Desde hace una década, el docBsAs viene ofreciendo un panorama extraordinario del género que más y mejor ha sabido reflejar la compleja realidad en la que el mundo se hunde. Impulsados por la tecnología digital, han proliferado formatos, temas y autores que retratan desde las problemáticas medulares del sistema hasta los personajes más marginados, explorando al mismo tiempo la historia mundial y la intimidad de sus protagonistas y de sus víctimas. Para celebrar, la décima edición de la muestra de documentales viene recargada. A continuación, una guía para no perderse.
› Por Mariano Kairuz
La única verdad será la realidad pero, en serio: ¿cuál es la realidad? Durante muchos años, para el cine y la televisión la realidad fue eso que se cuenta mediante una voz en off explicativa hasta lo bobo, una sucesión de cabezas parlantes dando ordenado testimonio, y la veracidad supuestamente incontestable de las imágenes. Pero desde que una cámara y un programa de edición son cosas al alcance de muchos, hasta el espectador poco entrenado sabe que detrás de toda pretensión de objetividad hay siempre alguien que está recortando la realidad con su mirada, desde el momento en que pone la cámara en determinado lugar hasta que decide juntar una imagen con otra.
Resultado de una evolución inevitable, el documental sumó a la exposición del dato puro y duro la carga emocional del relato íntimo (pensar en Los Rubios o en Tarnation), sin eludir los agujeros de la historia sino incorporándolos en ella. Y también buscó recuperar los tiempos y espacios de la experiencia real, aun a riesgo de perder espectadores a mitad de una función: Hitchcock quería que el cine fuera la vida sin las partes aburridas, pero las partes aburridas son inseparables de las vidas de personajes y lugares que transcurren lejos y a otras velocidades que las del espectador de cine. Y a la vez que intercambió recursos con el cine de ficción –los nuevos cines de ficción apelaron más y más a cámaras en mano, diversos efectos verité, no-actores interpretando versiones de sí mismos–, en los últimos años se distanció más y más de una televisión que se saturaba de irrealidad con realities de toda calaña. No, no es todo nuevo, pero recién a lo largo de la última década empieza a registrarse entre nosotros, ganando espacios de difusión. Uno de ellos es el Bafici, que desde hace seis ediciones incluye documentales a la par de las ficciones en sus secciones competitivas. Otro es el docBsAs, que desde sus inicios, hace exactamente diez años, se viene consolidando como la mayor ventana del nuevo documental en la ciudad.
“Creo que cuando empezó el Doc diez años atrás todavía había cierta desconfianza hacia el documental, sus alcances y sus posibilidades”, dice Luciano Monteagudo, director artístico del docBsAs. “A esa altura en el mundo ya tenía sus grandes autores y sus grandes obras, pero en términos generales todavía se seguía pensando que era el hermano muy menor del cine de ficción, y se lo seguía asociando injustamente al viejo concepto de un narrador en off que propalaba hacia una verdad única. El Doc nació entonces, primero sólo como foro de producción y formación, para combatir esta idea anquilosada del documental y diferenciarlo de la producción de reportajes para televisión. Entonces, junto al Foro surgió la idea de la muestra, de difundir una idea distinta de documental, el documental de creación, con una mirada de autor y un punto de vista fuerte.”
Para Carmen Guarini, cofundadora del docBsAs junto a Marcelo Céspedes (desde la productora CineOjo, dedicada exclusivamente a la producción de documentales de creación), estos diez años transcurridos desde el inicio de la muestra están marcados fundamentalmente por la aparición de nuevas tecnologías digitales como forma de registro: “El digital aportó nuevas herramientas, pero también permitió la aparición de formatos y lugares de difusión diferentes: ya no es sólo la sala de cine, es también Internet, son los museos, y todo esto revoluciona nuestra manera de entender el documental. Se ha dado espacio a otras formas de hablar con imágenes de lo real, otras maneras de vincularse con el espectador, y que como el agua van buscando nuevas grietas por donde colarse. Hoy el documental atraviesa muchas zonas de expresión, y es por eso que algunas de las muestras que programamos para este año se aproximan más a una performance que a una proyección tradicional”.
A lo largo de una década el docBsAs exhibió películas insoslayables como Z32, en la que el israelí Avi Mograbi hace contar a un soldado de su país las atrocidades que cometía contra palestinos, enmascarándolo con un ingenioso truco digital e intercalando improvisados números musicales que descontracturan un poco todo el asunto. O S21:Khmer Rouge, la máquina de matar, en la que el camboyano Rithy Pahn nos hace temblar con su mosaico de relatos individuales del genocidio cometido bajo el régimen de Pol Pot. Como los de Mograbi y Pahn, el Doc naturalizó entre los aficionados porteños nombres tan improbables para la cartelera comercial como los de Johan van der Keuken, Raymond Depardon, Richard Dindo, Victor Kossakovsky, y alguno que otro con un par de títulos estrenados, como Alexander Sokurov y Nicolas Philibert.
“Como marca común a los nuevos documentalistas puede decirse que se produce una serie de películas muy personales, en muchos casos en primera persona del singular, que vienen a interpelar la supuesta objetividad del género y que buscan en la mirada de sus autores una verdad quizá más acotada pero más auténtica”, dice Monteagudo. “Hay documentales en los que se empiezan a incorporar elementos narrativos de la ficción. Que Los Rubios y Yo no sé qué me han hecho tus ojos no tengan todavía ni diez años permite constatar cómo ha ido creciendo el documental en Argentina en todo este tiempo: son dos documentales que pusieron en crisis el documental como verdad omnímoda. Hoy la modernidad más rabiosa del cine pasa por el documental, que se presenta más claramente que nunca como un espacio de libertad, inmensamente más rico y más abierto que el de la ficción, que muchas veces está atenazado por estructuras y convenciones. El documental moderno ilumina zonas negadas por el periodismo mediático, y elude las categorizaciones fáciles; se rige por duraciones y formatos atípicos; hay ensayos y registro directo, hay un espacio de archivo, y comedias. A partir de algún anclaje en lo real se abre a infinidad de zonas, aunque todas ambicionan más o menos lo mismo: buscar conexiones entre pasado y presente, restablecer el cine como herramienta de conocimiento; y no traicionar las formas de la política: un film anquilosado, anclado en la convención y el academicismo, difícilmente propicie un espacio para la reflexión y la acción. Es decir, difícilmente ayude a cambiar lo que hay que cambiar.”
La décima edición del Doc Buenos Aires se realizará del viernes 15 al domingo 24 de octubre en la sala Lugones (Av. Corrientes 1530), la Alianza Francesa (Av. Córdoba 936) y la Casa Nacional del Bicentenario (Riobamba 985).
Horarios y más información en: www.complejoteatral.gov.ar/cine y www.docbsas.com.ar.
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