Domingo, 14 de marzo de 2010 | Hoy
FOTOGRAFíA > LOS ROLLING STONES INéDITOS
Cuando todo lo que podía haber de los Rolling Stones parecía conocido, el coleccionista Mark Hayward abrió sus arcas y compartió su tesoro: fotos que viene comprando desde hace décadas, que muy pocos (y a veces directamente nadie) han visto y que incluyen obras de Cecil Beaton, hilarantes recreaciones del juicio a Oscar Wilde y escenas del mítico “banquete medieval”. Como si fuera poco, llegó a las librerías argentinas a un precio razonable. Además, hay otro de Los Beatles.
Por Mariana Enriquez
Este es el tipo de cosas que pasan cuando un coleccionista decide compartir sus tesoros. Mark Hayward lleva veinte años pagando por fotos poco conocidas de los Rolling Stones. No es demasiado tiempo: el coleccionismo puede abarcar toda la vida. Pero Hayward tiene buen gusto y es quisquilloso. Así, en The Rolling Stones en el objetivo, 1963-1968, el libro recién editado por Cúpula, se puede encontrar lo imprevisible (lo que ya se podía considerar inexistente): fotos nunca vistas de los Stones, uno de los grupos más vistos de la historia. Algunas fueron publicadas en revistas para adolescentes de los primeros años ’60 –como Mirabelle–, otras son de fotógrafos desconocidos y la mayoría son de aquellos años de blues en Inglaterra, entre Londres y Manchester, los cinco Stones con trajecitos y pelo corto, aunque ya se les notaba la ironía y el desafío. Pero es hacia la mitad del libro, y terminando la década, cuando se empieza a poner más interesante. Entonces aparecen fotos nunca antes vistas de Cecil Beaton, tomadas en el hotel El Saadi de Marrakesh, Marruecos, 1967, cuando los Stones se fueron a tener una aventura lisérgica y Brian Jones, con su grabadora a cuestas, registró músicas tradicionales del norte de Africa. Dice Beaton de Jagger en esa sesión: “Labios de redondez fantástica, cuerpo blanco y casi sin pelo. Era sexy aunque completamente asexual. Podría haber sido un eunuco. Un verdadero modelo natural”. O las únicas fotos de Brian Jones junto a una piscina –hay que recordar que moriría ahogado en la de su casa– pero en la mansión del beatle George Harrison, en Surrey, 1967, tomadas con Nikon y objetivo ojo de pez, compradas en Sotheby’s a principios de los ’90 antes de que la casa de subastas dejara de lado la memorabilia pop-rock tras la salida de su experta en la materia.
Hay otras rarezas, como Charlie Watts de vacaciones en Roma, pero ninguna tan notable como las fotos tomadas poco después del arresto por drogas de Jagger-Richards en 1967: con su amigo el director Peter Whitehead, después de salir de la detención, hicieron una película alegórica que recreaba el juicio a Oscar Wilde a fines del siglo XIX. Las fotos de una película vista apenas, tomadas por Anthony Stern en una iglesia detrás de King’s Cross, muestran a Richards actuando de juez supremo (una suprema ironía), a Jagger de Wilde y a Marianne Faithful (entonces novia de Jagger) de Lord Alfred “Bosie” Douglas. El director, además, se encontraba pagando las costas de un juicio por obscenidad producto de un encuentro homosexual que había sido descubierto por la policía (en ese entonces, la “sodomía” todavía era un crimen en Gran Bretaña). Esas fotos, paródicas y extrañas, se publican por primera vez en este libro.
Lo mismo que las del “banquete medieval”, de 1968. Fue una sesión histórica, con los Stones vestidos de caballeros, trovadores y buhoneros: la principal, que los encontraba sentados a la mesa, sirvió para el sobre interno del disco Beggar’s Banquet y fue tomada por el sudafricano Michael Joseph. Pero la sesión tuvo una segunda parte de prueba, en Derbyshire, cerca de la ruinas de Swakerstone. Esas las tomó David King, y en todos estos años se conocieron sólo dos. Mark Hayward, el coleccionista, le compró 132 en los ’90, cuando el fotógrafo lo había visitado en su tienda de discos; Hayward le compró los negativos y los derechos de reproducción. Son casi tan fantásticas como las que Beaton les tomó a Jagger y Anita Pallenberg en el set de la película Performance (1968), que se reproducen a continuación.
Y hay más, incluido un dvd con ensayos y fragmentos de shows, siempre de los ’60, porque Hayward prefiere la década dorada. Lo bien que hace. En las fotos que fue recolectando durante estos años todo parece sorprendente y misterioso, como de otro mundo, pero con caras conocidas.
The Rolling Stones en el objetivo, 1963-1969, Mark Hayward, Libros Cúpula. De la misma editorial, y del mismo coleccionista, también se puede conseguir The Beatles en el objetivo.
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