SE ESTRENA LA CARRETERA, BASADA EN LA NOVELA DE CORMAC MCCARTHY
Idas y vueltas, disgustos, portazos, expectativas demasiado altas: la adaptación de la extraordinaria novela The Road de Cormac McCarthy a cargo del director australiano John Hillcoat –con otra enorme actuación de Viggo Mortensen– acabó siendo un dolor de cabeza para todos los involucrados. A los productores no les gustó porque querían una de fin del mundo con acción y tiros, pero se encontraron con una triste tragedia gris; el público no se entusiasmó y la crítica tampoco, salvo algunos defensores que la llamaron “la película más importante de todos los tiempos”. Y ahora, al fin, llega a los cines argentinos, tan maltrecha como sus dos sufridos protagonistas.
› Por JAVIER ALCACER
La posibilidad de un destino cinematográfico de La carretera, la novela de Cormac McCarthy, se volvió real a principios de 2007, el día en que el autor aceptó ser entrevistado por la diva de la televisión de EE.UU., Oprah Winfrey, para su sección The Book’s Club, que convierte todo libro que pase por allí en un best-seller. Al lado de esto poco importaba el consenso crítico alrededor de su obra, así como tampoco que algunos días después la novela ganase el premio Pulitzer y que los hermanos Coen se llevasen todos los Oscar de ese año con la adaptación al cine de un texto de McCarthy, No es país para viejos (estrenada aquí bajo el título de Sin lugar para los débiles). Es probable que, como les ocurrió a muchos de los seguidores del programa de Oprah, ninguno de los inversores que olieron un negocio seguro hayan ido más allá de la contratapa del libro o, en el mejor de los casos, de sus primeras páginas, y por ello se decidieron a invertir en la pequeña productora que había comprado los derechos antes de la publicación de la novela. Además, el proyecto contaba con otro factor de interés, un tema que daba de lleno con el espíritu de los tiempos: un padre y su hijo intentando sobrevivir en un planeta destruido por un cataclismo. Es un resumen válido para La carretera, sí, pero, salvando las distancias, una sinopsis similar también podría aplicarse a, digamos, 2012. Cuando Harvey Weinstein (creador de Miramax, a quien el crítico Peter Biskind define como un matón en su libro Sexo, mentiras y Hollywood y en cuyo prontuario figura, por ejemplo, la expulsión de Martin Scorsese del montaje final de Pandillas de Nueva York) adquirió los derechos para su distribución para The Weinstein Company –la empresa que maneja con su hermano Bob–, éste esperaba algo más parecido a Soy leyenda que a lo que filmó el australiano John Hillcoat.
En 2005, Hillcoat sorprendió con The Proposition, un western ambientado en el desierto australiano a fines de siglo XIX que mantenía un equilibro entre el lirismo y la brutalidad. Al igual que La carretera, el núcleo también estaba puesto en la relación familiar en un hábitat hostil: un hombre era obligado a matar a su hermano mayor para salvar a su hermano menor de la pena de muerte. El guión había sido escrito por su amigo Nick Cave, con quien había trabajado en algunos videoclips de los Bad Seeds y con quien había colaborado en otra película, Ghosts’ of the Civil Dead, en 1988; Cave también se había encargado de la banda de sonido con Warren Ellis, mítico guitarrista de The Dirty Threey, también integrante de The Bad Seeds y Grinderman, el proyecto garaje y bestial de Cave. Lamentablemente la película no pasó por los cines locales y quedó relegada a estrenarse en DVD con el título de Propuesta de muerte. Al verla, los productores de La carretera se decidieron a convocarlo para dirigir y al poco tiempo Viggo Mortensen fue elegido como el protagonista y el australiano Kodi Smit-McPhee como el niño; el dúo Cave-Ellis repitió como banda de sonido. La película se filmó en el primer semestre de 2008, con un presupuesto de 25 millones de dólares y con miras a estrenarse a fin de año. Pero los Weinstein cambiaron de opinión cuando tuvieron lugar los primeros focus groups: las mediciones no dieron como esperaban. El propio Harvey W. abandonó hecho una furia la proyección, no llegó a ver el final. Su estreno en cines fue suspendido y su dinero para post-producción sufrió severos recortes. Para principios de 2009, la película estaba terminada, pero nadie sabía dónde iba a estrenarse. Mientras estaba en el limbo, el editor de ficción de la revista Esquire, Tom Chiarella, la vio en una función privada y escribió un largo artículo en el que la llamó “la película más importante del año”; sin esa nota, es probable que el film hubiese sido estrenado solamente en un par de cines de Nueva York. Desde la oficina de Bob Weinstein, Chiarella presta testimonio de la imposibilidad del productor por etiquetar la película: “Primero la llama ‘una película de acción para intelectuales’. Después, ‘una película de zombis sin zombis’”. Weinstein le muestra los trailers que prepararon para la película y Chiarella comprueba que no saben qué hacer con ella; en uno habían compilado todos los momentos de acción, demostrando que ellos querían Las aventuras de Mad Max e hijo; para el otro habían armado un montaje de catástrofes climáticas que vendrían a ser la explicación de por qué el mundo había quedado devastado. “Estábamos muy condicionados a que en las películas post-apocalípticas todo gire en torno de un acontecimiento gigantesco. Y acá lo que tenemos es una completa ausencia, es la negación de una explicación. Tenemos que quedarnos con eso. Esto va a ser difícil”, declaraba Hillcoat por entonces. Los productores decidieron intentar el circuito de los festivales y la película tuvo buena recepción en Venecia y Toronto. Y finalmente los distribuidores la estrenaron en las principales ciudades de EE.UU., apuntando a una nominación al Oscar, cosa que finalmente no sucedió.
A pesar del enorme trabajo de Mortensen y algunos momentos verdaderamente terroríficos (como la secuencia de la exploración de una casa en el medio del campo, por ejemplo), algo en La carretera no termina de funcionar. A lo mejor sea su reincidencia en el simbolismo cristiano, a lo mejor la elección de mantener una estructura episódica, pero cuya sucesión no provoca el mismo efecto en la pantalla que en la novela. Pero quizás el mayor problema de la película radique en la necesidad de establecer un pasado feliz antes del cataclismo mediante flashbacks a la vida del padre y su mujer (Charlize Theron).
Tras un paso discreto por la taquilla y sin despertar demasiado entusiasmo en la crítica, lo peor de todo este periplo fue el daño que le causó a la reputación de Hillcoat: de un día para otro se convirtió en el responsable de una película que había despertado una expectativa inmensa, tanto del público como de los productores, expectativa que su oscurísimo guión jamás hubiera podido satisfacer. Hace poco, Hillcoat declaró que no había logrado tentar a inversores para Death of a Ladies’ Man, un título inspirado en el disco homónimo de Leonard Cohen con guión de Nick Cave; el proyecto se diluyó a pesar de que estaban interesados en participar actores como Ray Winstone y Scarlett Johansson, y el guión acabó siendo la base de The Death of Bunny Munro, la última, negra y sexópata novela de Cave. Pero la mala suerte de Hillcoat, que no tiene un solo proyecto nuevo confirmado, inquieta más allá de lo que puede significar personalmente para el director: es que parece tratarse de otro clavo en el ataúd de un posible cine de género para adultos.
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