Hace 20 años en Berlín caía el Muro que en 1961 se había convertido en el símbolo más explícito y palpable de la división que vivía el mundo. Su caída también fue un símbolo: el del derrumbe de la Unión Soviética, que sobrevendría poco después. La ciudad volvió a unificarse, como lo hizo Alemania; y en pocos años el capitalismo tomó el mundo por completo, demonizando toda huella del comunismo. Pero sigue, sin embargo, sin solucionar ni uno solo de los problemas del mundo. Por eso, a dos décadas del hecho histórico que cerró el siglo XX, Radar repasa sus causas, sus consecuencias y sus enseñanzas. Escriben: Osvaldo Bayer, que estuvo ahí cuando se construyó y cuando cayó; José Pablo Feinmann, para quien los conflictos que lo erigieron siguen en pie; y Ariel Magnus, que vivió en la ciudad tras la caída y asistió al incesante exorcismo del fantasma del muro.
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