Domingo, 15 de abril de 2012 | Hoy
MUESTRAS 1 > LAS ESCULTURAS BONSAI DE DONJO LEóN
Pequeños mundos que cambian con el tiempo, la humedad o la luz, objetos transformados por los hongos, aspirinas que cristalizan como ideas: dentro de sus vitrinas, Donjo León ofrece un pequeño catálogo de maravillas del arte contemporáneo.
Por Claudio Iglesias
Situaciones fantasiosas con hongos, virulanas y arcilla convergen en el agigantado universo en miniatura de Donjo León (1983), cuyas esculturas encofradas como vitrinas de experimentación conservan situaciones cosmológicas efímeras, signadas por la irreversibilidad de un puñado de procesos físicos: los porcentajes de humedad relativa, las oscilaciones del ph y los coeficientes de oxidación de distintos materiales dan vida a geologías portátiles cuya densidad ambiental se convierte en iridación cromática.
La fascinación de Donjo por la escala escópica reducida es tan patente como la cuestión de la injerencia de la temporalidad en la escultura. Ambas delimitan el universo rectangular de cada pieza y su mundo pequeño, colorido e inestable. Entre el artista y sus criaturas se desata una especie de guerra morfológica personal revestida de film transparente: la mano del escultor, la acción del tiempo y la tendencia de los organismos a propagarse frente a condiciones favorables determinan un arco de formas peculiar. Los espacios cerrados que regularmente reciben vapor para acelerar la pudrición combinan así las fantasías de lo que cambia con el paso de las horas y de lo que debe ser visto en condiciones de recogimiento, casi metiendo la cabeza en una situación autocontenida.
En este punto, el trabajo de Donjo podría situarse entre las investigaciones de artistas como Alberto Heredia, que en distintos momentos de la historia del arte y el pensamiento se han preocupado por exhibir objetos podridos en una sala de exhibición. Pero la vida fototrópica como escultura de formato medio que caracteriza a la incipiente obra de Donjo también abreva en fuentes más próximas en tiempo y espacio: la de los llamados nuevos escultores de fines de los 2000 (como Rachel Harrison, Elliott Hundley y Kristen Morgin, genéricamente apiñados en la exhibición Unmonumental del New Museum, de 2007) que recuperaron posibilidades formales de un sinnúmero de materiales, al punto de convertirse, cada uno de ellos, en sinónimo de su material favorito en un contexto de fuerte boom comercial para las tres dimensiones: está el escultor que usa chatarra, el que utiliza masa de pan, el que recolecta cierto tipo de estructuras metálicas. Donjo parece continuar el razonamiento por otros medios. Por momentos, también se aleja del material hongo y deja paso a sus momentos de desenfado más feliz, como ocurre con las cristalizaciones de aspirina en bombillas eléctricas (en lo que podría constituir una metáfora digna de Jorge Macchi para la difícil cristalización de las ideas).
En su trabajo también es visible el influjo de aquellos artistas que sistemáticamente tuvieron un pie en la instalación de procesos y otro en el campo de la escultura, como Diego Bianchi, pero reversionado para la escala (media) de los tiempos presentes: el Tornado de óxido sobre virulana podría ser perfectamente una reproducción monomaterial a pequeña escala de Daños, la instalación antigravitatoria que Bianchi realizó alrededor de la columna central de la sala principal de Belleza y Felicidad en 2004.
Con el denominador común que provee el mobiliario (armarios, vitrinas y otros soportes que permiten conjugar la disparidad de las cosas que se pudren), los trabajos de Donjo también incursionan en el terreno del bibelot, la apropiación y el pequeño anecdotario de calamidades, como un catálogo de maravillas de arte contemporáneo en versiones bonsai que nos es revelado en la intimidad de su atmósfera por el demiurgo que cada tarde abre las puertas de su edén recargado de vapor y esporas. “El secreto para introducirse en el objeto y reordenar su apariencia era tan sencillo como abrir la puerta de un armario”, promete León en el texto que acompaña la muestra, “pero cuando me desperté, no puede recordar cómo se hacía y me quedé sin saber cómo se entra en las cosas”.
Donjo León 5 segundos al sol Cecilia Caballero Arte Contemporáneo Alvear 1761, local 9
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