La nueva película del director chino Wang Bing (cuya obra ha sido exhibida íntegra por el docBsAs desde su maratónica Al Oeste de las vías) se basa en un hombre de mediana edad al que la cámara sigue mientras cumple con sus rutinas diarias. Al margen de la sociedad, el hombre elige cómo vivir, o mejor dicho, cómo subsistir: trabaja en las ruinas de una aldea desierta, duerme en una caverna, viaja hasta campos lejanos para buscar estiércol que usa como abono para su huerta. Su estilo de vida es autosuficiente, las únicas reglas que obedece son las que él –y la naturaleza– se ha impuesto. El reducido equipo de filmación de Wang se vuelve invisible para que el único protagonista sea este personaje solitario, transportándonos a esa vida que, para buena parte del público de los festivales en los que se ha visto hasta ahora la película, es como otro mundo. “Es un personaje que vive lejos de los mundos de la materia y del espíritu”, dice su director. “No se comunica con nadie. No mendiga. La mayoría de la gente sufre y se ve privada de su dignidad en un mundo en que hay una carencia material y de espíritu. Pero un ser humano es un ser humano, y busca razones para seguir viviendo.”
El hombre sin nombre se da el viernes 15 a las 14.30, en la sala Lugones.
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