EL DEBUT DE ZZ TOP EN ARGENTINA
El trío que es sinónimo de Texas y de rock sureño llega por primera vez a Buenos Aires cuando se cumplen 40 años de su primera actuación en público. Pero detrás de la imagen bizarra de ZZ Top, que tiene algo de comic, con esas barbas, los sombreros y los videos graciosos, está el cerebro de su líder, Billy Gibbons, un artista conceptual y guitarrista brillante que es también una verdadera enciclopedia del blues.
› Por Claudio Kleiman
¿Quieren un buen motivo para ir a ver a ZZ Top? Es la única banda de rock formada hace 40 años que aún sigue tocando con los integrantes originales (por lo menos entre las famosas: no vengan con que hay una banda de garage de Idaho formada en 1967). En cuanto al trío que nos ocupa, se creó en 1970 en Houston y sus alrededores –estado de Texas, por si cabe alguna duda–, pero ya en ese momento su líder, guitarrista y principal vocalista, Billy Gibbons, era una especie de leyenda local.
Billy había liderado los Moving Sidewalks, un grupo psicodélico que tuvo un hit regional con “The 99th Floor”, lo que los llevó a tocar como teloneros de Jimi Hendrix durante una de sus primeras giras americanas. Y el tipo ya era todo un personaje, tanto que Hendrix se interesó por el joven guitarrista, especialmente por sus extraños pedales de efectos. El nombre de la banda (“Las veredas movedizas”) era, por supuesto, un chiste que hacía referencia a las alucinaciones provocadas por las drogas. Si bien las alusiones a la psicodelia se irían desvaneciendo gradual aunque no totalmente de su música, los dos rasgos anteriores, el humor bizarro y la obsesión por los sonidos de guitarra, permanecerían como una característica de Gibbons y el grupo que formaría junto a dos integrantes de una de sus bandas rivales de Houston, los American Blues: el bajista Dusty Hill y el baterista Frank Beard. La criatura fue bautizada ZZ Top, y crecería hasta convertirse en una bestia hirsuta y robusta, una de las marcas registradas más perdurables de la historia del rock.
Otras obsesiones que, ya como ZZ Top, complementarían las anteriores, son el blues y los anteojos negros. El primero se encuentra en la base de toda su música. El sonido de la banda se basa en su particular apropiación del boogie patentado por John Lee Hooker, tamizado por el sol del desierto, los ajíes picantes y la distorsión valvular. Pero ellos han explorado todas las variantes del rock, blues, r&b, soul y hasta disco sin correrse de su estilo, y Gibbons sigue siendo básicamente un guitarrista de blues, trabajando dentro del formato de rock de estadios. El característico sonido denso y espeso de su guitarra lo obtiene usando una pesada moneda (de un peso mexicano, para más datos) en lugar de púa, con la cual consigue los inimitables armónicos que condimentan sus frases. Obviamente que su colección de viejos amplificadores valvulares y guitarras de todo tipo –muchas de ellas codiseñadas por el propio Billy junto al brillante luthier y artesano John Bolin– es una gran ayuda. Incluso su legendaria guitarra Nº 1, una Les Paul de 1959 a la que denominó “Pearly Gates”, mereció el honor de que Gibson lanzara un modelo especial con ese nombre.
Los anteojos negros (inmortalizados en uno de sus temas más conocidos, “Cheap Sunglasses”) son sólo uno de los aspectos más salientes de su indumentaria, que incluye todo tipo de adminículos para la cabeza (incluyendo gorras de béisbol, bandanas, sombreros de cowboy y algo que se parece bastante a una gorra de baño), ropas negras, pañuelos de cuello, botas de motociclista y por supuesto, las larguísimas barbas de Billy y Dusty (Frank se limita al bigote). La iconografía externa incluye un variado muestrario de americanas, desde autos vintage hasta bares polvorientos con luz de neón, calaveras de búfalo, guitarras de las formas más variadas y pin up girls que parecen salidas de algún almanaque. Con todo esto, los ZZ Top han construido una imagen mezcla de camp, art-rock, películas clase B y humor bizarro atravesado por la psicodelia.
Si quieren tener una muestra concentrada de todo lo que constituye la esencia del grupo en pocos minutos, no hay más que mirar el segmento dedicado a la actuación de ZZ Top en Crossroads Guitar Festival (2004), el doble DVD que documenta el festival organizado por Eric Clapton a beneficio de la Fundación homónima, en el Cotton Bowl de Dallas, Texas. Allí, dentro de una alineación que es un verdadero “quién es quién” de la guitarra actual, los ZZ Top fueron elegidos como cierre del show. En el DVD puede verse al trío interpretando dos de su grandes éxitos, “La Grange” y “Tush”, con su irresistible combinación de humor y musicalidad, con Billy y Dusty realizando movimientos coordinados de una forma imposiblemente cool –sin pifiar una sola nota o saltar un compás–, con sus caras maravillosamente inexpresivas y las barbas flotando al viento (la parte en que se sientan sobre la plataforma de la batería es antológica).
Pero es el mismo Clapton quien pone las cosas en su lugar cuando dice: “Cuando los conocí, me di cuenta de que estos tipos eran musicólogos muy serios, verdaderos estudiosos. Todo lo que hacen es grandioso, pero está construido sobre unos cimientos muy fuertes”. Es decir, el circo está muy bueno, pero ojo que los tipos son expertos. Ellos siempre han apoyado el blues en todas sus formas. Gibbons llegó al punto de mandar a construir una guitarra con una madera que obtuvo de la cabaña donde nació Muddy Waters en Clarksdale, Mississippi, una vez que se le voló el techo a causa de una tormenta. La guitarra fue bautizada “Muddywood” (“madera barrosa”, haciendo un juego de palabras con el nombre del bluesman) y donada al Delta Blues Museum, del cual sale periódicamente en exposiciones para recaudar dinero para la causa del blues.
La discografía de ZZ Top es material de discusión entre los fans del grupo: la mayoría reconoce como su época de oro la ubicada entre los años 1975-1978, entre los cuales editaron álbumes como el imbatible Tres Hombres, Fandango! y Degüello. Allí están muchos de los que continúan siendo hasta hoy sus temas más conocidos, como “Jesus just Left Chicago”, “La Grange”, “Beer Drinkers and Hell Raisers”, “Tush”, “Blue Jean Blues”, “I’m Bad, I’m Nationwide” y “Cheap Sunglasses”. El Loco (1981) podría definirse como un álbum de transición, aunque contenía joyas como “Tube Snake Boogie” y el hit “Pearl Necklace”.
Luego viene la trilogía integrada por Eliminator (1983), Afterburner (1985) y Recycler (1990), que es motivo de controversia entre los fans de la primera hora. En Eliminator el grupo encaró un cambio de imagen y sonido, incorporando sintetizadores. Beard tocó junto con una clic track (algo así como un metrónomo electrónico), lo que daba un pulso mecánico a su batería, y la guitarra de Gibbons también atravesaba transformaciones, con un tono fuertemente procesado. El sonido, que además en ciertos temas orillaba la música disco, era toda una novedad (para algunos una herejía) en el género de blues-rock, pero encajaba perfectamente en el zeitgeist de los ’80, y el resultado fueron ventas multimillonarias y el disco más exitoso de toda su carrera. Apoyado en los videos de “Gimme all your Lovin’”, “Legs” y “Sharp Dressed Man” –con la cupé Ford roja de 1933, las chicas supersexies, las guitarras giratorias y los pasitos de baile–, Eliminator capturó la imaginación de la “MTV Generation” y convirtió a sus creadores en estrellas megaplatino.
El sucesor, Afterburner, fue un paso más allá, como bien lo exhibía ya desde la tapa, que mostraba a la famosa cupé (bautizada “Eliminator”) transformada en una estación espacial, orbitando en torno de la Tierra. Allí la banda incorporaba el uso de sequencers, con nuevos videos (y nuevos hits) como “Sleeping Bag”, “Rough Boy” y “Velcro Fly”. Recycler llegó sobre el final de la década y no fue tan exitoso comparado con los anteriores, aunque alcanzó el status de platino, con singles (y videos) como “My Head’s in Mississippi”, “Give it up” y “Burger Man”. Pero la fórmula ya se estaba gastando. El álbum –que además señalaba el fin de su contrato con Warner– no hacía un uso tan intensivo de los sintetizadores y retornaba a un sonido más rockero, prenunciando su próxima movida.
Inaugurando un deal por cinco discos con RCA, ZZ Top debutaba en la compañía del perrito con Antenna (1994), que también obtendría ventas millonarias. Esta etapa se completa con Rhythmeen (1996), XXX (1999) y Mescalero (2003), su último álbum de estudio hasta la fecha. Este período está necesitando urgente una reevaluación crítica. ZZ Top continuó tocando y haciendo giras con inmenso éxito, basados en su status de banda clásica y en su nutrido catálogo de hits, pero nadie pareció prestarle demasiada atención al viaje de experimentación de Gibbons, que nunca se detuvo, convertido en una especie de científico loco de las guitarras (no casualmente fueron incluidos por Zemeckis en la serie Back to the Future). En estos discos, los soundscapes (“paisajes sonoros”) se vuelven más densos y distorsionados, cercanos al noise por momentos, algo que evidentemente no fue realizado con objetivos comerciales. El guitarrista incluso escribe temas inspirados en los sonidos, efectos y micrófonos de sus amadas guitarras, como “Crunchy”, “Fuzzbox Voodoo” y “Hummbucking Part 2”. En palabras de Billy: “Creemos en la excentricidad de la electricidad”.
Después de editar un CD/DVD en vivo, Live from Texas 2007, la banda comenzó a trabajar en su próximo álbum junto al productor Rick Rubin, que los contrató para su sello American Recordings. La movida coincidió con el fin de la relación con quien fuera el manager y productor desde los comienzos del grupo, Bill Ham. Es de esperar que cuando finalmente se edite –posiblemente el año próximo–, el disco sea señalado como un gran retorno, aunque ellos nunca se fueron. La especialidad de Rubin, en trabajos que abarcan desde Red Hot Chili Peppers y Metallica hasta Johnny Cash, Neil Diamond y Tom Petty, es descubrir lo que hizo grande a un artista en primer término, y convencerlo de que vuelva a las fuentes. En el caso de ZZ Top se espera un regreso al glorioso sonido de los ’70, tipificado en el inoxidable “La Grange”.
Entretanto, that little old band from Texas, como gustan denominarse a sí mismos, no descansa. En 2009 tuvieron que suspender una gira con Aerosmith, debido a un accidente de Steven Tyler. Pero a su regreso de la Argentina los espera una gira conjunta con otra de las grandes instituciones del rock norteamericano, Tom Petty & The Heartbreakers. Cuando se le pregunta a Gibbons cuál es el secreto de la supervivencia del grupo a través de todos estos años, él lo explica con el poder de síntesis de un maestro zen: “Los mismos tres tipos, los mismos tres acordes”.
ZZ Top se presentará en Buenos Aires el miércoles 26 de mayo a las 21 en el Luna Park, Bouchard 465. Entradas: desde $ 120.
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