Pop y tercermundista, cosmopolita y telúrico, estridente y melancólico, Marcos López es desde hace años uno de los retratistas más agudos y acertados de la realidad argentina y latinoamericana. Sus fotos, compuestas como cuadros y tomadas con deslumbrante rigor y minuciosidad, capturan eso que se dio en llamar “pop latino” y que encierra todo un universo de contrastes, contradicciones, colores, personajes, estéticas y escenarios en los que vive el continente. A partir de octubre, la retrospectiva Vuelo de Cabotaje que inaugura en su Santa Fe natal empieza a recorrer el país, llevando un espejo que muestra a la vez lo que fue y lo que somos. A continuación, el curador y el mismo López presentan la muestra.
› Por Fernando Farina
Pensar en una exposición de Marcos López es también pensar en un recorrido por la historia de muchos de los que vivimos en este país.
Veo sus fotos y recuerdo sus palabras: “Evitar lagrimear por miedo de llorar hasta morir”. La máscara como salida...
¿Cómo conjurar el dolor?, ¿la melancolía?, ¿esa sensación de soledad?, ¿o la obscenidad del despilfarro?
Hay muchas imágenes, algunas provienen de hace mucho tiempo, tanto de su Santa Fe natal como de su infancia en Gálvez, una localidad de la provincia, donde uno de los mayores acontecimientos era la instalación por algunas semanas de un parque de diversiones donde, según cuenta, en el tren fantasma hasta el horror estaba pauperizado.
Su juventud en una escuela de curas y sus años calentando un asiento de la Facultad de Ingeniería son más ingredientes para la búsqueda de las tomas en blanco y negro que hizo en los ’80, cuando pasaba noches en el laboratorio, oscureciendo los cielos para aumentar el dramatismo.
Decidido a dedicarse a la fotografía, el fin de la dictadura lo encontró en Buenos Aires, donde comenzó a acercarse a artistas clave como Liliana Maresca. Era un tiempo de efervescencia, de recuperación de la libertad, de vivir intensamente.
Y pronto una nueva imagen: la de los ’90, cuando comenzó a retratar los tiempos menemistas, ya a todo color. Una serie caricaturesca que se ganó el nombre de pop latino, un pop con la marca latinoamericana.
“Buenos Aires, la ciudad de la alegría” fue el título de la pseudocampaña donde compuso escenas corrosivas, aunque siempre dejara algo de ternura latente.
Esas fotos coloreadas a mano, concebidas como “para exagerar el error de los laboratorios de mala calidad”, se convirtieron en una referencia ineludible de la vergüenza sentida a la vuelta de la esquina. “La patria y los recuerdos duelen”, asegura.
Y de nuevo el cambio. El chiste ya no le hizo más gracia, y se permitió profundizar de nuevo sobre el dolor. Entonces comenzó a retratar lo trágico de la condición humana, la crueldad.
Estas imágenes componen la exposición Vuelo de Cabotaje, que se propone recorrer el país y en un futuro cruzar las fronteras, mostrando una vez más –en este caso en fotos– aquello que suele llamar la textura latinoamericana.
La retrospectiva inaugura el 8 de octubre en el Museo Galisteo de Santa Fe y permanecerá allí durante un mes. Después, empezará su vuelta por el país en este orden a razón de aproximadamente un mes por lugar: Paraná, Rosario, San Juan, Mendoza, Malargüe, Córdoba, Neuquén, Plaza Huincul, Comodoro Rivadavia, Río Gallegos, La Plata y Buenos Aires. Quedan por confirmar Mar del Plata, Bahía Blanca, Trelew, Ushuaia, Tucumán, Salta, Chaco, Corrientes y Posadas.
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