puristas: una cosa es un blusero común y corriente, y otra muy distinta un blusero “explosivo” como Spencer. Lo suyo no son los solos bluseros ni la melancolía irremediable, sino la convulsión epiléptica, el ritmo frenético y el grito primal. Todas virtudes que lo convirtieron en un excelente performer y que le brindan atractivo a su segunda visita al país, luego de haberse prendido fuego hace casi 10 años en Cemento con Blues Explosion, en una época en la que esa metáfora todavía no tenía connotaciones tan dramáticas y hasta políticas.

Hoy en día, después de haber reinventando el rock en los ’90, y de algún modo haberlo “salvado” del grunge (nunca se lo vio a Jonathan con camisas leñadoras) y del puro revisionismo de género, manteniendo su sonido dinámico, lujurioso y tóxico, Spencer ha decidido formar junto al ex Madder Rose y Speedball Baby, Matt Verta-Ray, una nueva banda menos chillona, Heavy Trash, con los que lleva editados dos buenos discos: Yep Roc/Discmedi, de 2005, que tiene mucho de encuentro de amigotes borrachines explorando las raíces de sus músicas amadas, y pasando un buen rato, y Going Way Out With Heavy Thrash, otro buen disco editado el año pasado, que confirma que Heavy Trash es algo más que un fin de semana salvaje: de hecho parecería ser la principal causa de la separación de Blues Explosion.

Ambos confirman lo que Jon Spencer siempre quiso: “rocker” original, salvaje y elegante, rebelde sin causa y siempre fiel a sus instintos.

El sonido de este nuevo proyecto lo encuentra volcado hacia los raíces del rock: los años ’50. Heavy Trash no es ni más ni menos que una banda de rockabilly bizarra, que se basa en un par de guitarras y una batería que al principio pensaron en obviar para mantenerse fieles al rockabilly tradicional pero con algunos loops de cinta analógica y guitarras con feedback que actualiza el rockabilly de los años ’50.

Luego de más de una década el hombre se dedicó a aullar “Blues Explosion!” como si fuera un poseído (que de hecho basta verlo en escena para pensar que realmente lo es), como una suerte de James Brown blanco, moderno y fashion, ahora le llegó el turno de dejar por un momento al personaje de lado y darle un lugar a Jonathan persona. Desde Nueva York, en diálogo telefónico con Radar, Spencer es un gentleman alejado de los estereotipos a lo Pomelo, con poco tiempo para hablar y ganas de seguir grabando con su nueva banda, que anuncia un show “diferente, pero también va a estar copado. No tan ruidoso, pero más apasionado, más espiritual, más hermoso y dulce”. ¿Jon Spencer hablando de dulzura? El espectro de Johnny Cash (del que Matt Verta-Ray es fan confeso) sobrevuela esta vuelta a las raíces. “La verdad es que estoy escuchando mucha música tradicional: gospel, soul, country o doo-wop.”

Cuando se le señala a Jon Spencer el contraste con la Blues Explosion, con los que supo colaborar con muchos productores mainstream (Beck, Moby), clásicos (como Jim Dickinson, colaborador de los Stones) o de vanguardia electrónica (Alec Empire, Calvin Jonson, UNKLE, Dj Shadow o Dan The Automator), así como con estrellas del hip-hop (GZA de Wu Tang Clan, Chuck D de Public Enemy), él señala algo muy simple: “Es cierto eso, siempre hubo mucha experimentación, pero esa búsqueda de productores, ingenieros, o mezcladores, o el explorar con distintos estilos, siempre dependió en realidad de las canciones. Y creo que a las canciones nuevas lo que las beneficia es ser tocadas así”.

Y aunque a lo largo de la charla Spencer haga mención más de una vez a sus “canciones” (que despojadas de la inyección de electricidad que él les da hay que admitir que en general no son gran cosa) tampoco sería correcto pensar en él como en un “cantautor”. Jonathan sigue siendo un “rocker”: “Más allá de la separación de JSBX, yo siempre continué componiendo. Lo que siempre admiré del rock es toda esa gente loca, rebelde y genial, esa clase de artistas que te das cuenta de que no les importa que a alguien le guste o no lo que hacen, sino la experiencia de hacer su música. Yo sigo sintiendo esa fuerza y siempre me gustó cambiar, aunque sigo escuchando muchos discos de 1965. Creo que ése es el secreto para que el fuego se mantenga: no tener miedo al cambio. Pero no sé si me siento como un cantautor tradicional”.

Otra novedad en este proyecto es que, a raíz de su amistad con Matt Verta-Ray, Spencer volvió a escribir canciones en colaboración, lo que nos remite a sus viejos tiempos con Pussy Gallore, su primera banda.

Y es que este hombre, cuestionado por muchos puristas por sus constantes apologías del blues cuando en realidad lo que tocaba era otra cosa, el petardista que supo hablar despectivamente del gran B. B. King y redescubrió a una vieja gloria del blues como R. L. Burnside, empezó su carrera musical con Pussy Gallore, una oscura banda de noise-punk-industrial que logró cierta fama por haber vuelto a grabar íntegramente Exile on Main Street de Los Rolling Stones.

Pero más allá de que uno no sabe dónde empezaba y terminaba el gesto vanguardista y dónde empezaba el snobismo en una banda que, paradójicamente, fue también la cuna de otros artistas valiosos como los Royal Trux, ya desde entonces (mediados de los ’80) el siempre inquieto Spencer y sus secuaces se hacía valer desde el escenario y eso es lo que lo sigue distinguiendo aún hoy en Heavy Trash: lo suyo sigue siendo algo real, ideal para ser tocado en vivo.

Heavy Trash toca el 23 de abril a las 21 en Niceto, Niceto Vega 5510. Entrada: $ 100.

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