DESPEDIDAS > ADIóS A CALOI (1948-2012)
Parte de la renovación dorada de la historieta argentina supo encontrar una voz bajo la dictadura con un increíble pájaro sin manos que hablaba, se enfrentó a la campaña prolija e higiénica de Muñoz durante el Mundial y la ganó con su célebre “tire, tire papelitos”, rebalsó el marco de la historieta con aquellos memorables cortos de la hinchada en televisión durante el Mundial del ’82, y con Caloi en su tinta en los ’90. La semana pasada murió a los 63 años. Y Radar lo despide con tristeza.
› Por Martín Pérez
Caloi se llamaba en realidad Carlos Loiseau. Carlos el pájaro, traduciendo su apellido caprichosamente del francés. El pájaro de Caloi siempre fue Clemente, tal vez el último personaje de historieta auténticamente popular de una tierra que sabe de historieta, de personajes y de popularidad. Al punto que es difícil reducir a Clemente al mundo de los globos y los cuadritos. Porque siempre fue mucho más que eso. Fue muñeco, fue dibujo animado, fue cantito de tribuna. Clemente es mucho más grande que Caloi y uno se atrevería a decir que también mucho más grande que el estado actual de la historieta local. Y por eso mismo también era ajeno. Corría desde hace tiempo por otro camino.
Sin Fontanarrosa primero y sin Caloi ahora, el humor gráfico argentino se despide de manera injustamente temprana de esa ruidosa renovación que arrancó en los años ’70 y se concretó en los ’80. Y si los personajes de ambos ganaron semejante popularidad fue porque supieron acompañarnos durante años sumamente duros y silenciosos, hablando por todos nosotros. Hay una foto que circula en Internet, en la que Fontanarrosa, Quino y Caloi cruzan por una senda peatonal a la manera de Los Beatles cruzando Abbey Road. Y está bien, porque ellos fueron verdaderos ídolos pop(ulares) de una época que empezó con demasiadas voces y terminó quedándose sin ninguna. Como representante de un estilo y una generación inmediatamente anterior, un casi retirado Quino ha quedado despidiéndolos antes de tiempo. Los dos, hace tiempo, habían excedido los límites del tablero de dibujo al multiplicar su popularidad a través de la literatura, el teatro, la televisión e incluso el cine. Lo extraordinario de Quino es que no necesitó de esas otras artes y medios para llegar al mismo lugar.
Caloi se va con la camiseta de River en el corazón, Clemente se queda con la de Boca. Pero no se trató de un exceso popular del autor, sino que antes de Clemente estuvo Bartolo, que sí era de River, como su autor. El extraño pájaro sin alas le robó el protagonismo en la tira a fuerza de popularidad, de esa camiseta que siempre supo llevar más que bien. Lo de Bartolo era otra cosa, lirismo y poesía, lindando con el surrealismo. Por eso es que hubiese quedado muy bien acompañado en El Expreso Imaginario, al lado de Little Nemo y Krazy Cat, las historietas de la revista mítica del rock local. Porque originalmente Caloi formó parte del proyecto, y Bartolo estaba incluido en los avisos que anunciaban la revista. Sucesivos atrasos lo terminaron llevando a la contratapa de Clarín, y el resto es historia, Clemente y papelitos. Luego eternidad y ahora, recién ahora, despedida.
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