Dom 08.04.2012
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MúSICA > NORA SARMORIA Y VICTORIA ZOTALIS A DOS VOCES PRESENTAN COLIBRí

La mejor flor

Las dos son extraordinarias rara avis dentro de su paisaje: una del jazz, la otra del folklore. Pero la fascinación, la libertad y el juego que surge entre ellas cuando se encuentran abren un paisaje único en el que conviven Ney Matogrosso y Cuchi Leguizamón. No es raro entonces que un disco en el que cada una revolotea alrededor de las canciones de la otra sea una flor única.

› Por Diego Fischerman

Las dos, por separado, son de lo más original e interesante aparecido en los últimos tiempos. Las dos componen y cantan. Una de ellas, Nora Sarmoria, es pianista, ha tocado y participado como arregladora junto a artistas como Quique Sinesi, Liliana Herrero, el Mono Fontana, Hugo Fattoruso, Arnaldo Antunes, Kepa Junkera, el Negro Aguirre y Leo Maslíah y dirige un originalísimo proyecto llamado Orquesta de Música Latinoamericana; la otra, Victoria Zotalis, entre muchas cosas, fue la sorprendente cantante de Zo’Loka? Trío. Y juntas conforman un extraño y atractivo organismo bautizado por ellas Hembrus Ludicum Musicae. Una especie que le canta a otra, el colibrí –con cuyos aspectos más juguetones y voladores se identifican bastante– , en un disco conjunto que, además, presentarán este jueves 12 a las 21 en NoAvestruz, Humboldt 1857.

“Veníamos confluyendo”, resume una de las dos. O tal vez sea la voz de ambas. Sarmoria precisa su fascinación por Zotalis: “Se trata de lo que hace pero, sobre todo, de cómo lo hace. Su capacidad actoral. Su manera de jugar con las palabras. Es una maestra en darlas vuelta”. Y Zotalis completa: “Ya el primer encuentro fue como los demás encuentros. Enseguida estábamos jugando y creando. Todo fue muy fluido. Naturalmente nos salía plegarse cada una a la otra y volarle alrededor.” Como colibríes, claro, dicen. “El colibrí” es el tema que abre el disco que lleva ese nombre y que compusieron juntas. El resto son composiciones de cada una de ellas e intervenidas por la otra (o por ambas) y una canción del uruguayo Fernando Cabrera, “Punto muerto”. Zotalis, que entre otras enciclopedias (y sus numerosas e improbables mezclas) reconoce la tradición griega familiar, describe al dúo contando que “cada una de nosotras tiene su propio paisaje, venimos de distintos lados, con mucho en común y con mucho que no. En principio yo podría estar más identificada con el jazz, pero tampoco soy una cantante de jazz clásica y juego mucho con eso: con irme o quedarme en ese molde y con romperlo por momentos en pedazos. Nora tiene más que ver con cierta cosa folklórica pero, también, de una manera muy atípica. Pero en lo que somos parecidas es que las dos somos muy mandadas y nos encanta pasarnos horas haciendo música y probando cosas nuevas.”

Zotalis, que con el trío que conformaba con Marcelo Katz y Juan Manuel Costa editó dos discos, Yo nunca te vi (2006) y Al borde del desborde (2008), ambos publicados por Acqua Records, piensa que “hay una cierta genealogía que tiene que ver con entender la voz como un instrumento”. Sarmoria, por su parte, exhibe una carrera solista con varios discos ejemplares: Vuelo uno (1995), Espacio virgen (1998), Verde madre (1999), Sonideras (2001, junto a la pianista Lilián Saba), Libre de consenso (2002, sola y en trío con Martín Pantyrer en saxos y Facundo Ferreira en percusión), Bichos y malezas (2005, en dúo con Marcos Cabezaz en marimba, Alimento (2008, con el noneto Amaranto), Orquesta de Música Sudamericana (2009), Fénix Espiral (2010) y Unión Alta (2011, segundo disco de la Orquesta de Música Sudamericana con Liliana Herrero y Teresa Parodi entre otros invitados). Y dice que “a los referentes no se los busca, pero se los tiene”. Aparecen nombres, por supuesto. Muchos del jazz y de la música brasileña –entre ellos Ney Matogrosso, que deslumbra a ambas–. Y por aquí el Cuchi Leguizamón, como parte, también, de una larga lista. “Lo que es claro –agrega Sarmoria– es que hay una búsqueda dentro de la canción. Ese es el terreno en el que buscamos y donde nos movemos. Hay experimentación, y maneras de cantar que no son tradicionales, y juegos de voces jugados, pero seguimos haciendo canciones. Es interesante porque, por otra parte, la letra, por lo menos para mí, es importante, desde ya, pero no es condicionante. Es más un color y un gesto. No es el centro de la canción, pero sí es lo que va a terminar de darle su esencia.” Zotalis, que también fue responsable del diseño y de los dibujos de la portada del disco, destaca el proceso de trabajo que las une. “Más allá del resultado, la manera en que vamos definiendo lo que queremos y lo vamos encontrando es lo que me resulta inmensamente atractivo. Hay una confluencia y una concreción. Encontramos, inmediatamente, un canal que funciona. Partimos de una gran afinidad estética y, también, de una primera impronta un poco salvaje y eso nos permite internarnos en esos maratones intensos de ensayos que nos encantan.” Colibrí tiene otra particularidad. Grabado en vivo en septiembre del año pasado, en la sala Domus Artis (una de cuyas virtudes es tener un buen piano) y con Esteban Kahayan como técnico de grabación, allí aparece algo que, según ellas, hubiera sido muy difícil de lograr en el estudio. “No sabría decir exactamente en qué notamos la diferencia, más allá de la excitación de hacerlo con público y del hecho de que teníamos bastante miedo”, relata Sarmoria. “Pero lo cierto es que el clima, o por lo menos la manera totalmente natural de conseguirlo, fueron únicos.”


Nora Sarmoria y Victoria Zotalis presentan Colibrí el jueves 12 a las 21 en NoAvestruz, Humboldt 1857.

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