RESCATES > CASABLANCA CUMPLE 70 AñOS Y VUELVE A LOS CINES
Los ortodoxos dirán El ciudadano, los vitalistas dirán El Padrino, pero los sentimentales sin duda van a decir Casablanca. A la hora de elegir la mejor película de la historia del cine, difícil no rendirse con emoción a la perfección heroica, romántica y mítica en ese remoto café marroquí durante la Segunda Guerra. Para festejar sus 70 años, ese milagroso testimonio de la nobleza humana del siglo XX vuelve a los cines. Como programa de mano (de esos que ya no existen) Radar desempolva esta nota de Rodrigo Fresán publicada en Página/30, cuando la revista editó la película en VHS, en la que se reconstruye el también legendario backstage de ese legendario film.
› Por Rodrigo Fresán
Una definición inocurrente “Casablanca (1942) 102 m. **** (máxima calificación). D: Michael Curtiz. Humphrey Bogart, Ingrid Bergman, Paul Henreid, Conrad Veidt, Peter Lorre, Sidney Greenstreet, Dooley Wilson, Marcel Dalio, S.Z. Sakall, Joy Page. Todo está donde debe estar en este clásico que transcurre en la turbulenta Casablanca durante la Segunda Guerra Mundial, ciudad donde un elusivo dueño de nightclub (Bogart) se reencuentra por azar con un viejo amor (Bergman) y su marido, el líder de la Resistencia (Henreid). Rains es maravilloso como el apuesto jefe de policía, y nadie canta ‘As Times Goes By’ como Dooley Wilson. Ganadora de tres Oscar incluyendo película, director y guión (Julius & Philip Epstein y Howard Koch). Nuestra candidata al mejor film hollywoodense de todos los tiempos.”
Leonard Maltin’s Movie and Video Guide.
En el principio En el principio es un mapa y un recorrido y una voz en off que, resignada, advierte que “esperan... y esperan... y esperan...”. Los personajes de Casablanca esperan varias cosas; visas de salida hacia el nuevo mundo principalmente. Pero también esperan saber cómo va a terminar la película. Porque nadie sabe cómo va a terminar la película. No lo sabe el productor, ni el director, ni los actores y –lo más preocupante– tampoco lo saben los guionistas.
De ahí que se actúen escenas como ésta:
RICK: Uh. Pero sigue siendo una historia sin final (la mira fijo). ¿Qué hacemos ahora?
ILSA: ¿Ahora? No lo sé.
Composición de lugar Casablanca es –quizá junto con el Xanadú de El ciudadano o el Nefud de Lawrence de Arabia– el único lugar en el cine al que se puede volver una y otra vez con plena confianza y sin temor de ser desilusionado. Casablanca es siempre superior al recuerdo de Casablanca y sus blancos y negros producen la más disfrutable de las psicosis: el que uno sepa exactamente lo que va a suceder no impide la sorpresa incrédula de la primera vez.
La historia es conocida, pero no por eso banal. Son tres y sobra uno y ni ellos saben cómo y cuándo va a dejar de sonar la música del baile y del cambio de parejas. Tengo aquí una fotografía de los formidables guionistas mellizos Julius & Philip Epstein. Los Epstein –autores del guión junto a Howard Koch– son los responsables de casi todas las frases célebres de Casablanca estilo “Bueno, mademoiselle, él es el tipo de hombre del cual, bueno, si yo fuera mujer... me enamoraría perdidamente”, teniendo en cuenta que esto lo dice un jefe de policía mujeriego y encantadoramente corrupto. Koch fue principalmente responsable del flashback parisiense y de “agregarle más romance a la historia”. Koch –como bien lo deja sentado Ian Hamilton en su libro– siempre odió a los Epstein. Y un tal Casey Robinson también reclama parte del mérito. Lo cierto es que nadie está del todo seguro acerca de quién escribió Casablanca y tal vez el capitán Renault debió haber encarcelado a los Epstein en lugar de “a los sospechosos de siempre”. Porque los Epstein Bros., santos patronos de la improvisación inspirada, abandonaron el guión de Casablanca –basado en una espantosa obra de teatro titulada Everybody Comes to Rick’s– para irse a trabajar con Frank Capra en una serie de documentales, comprometiéndose a enviar el resto desde allí escena por escena. Mientras tanto, la trama de Casablanca se filmaba a vuelta de correo sin que nadie –y menos sus protagonistas– supiera a ciencia cierta quién iba a subirse al avión, pero teniendo perfectamente claro que lo único importante era reservar mesa en Rick’s Café Americain para así poder ser atrapado por los nazis.
Antes y entonces “Había que hacer una película a la semana; así que se empezaba con el rodaje, estuviera terminado el guión o no. En este sentido, Casablanca es un caso clásico. El guión no estaba listo, lo que no era algo raro en esos tiempos. Hoy, nadie sería capaz de empezar a filmar sin un guión en perfectas condiciones. Pero aun así siguen existiendo películas horribles. Un misterio.” Julius Epstein, guionista.
Cómo parecerse a RickEn su momento, alguien supo definir al personaje de Bogart como “dos partes de Hemingway, una parte de Fitzgerald y una pizca de Cristo de café”.
Kiss Kiss El productor Jack Warner –en presencia de Ingrid Bergman–- lanzó la pregunta retórica “¿Quién podría querer besar a Bogart?”. Bogart venía edificando una lenta carrera apoyada principalmente en papeles de gangster imprevisible o de cínico curtido. No era una estrella, no era tampoco el típico galán hollywoodense. “Yo lo besaría”, contestó la rápida Ingrid sin dudarlo, quien –por problemas de censura– se quedó sin decir: “Hitler o no Hitler, bésame”.
A Paul Henreid, sépanlo, nunca le gustó Casablanca. Pero, en su momento, sólo le preocupó saber que iba a ser él quien se quedaba con la chica.
Ser o no ser “... pero miren lo que me está ocurriendo. De golpe soy un héroe. En All Trought the Night, yo y la mafia acabamos con un nido de comunistas. En Across the Pacific evito que los japoneses hagan volar por los aires el Canal de Panamá. Y ahora, en Casablanca, soy un norteamericano duro luchando contra una banda de fascistas en el Marruecos francés. ¿Qué van a pensar mis fans? ¿Que me aman porque me odian, uh?” Humphrey Bogart, actor.
Un pequeño problema “Todas las mañanas nos preguntamos ‘¿quiénes somos?, ¿qué estamos haciendo aquí?’. Es ridículo. Michael Curtiz no sabe lo que está haciendo porque tampoco conoce cómo va a seguir la historia. Humphrey Bogart está de mal humor y se la pasa encerrado en su trailer. Nos dan el guión de a páginas y cuando ayer le pregunté al director de quién debía mostrarme enamorada me contestó que ‘más o menos de los dos’.” Ingrid Bergman, actriz, en una carta a una amiga.
Informe sobre CurtizIngrid Bergman: “Un director excelente. Siempre fue muy dulce y simpático conmigo”. Paul Henreid: “Tiene un poderoso instinto visual”. Humphrey Bogart: “Sin comentarios”.
Casting “La Warner siempre tuvo un gran departamento de casting. De hecho, una de las razones principales del éxito de Casablanca fue su casting”, reconoce con justicia Julius Epstein. Claude Rains no podía ser otro que el capitán Renault. O viceversa. Lo mismo que Conrad Veidt es el perfecto mayor Heinrich Strasser. Veidt –que apenas salió con vida de la Alemania nazi y que, sin ser judío, decidió probar suerte en otras tierras horrorizado por el ascenso de Hitler– se vio, paradójicamente, una y otra vez obligado a hacer de jerarca nazi.
Sam –el perfecto Dooley Wilson– en principio iba a ser una mujer: Hazel Scott o Ella Fitzgerald. Pero un día apareció Wooley, que no sabía tocar el piano pero que aun así se las arregló bastante bien con “As Times Goes By”, canción que al genial músico de películas Max Steiner, y responsable de la astutísima partitura multiestilística de Casablanca, siempre le pareció “auténticamente espantosa”.
Peter Lorre y Sidney Greenstreet –Ugarte y señor Ferrari en el film–; S. Z. Sakall, Madeleine Le Beau y Leonid Kinskey –el camarero Karl, la despechada Yvonne y el barman Sacha en la pantalla– componen la apasionante galaxia girando alrededor de los protagonistas. Apenas aparecen, cada uno de ellos, unos pocos minutos, pero brillan –tantos años después– con mayor fuerza que... uh... Tom Cruise en toda su filmografía, por citar uno entre tantos ejemplos al azar. Estoy seguro de que, en su momento, Robert Altman o los hermanos Coen o Paul Thomas Anderson vieron Casablanca y pensaron “Ahhh, claro...”.
Una definición ocurrente “Casablanca es la cita de otras mil películas y, porque cada actor repite en ella un papel interpretado otras veces, opera en el espectador la resonancia de la intertextualidad y cuando todos los arquetipos irrumpen sin pudor alguno, se alcanzan profundidades homéricas.” Umberto Eco. La estrategia de la ilusión.
Citas La Biblia, William Shakespeare, Casablanca. ¿Quién da más? A propósito: el “Here’s looking at you, kid”, sale y entró en el guión a partir de una de las indicaciones que Bogart le daba a Bergman, enseñándole a jugar al poker, entre toma y toma.
La historia más grande jamás contada “El éxito de Casablanca es un misterio. Para empezar, nada de lo que ocurre en la pantalla tiene el menor asidero con la realidad. No había alemanes de uniforme en Casablanca, tampoco existía ese asunto de las visas, nada. No sé qué hubiera sido de nosotros si no se nos hubiera ocurrido aquello de ¡reúnan a los sospechosos de siempre! Tampoco es que lo hayamos pensado demasiado. Fue como un flash. Hubo mucho de iluminación en todo el asunto.” Julius Epstein, guionista.
La Marsellesa El mundo se divide entre los que lloran en la escena de La Marsellesa y los que permanecen impávidos ante semejante milagro. Para la inmensa mayoría que, sí, llora sin ocultarlo, el video ofrece la ventaja de reforzar la potencia de la emoción: todos aquellos que erróneamente pensaron que lloraban ahí por acumulación de emociones a lo largo de la película descubrirán pasmados que –yendo directamente a la escena en cuestión en frío fast forward– se llora lo mismo. O más. No falta quien explica el truco con dato apasionante: todos los extras participantes en la escena eran refugiados europeos que habían llegado a América huyendo de los nazis y que ahora cantaban, emocionados, la llegada del día de gloria. En los cines de EE.UU., la gente se para y canta a los gritos cuando llega esta escena. Yo hago lo mismo en casa. Hermosa costumbre.
En el aeropuerto “Aquellos últimos días de filmación fueron una pesadilla de la que sólo recuerdo fragmentos. Me sentía como un viajero agotado que finalmente había llegado a destino sin tener la menor idea de dónde o cómo o qué estaba haciendo”, recuerda Howard Koch.
“Todos en el estudio trataban de pensar un final digno. Había pánico, verdadero pánico en los pasillos”, sonríe Julius Epstein.
Julius Epstein siempre dijo que el enigma del final esquivo se resolvió cuando él y su hermano, en un automóvil camino al estudio, se miraron a los ojos y exclamaron al unísono: “Round up the usual suspects!” (¡Reúnan a los sospechosos de siempre!) El guión original culminaba con la frase de Renault: “Tenía razón, siempre fuiste un sentimental”; la genialidad final de “el principio de una hermosa amistad” fue sobregrabada a posteriori por insistencia del talentoso player Hal Wallis.
Sépanlo: todos los extras que aparecen al fondo y en falsa perspectiva junto a un avioncito tamaño camioneta mientras Veidt, Rains y Bogart discuten en la niebla son –por problemas de perspectiva y errores en la construcción del set– enanos.
Una duda personal Si Ilsa y Victor vienen huyendo por toda Europa... ¿cómo es que llevan tanto equipaje?
Dijo la crítica “Sí, la Warner tiene un film que provoca temblores en la columna y saltos en el corazón”, The New York Times. “Un perfecto melodrama con un elenco soberbio”, The New York Morning Telegraph. “Casablanca tiene todo lo que hay que tener”, The New York Journal American. “Un film de distinguida diversión”, PM Daily. “Un espectáculo superior”, The New York Herald Tribune. “¡Casablanca! La palabra mágica que hará que los cines del país se llenen”, Film Daily. “Nadie podría atreverse a imaginar un elenco mejor y la dirección de Curtiz es verdaderamente inspirada”, Hollywood Reporter.
Digo yo Vértigo no es mejor que Casablanca.
¿The End? Se intentó filmar un nuevo final aprovechando el desembarco de las fuerzas aliadas en Africa. Se habló de Casablanca 2 y hasta hay una novela regular, pero divertida, de Michael Walsh –As Times Go By– y una entrada de David Thomson en su formidable Sospechosos donde se nos revela que Victor Lazlo era doble agente y nazi encubierto y que un Rick homosexual acabó sus días en 1949, en Marsella, cuidado con devoción por Renault. Pienso en que George Clooney sería un buen Rick 2.0 (pero para qué, mejor no) y se pensó en un musical con canciones de Lerner & Loewe (y se estrenó uno con un elenco enteramente femenino y japonés). Y se dibujó un buen corto con Bugs Bunny & Co. Se emitió una serie de televisión que apenas duró siete meses. Se lo tentó a François Truffaut con la manzana de una remake. Se filmó una espantosa versión televisiva con David Soul de Starsky & Hutch y Ted Turner la coloreó sin piedad y con escándalo. Woody Allen escribió Play It Again, Sam (Sueños de un seductor) y Robert Redford protagonizó Havanna y por estos días John Cusack vuelve a intentarlo, en vano, con algo que queda en Shanghai. Pero siempre queda poco, nunca suficiente.
Aunque usted no lo crea En 1979, el escritor norteamericano Chuck Ross consiguió el guión original de Casablanca, lo copió a máquina retitulándolo Everybody Comes to Rick’s, lo firmó con el seudónimo de Erik Demos y lo envió a 217 agentes de Hollywood por correo para ver qué ocurría. Sólo una de cada siete agencias reconoció el guión de Casablanca y –se supone– la inmensa mayoría ni se molestó en leerlo. De cualquier modo, los resultados –incluidos en Una enciclopedia de datos inútiles, de Homero Alsina Thevenet (De la Flor)– son los que siguen:
- 32 advirtieron que ése era con seudónimo el guión de Casablanca y lo rechazaron con festivos comentarios sobre la broma (uno de esos agentes escribió: “Tengo algunas ideas para el elenco de este magnífico guión, pero la mayor parte de estos intérpretes han muerto”).
- 8 agencias lo rechazaron, señalando que tenía “algunas similitudes” con el guión de Casablanca.
- 41 agencias lo rechazaron como inadecuado para el cine actual, sin muestras de haberlo reconocido.
- 3 agencias lo aceptaron y se ofrecieron a ser representantes del autor.
- Y una agencia contestó que lo indicado sería que el autor modificara el guión para convertirlo en una novela.
La leyenda continúa y, en ocasiones, en algún trasnoche doméstico de replay me pregunto si en realidad Casablanca no será un artefacto extraterrestre. Un monolito de luz en blanco y negro. Algo que no se sabe cómo se hizo porque por entonces no existía y sigue sin existir entre nosotros el genio suficiente para acometer y llevar a cabo semejante empresa. Algo que confeccionaron para, acaso, mostrarnos y demostrarnos lo noble que puede llegar a ser la especie humana. Algo para que veamos una y otra vez, hasta aprender.
En eso estamos, en eso seguimos.
Siempre tendremos Casablanca.
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